Planeta 9 o Planeta X: ?Un nuevo miembro en el club del Sistema Solar?
La presencia de un nuevo planeta en los confines del Sistema Solar podr¨ªa explicar el movimiento extra?o de algunos cuerpos de hielo que orbitan m¨¢s all¨¢ de Neptuno
Parafraseando el mon¨®logo final del replicante en la pel¨ªcula Blade Runner (1982), de Ridley Scott, podr¨ªamos decir, y ser¨ªa verdad, que hemos visto cosas que vosotros no creer¨ªais: cuerpos de hielo m¨¢s all¨¢ de la ¨®rbita de Neptuno, planetas enanos, objetos que se mueven con ¨®rbitas elongadas, planos orbitales que muestran el mismo ¨¢ngulo de inclinaci¨®n, perihelios que se extienden m¨¢s all¨¢ de la influencia gravitatoria de Neptuno. Pero toda esta informaci¨®n no se perder¨¢ en el tiempo, es hora de averiguar qu¨¦ ocurre: hablemos del planeta 9, o planeta X.
Desde ni?os conocemos y le dedicamos canciones a la arquitectura del lugar donde vivimos, el Sistema Solar: una estrella rodeada por ocho planetas, el m¨¢s cercano al Sol, Mercurio, el m¨¢s alejado, Neptuno. La mayor parte de los planetas (salvo Urano y Neptuno) ya se conoc¨ªan en la antig¨¹edad y en ese sentido poco hemos avanzado desde la invenci¨®n del telescopio. En los ¨²ltimos a?os, sin embargo, hemos encontrado m¨¢s all¨¢ de Neptuno una serie de objetos rocosos grandes que englobamos con el nombre de objetos tras-neptunianos, o cintur¨®n de Kuiper, en honor del astr¨®nomo Gerard Kuiper que predijo en 1951 su existencia. Son miles de cuerpos helados, la mayor¨ªa de ellos m¨¢s peque?os que la pen¨ªnsula ib¨¦rica (si fuese tridimensional) que son, literalmente, los escombros del proceso de formaci¨®n del Sistema Solar. El cintur¨®n de Kuiper contiene un par de objetos bastantes famosos: uno es Plut¨®n, el otro es Arrokoth (cielo en el idioma Powhatan/Algonquian), el mundo m¨¢s lejano jam¨¢s estudiado de cerca por una nave espacial, la New Horizons.
La mayor¨ªa de los cuerpos presentes en el cintur¨®n de Kuiper se mueven tal y como cabr¨ªa esperar por la influencia gravitatoria mutua generada por la presencia de los ocho planetas y del Sol. Hasta aqu¨ª todo est¨¢ en orden. El problema aparece porque desde 2004 se est¨¢n encontrando una serie de objetos en esta zona del Sistema Solar con movimientos peculiares. Es como mirar un columpio en movimiento en un ¨¢rbol y no tener a nadie sentado, sabemos que alguien lo tiene que estar empujando. Estos movimientos ¡°raros¡± han llevado a la hip¨®tesis, propuesta en 2016, de la existencia de un planeta adicional, que obviamente todav¨ªa no se ha detectado, m¨¢s all¨¢ de la ¨®rbita de Neptuno: se le conoce coloquialmente como Planeta 9 o Planeta X.
No es la primera vez que el comportamiento orbital an¨®malo de objetos conocidos conduce a un nuevo descubrimiento. Tampoco ser¨ªa la primera vez que no lleva a nada m¨¢s all¨¢ de una revisi¨®n mejorada de las medidas
No es la primera vez que el comportamiento orbital an¨®malo de objetos conocidos conduce a un nuevo descubrimiento. Tampoco ser¨ªa la primera vez que no lleva a nada m¨¢s all¨¢ de una revisi¨®n mejorada de las medidas. Pero como para historias de fracasos ya tenemos todos los d¨ªas las noticias, nos vamos a centrar en una historia de ¨¦xito que comienza con el descubrimiento en 1781 por William Herschel y su telescopio de un nuevo miembro del Sistema Solar, Urano. El nuevo planeta tiene una ¨®rbita larga, 84 a?os, y durante los 60 a?os posteriores a su descubrimiento los astr¨®nomos emocionados con el nuevo juguete estuvieron calcul¨¢ndole las efem¨¦rides (una tabla de valores que da las posiciones de los objetos astron¨®micos en el cielo en un momento dado) bas¨¢ndose en la posici¨®n de los planetas conocidos hasta la fecha. El problema era que los c¨¢lculos y las observaciones no coincid¨ªan, lo que llev¨® al matem¨¢tico franc¨¦s Le Verrier a proponer, en 1846, la existencia de otro planeta m¨¢s externo para poder explicar las diferencias. El planeta causante de las desavenencias se encontr¨® ese mismo a?o muy pr¨®ximo a la posici¨®n predicha, se le llam¨® Neptuno.
En los ¨²ltimos a?os se han acumulado datos de patrones orbitales peculiares en algunos objetos m¨¢s all¨¢ de la ¨®rbita de Neptuno
Con el descubrimiento matem¨¢tico del planeta Neptuno nos vinimos arriba y los movimientos que no se pod¨ªan explicar de objetos en el Sistema Solar continuaron inspirando predicciones de la existencia y a menudo localizaci¨®n de objetos en los confines de nuestro entorno inmediato. As¨ª, y a pesar de a?adir el nuevo planeta Neptuno a los c¨¢lculos segu¨ªan existiendo peque?as discrepancias en las ¨®rbitas observadas y calculadas de los planetas gigantes, lo que motiv¨® la b¨²squeda del planeta X con la construcci¨®n incluso de un observatorio, el Observatorio de Lowell en Arizona que finalmente condujo al descubrimiento de Plut¨®n. Plut¨®n es un planeta enano desde el 2006 y volviendo a la historia que nos traemos entre manos ten¨ªa mucha menos masa, unas 3200 veces menos, que el planeta X que estaban buscando. Finalmente las medidas revisadas de la masa de Neptuno por la sonda Voyager 2 arreglaron el desaguisado de las diferencias de las ¨®rbitas de los planetas gigantes y eliminaron la necesidad de un cuerpo masivo en los confines del sistema solar. Hasta hace unos a?os.
En los ¨²ltimos a?os se han acumulado datos de patrones orbitales peculiares en algunos objetos m¨¢s all¨¢ de la ¨®rbita de Neptuno. Son cuerpos que se mueven con ¨®rbitas elongadas, en elipses orientadas en la misma direcci¨®n, en planos inclinados con el mismo ¨¢ngulo y con ¨®rbitas, algunos, en direcciones opuestas a las normales. No se pueden explicar por la influencia de los cuerpos grandes que conocemos y sugieren la posible existencia de un planeta que todav¨ªa no hemos visto, pero que estar¨ªa a una distancia entre 300 y 800 veces m¨¢s lejos del Sol que la Tierra. Ser¨ªa un planeta grande con una masa entre 5 y 10 veces la del nuestro, con una ¨®rbita moderadamente inclinada (15-25 grados) y elongada. Ser¨ªa sobre todo un planeta dif¨ªcil, pero no imposible, de detectar en la pr¨®xima d¨¦cada y cuyo proceso de formaci¨®n adem¨¢s representa, debido a su gran distancia al Sol, un problema formidable.
Es en esa poblaci¨®n de escombros dispersos, distribuidos entre la ¨®rbita de Neptuno y los confines del Sistema Solar, la heliosfera, donde se esconde ahora mismo, como el diablo en los detalles, la historia de la formaci¨®n del Sistema Solar, su evoluci¨®n din¨¢mica y quiz¨¢s un nuevo planeta. Como en la vida, ocurre a menudo que no encontramos algo que tenemos, quiz¨¢s literalmente, delante de las narices.
Eva Villaver es investigadora del Centro de Astrobiolog¨ªa, dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas y del Instituto Nacional de T¨¦cnica Aeroespacial (CAB/CSIC-INTA).
Vac¨ªo C¨®smico es una secci¨®n en la que se presenta nuestro conocimiento sobre el universo de una forma cualitativa y cuantitativa. Se pretende explicar la importancia de entender el cosmos no solo desde el punto de vista cient¨ªfico sino tambi¨¦n filos¨®fico, social y econ¨®mico. El nombre ¡°vac¨ªo c¨®smico¡± hace referencia al hecho de que el universo es y est¨¢, en su mayor parte, vac¨ªo, con menos de 1 ¨¢tomo por metro c¨²bico, a pesar de que en nuestro entorno, parad¨®jicamente, hay quintillones de ¨¢tomos por metro c¨²bico, lo que invita a una reflexi¨®n sobre nuestra existencia y la presencia de vida en el universo. La secci¨®n la integran Pablo G. P¨¦rez Gonz¨¢lez, investigador del Centro de Astrobiolog¨ªa; Patricia S¨¢nchez Bl¨¢zquez, profesora titular en la Universidad Complutense de Madrid (UCM); y Eva Villaver, investigadora del Centro de Astrobiolog¨ªa
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