Un estudio solo encuentra rastros de burundanga en uno de casi 300 casos sospechosos
Los datos del Instituto Nacional de Toxicolog¨ªa y Ciencias Forenses sugieren que el empleo de esta droga para cometer delitos es ¡°mucho menor¡± de lo que proclaman algunos medios de comunicaci¨®n
A la farmac¨¦utica Bego?a Bravo le desconcierta la fascinaci¨®n por la burundanga de algunos medios de comunicaci¨®n. ¡°Parece que tiene un toque de misterio que queda mejor en el titular, porque a veces nos hemos empe?ado en explicar que no vemos burundanga, pero titulan que s¨ª hay¡±, lamenta Bravo, jefa del Servicio de Qu¨ªmica del Instituto Nacional de Toxicolog¨ªa y Ciencias Forenses (INTCF), el principal centro de referencia para analizar las muestras enviadas por los hospitales espa?oles. Su equipo acaba de participar en uno de los mayores estudios realizados hasta la fecha, una revisi¨®n de casi 300 casos sospechosos de ¡°sumisi¨®n qu¨ªmica¡±: personas que llegaron a Urgencias y relataron una posible exposici¨®n a sustancias que alteraron su voluntad y facilitaron un robo o un delito sexual. Los investigadores solo han encontrado burundanga en uno de estos sucesos, el 0,3% del total.
El nuevo trabajo ha examinado 292 casos registrados en los ¨²ltimos siete a?os en uno de los 25 mayores hospitales de Espa?a, el Cl¨ªnico San Carlos de Madrid. La ¨²nica intoxicaci¨®n por burundanga comprobada es la de un hombre de 34 a?os que hab¨ªa quedado en su casa con un veintea?ero al que acababa de conocer en una aplicaci¨®n de citas, un d¨ªa de enero de 2020. El paciente asegur¨® que, tras haber tomado unas cervezas, se despert¨® en su domicilio solo y desorientado, sin indicios de haber sufrido una agresi¨®n sexual, pero s¨ª el robo de algunas de sus pertenencias. Los investigadores hallaron en su orina escopolamina, el principio activo de la burundanga, un brebaje de extractos de plantas, como el estramonio.
La leyenda urbana sostiene que la sustancia desaparece tan r¨¢pidamente de la sangre y de la orina que los cient¨ªficos son incapaces de detectarla. La realidad, seg¨²n explica Bravo, es que su laboratorio ¡ªen el municipio madrile?o de Las Rozas¡ª tiene desde 2010 equipos suficientemente sensibles como para encontrar esta droga, pero no hay apenas casos confirmados. ¡°Desde 2012 se busca escopolamina en todas las muestras de los casos sospechosos y no la detectamos¡±, se?ala Bravo. El que era el mayor estudio hasta ahora, un an¨¢lisis de unos 150 presuntos casos recibidos en el INTCF entre 2010 y 2013, no encontr¨® ni rastro de burundanga.
A veces nos hemos empe?ado en explicar que no vemos burundanga, pero titulan que s¨ª hayBego?a Bravo, farmac¨¦utica
Bravo y sus colegas son contundentes. ¡°Cabe pensar que el empleo de burundanga o escopolamina en nuestro entorno es mucho menor al que aluden los medios de comunicaci¨®n y las redes sociales de forma general¡±, sentencian en sus conclusiones, publicadas en la Revista Espa?ola de Medicina Legal.
La ministra de Justicia, Pilar Llop, declar¨® el 8 de marzo que una de cada tres agresiones sexuales en Espa?a se comete con la v¨ªctima bajo sumisi¨®n qu¨ªmica, seg¨²n una estimaci¨®n preliminar a partir de datos sin publicar del INTCF. Muchos medios ilustraron la noticia con la mano de un hombre echando de manera subrepticia una droga en una copa en la barra de un bar, pero Bravo dibuja otro escenario m¨¢s habitual. ¡°El 90% de los casos se incluir¨ªa en la sumisi¨®n qu¨ªmica oportunista. La v¨ªctima consume de manera voluntaria alguna sustancia y hay un depredador que se aprovecha de su estado¡±, detalla la experta.
El ¨²nico culpable, en cualquier caso, es el hombre que comete la violaci¨®n, pero el t¨®xico m¨¢s implicado no es la escopolamina, sino el alcohol, consumido voluntariamente o con la v¨ªctima incitada a beber copa tras copa o chupito tras chupito. ¡°En un 40% de los casos nos encontramos con niveles de alcohol que provocar¨ªan un estado comatoso, que por s¨ª solos son suficientes para producir una vulnerabilidad y hacer que la persona no tenga capacidad de respuesta, de consentimiento ni de nada que se le parezca¡±, expone Bravo. ¡°Nos empe?amos en explicarlo, pero parece que vende m¨¢s la burundanga y, digamos lo que digamos, termina apareciendo en el titular la burundanga¡±, lamenta la farmac¨¦utica.
El INTCF prev¨¦ publicar un an¨¢lisis exhaustivo de sus casos el pr¨®ximo verano, pero Bravo adelanta que la droga m¨¢s habitual con diferencia es el alcohol, seguido muy por detr¨¢s por la coca¨ªna y el cannabis. Tambi¨¦n aparecen medicamentos con efectos ansiol¨ªticos y sedantes, como las benzodiazepinas, unos f¨¢rmacos m¨¢s conocidos por sus nombres comerciales, como Orfidal, Lexatin y Trankimazin.
La farmac¨¦utica subraya que a menudo es muy complejo establecer si esos medicamentos ¡ªque aumentan los efectos del alcohol y las drogas¡ª proceden de un consumo voluntario o no. ¡°Cada vez hay m¨¢s poblaci¨®n joven medicada, con antidepresivos, antipsic¨®ticos y similares. Y esas personas tambi¨¦n salen de ocio y consumen alcohol, con lo cual se vuelven mucho m¨¢s vulnerables¡±, advierte Bravo. ¡°No es la burundanga: puede ser el alcohol solo, el alcohol con drogas o el alcohol con f¨¢rmacos. O todo junto, que tambi¨¦n ocurre. En much¨ªsimos casos, con los niveles que detectamos no se necesita nada m¨¢s para explicar que la v¨ªctima no recuerde nada¡±, afirma la experta.
Tenemos un servicio en el que se analizan los alijos que incautan las fuerzas de seguridad. Y no hay alijos de escopolamina
Bravo recalca otro dato esclarecedor. ¡°En el INTCF tenemos un servicio en el que se analizan los alijos que incautan las fuerzas de seguridad. Ah¨ª encuentras todo tipo de drogas que est¨¢n en el mercado il¨ªcito, como GHB, catinonas y otras sustancias que luego s¨ª aparecen en los an¨¢lisis toxicol¨®gicos [de muestras de hospitales]. Y, sin embargo, no hay alijos de escopolamina. Alguno podr¨¢ pasar desapercibido, pero no parece que sea una sustancia frecuente¡±, argumenta Bravo.
Una reciente sentencia, dictada el 11 de enero por el Tribunal Superior de Justicia de Catalu?a, es ilustrativa. Un hombre de m¨¢s de 50 a?os, descrito como ¡°una persona reconocida en el ¨¢mbito del dise?o¡±, y una fot¨®grafa se conocieron en un evento de moda y quedaron d¨ªas despu¨¦s para conversar sobre proyectos laborales cerca de la discoteca Apolo, en Barcelona. La sentencia detalla estos hechos probados: ¡°Una vez all¨ª, Belinda [nombre ficticio] tom¨® un carajillo de Baileys y seguidamente cogieron un taxi y se fueron al local Bananas, donde se tom¨® un bloody mary, tras lo cual se fueron ambos en taxi hasta un chiringuito de la playa del Bogatell, local donde comieron y tomaron una botella de vino entre los dos, as¨ª como un chupito de pachar¨¢n cada uno¡±.
Los magistrados prosiguen su relato: ¡°Tras la comida y para finalizar la conversaci¨®n que hab¨ªan iniciado sobre un proyecto laboral que la se?ora Belinda quer¨ªa efectuar, cogieron otro taxi y se dirigieron al bar Guzzo y se sentaron en la barra, donde la se?ora Belinda fue invitada a un c¨®ctel que le sirvieron sin estar presente, pues se dirigi¨® al ba?o, tomando a su vuelta unos sorbos de dicha bebida. Seguidamente Fructuoso [nombre ficticio] la condujo al bar Paradiso, en el que permanecieron hasta las 21 horas, local muy cercano al anterior donde ella volvi¨® a tomar otro c¨®ctel¡±.
Ese hombre reconocido en el mundo del dise?o aprovech¨® que la mujer estaba en ¡°un estado de consciencia severamente limitada¡± para llevarla a su estudio y abusar sexualmente de ella. La v¨ªctima, al despertarse al d¨ªa siguiente en su casa sin recordar bien la noche, pregunt¨® al hombre qu¨¦ hab¨ªa pasado, a trav¨¦s de la aplicaci¨®n WhatsApp del tel¨¦fono m¨®vil. ¡°?C¨®mo que qu¨¦ te hice? Pues nada, fuimos a mi estudio, ?vale? A jugar un poco¡±, respondi¨®. ¡°Estabas pedo, perdida, te retorc¨ªas¡±, reconoci¨® el hombre. Pese a todo, seg¨²n los hechos probados de la sentencia, ¡°la tumb¨® en la cama, le quit¨® la ropa y las bragas y la penetr¨® vaginalmente en dos ocasiones, una con preservativo y otra sin ¨¦l, todo ello mientras que la se?ora Belinda se encontraba bajo los efectos anteriormente descritos e incapaz por ello de impedir al acusado sus prop¨®sitos¡±.
La mujer acudi¨® ese mismo d¨ªa al Hospital Cl¨ªnic de Barcelona. No se encontr¨® ninguna sustancia extra?a en su orina, pero el informe m¨¦dico constat¨® una ¡°alta sospecha de intoxicaci¨®n con finalidad delictiva (agresi¨®n sexual) o vulnerabilidad qu¨ªmica¡±. El Tribunal Superior de Justicia de Catalu?a, sin embargo, reconoci¨® que no quedaba probado el uso de sustancias qu¨ªmicas, tipo burundanga. Tampoco hac¨ªa falta. Lo que qued¨® probado es que hab¨ªa una mujer pr¨¢cticamente inconsciente, ¡°a causa de las bebidas que le ofreci¨®¡±, y un hombre violador. El tribunal conden¨® al acusado a dos a?os y medio de prisi¨®n como autor de un delito de abusos sexuales.
La farmac¨¦utica Bego?a Bravo es esc¨¦ptica sobre que haya un repunte de este tipo de delitos. ¡°A veces me preguntan si ahora hay m¨¢s casos de sumisi¨®n qu¨ªmica, porque han ido aumentando, y yo creo que no. Creo que la gente ha sido consciente de que por beber o consumir algo no se merece haber sufrido esa agresi¨®n¡±, reflexiona. Podr¨ªa haberse incrementado el n¨²mero de denuncias, pero no el de casos.
Es bestial lo que vemos en el ¡®chemsex¡¯, estamos asustadosAndr¨¦s Santiago, m¨¦dico
El m¨¦dico Andr¨¦s Santiago, jefe de Medicina Legal del Hospital Cl¨ªnico San Carlos de Madrid, solo recuerda haber visto un caso de burundanga en su vida, el del hombre de 34 a?os que denunci¨® un robo. ¡°No la vemos¡±, sentencia Santiago, coautor del nuevo estudio. El especialista recuerda que hay otras drogas que permanecen en el cuerpo humano por un tiempo similar al de la burundanga, como el GHB, un l¨ªquido transparente que puede producir euforia y estimulaci¨®n sexual, pero tambi¨¦n somnolencia y confusi¨®n. ¡°El GHB s¨ª lo estamos detectando, lo que quiere decir que a lo mejor la escopolamina no se usa tanto como parece¡±, argumenta.
El GHB es una de las sustancias habituales en el llamado chemsex: fiestas en las que se consumen drogas voluntariamente para tener sexo durante horas, habitualmente entre hombres gais. Santiago alerta de que en estas org¨ªas, a menudo entre desconocidos, tambi¨¦n se cometen delitos. ¡°El chemsex es una cuesti¨®n voluntaria, pero se produce sumisi¨®n. Una cosa es que vayas voluntario con una premisa y otra cosa es que se aprovechen para someterte¡±, subraya el m¨¦dico. ¡°Es bestial lo que vemos en el chemsex, estamos asustados. Ha sido el desbordamiento de la toxicidad. En algunos an¨¢lisis aparecen 12 o 14 sustancias diferentes, con interacciones muy complicadas. Esos pacientes ingresan muy graves¡±, advierte. Un hombre puede ir voluntariamente a una org¨ªa y terminar violado y sin cartera. ¡°Es una bomba de relojer¨ªa¡±, opina Santiago.
El m¨¦dico anima a las v¨ªctimas a acudir lo antes posible a un hospital. Bego?a Bravo recalca que sus equipos de an¨¢lisis son de los m¨¢s sofisticados del mercado. La Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito recomienda que los laboratorios tengan un l¨ªmite de detecci¨®n de 10 microgramos de escopolamina por litro de orina. Los equipos del INTCF, en Las Rozas, son capaces de detectar un microgramo, una sensibilidad suficiente para detectar la burundanga entre 12 y 24 horas despu¨¦s del consumo. Los t¨¦cnicos pueden detectar rastros ¨ªnfimos de drogas en la orina incluso d¨ªas despu¨¦s, el problema es que entonces, si hay un juicio, se pierde la capacidad de relacionar la sustancia con el d¨ªa de los hechos. ¡°El mensaje clave es que hay que hacerse un an¨¢lisis r¨¢pido¡±, repite Santiago.
Puedes seguir a MATERIA en Facebook, Twitter e Instagram, o apuntarte aqu¨ª para recibir nuestra newsletter semanal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.