¡®Chemsex¡¯ al alza: la pr¨¢ctica sexual que eleva el riesgo de infecci¨®n, adicciones y mala salud mental
Los expertos alertan de un auge del consumo problem¨¢tico de drogas entre hombres que tienen sexo con otros hombres para mantener largas jornadas de sexo. Sanidad admite su ¡°preocupaci¨®n creciente¡± por esta pr¨¢ctica y los sanitarios urgen m¨¢s recursos asistenciales para tratarlo
Basta una ojeada a una conocida app de contactos gay para ilustrar la dimensi¨®n del chemsex, un fen¨®meno casi exclusivo del colectivo de hombres que tienen sexo con otros hombres y que se caracteriza por el consumo intencionado de drogas para tener relaciones sexuales por un per¨ªodo largo de tiempo. En un solo vistazo a la app, decenas de usuarios toman partido en su perfil de la aplicaci¨®n: ¡°Cero drogas¡± o ¡°No chems¡±, zanjan los m¨¢s reticentes en las primeras l¨ªneas de su descripci¨®n personal; ¡°Busco fiesta¡± o ¡°De chill [como se conocen estas fiestas sexuales]¡±, invitan otros. Pocos se quedan al margen. A favor o en contra. El auge del chemsex obliga a posicionarse.
De facto, se trata de una pr¨¢ctica minoritaria dentro del colectivo gay, pero est¨¢ ganando terreno en la calle, advierten las voces consultadas. Los expertos alertan de un aumento del consumo problem¨¢tico de sustancias en este contexto y avisan de los peligros de este fen¨®meno: el chemsex eleva el riesgo de infecciones de transmisi¨®n sexual (ITS), adicciones y mala salud mental. El Ministerio de Sanidad admite su ¡°preocupaci¨®n creciente¡± por esta pr¨¢ctica.
Estas fiestas sexuales pueden durar horas, incluso d¨ªas. En casas privadas o locales, como saunas o clubs de sexo, entre otros. La mayor¨ªa son en grupo, pero tambi¨¦n se practica el chemsex entre tr¨ªos, parejas o en solitario viendo porno o por skype con alguien a distancia. Seg¨²n el estudio Homosalud 2021, que encuest¨® a 2.843 personas del colectivo de gais, bisexuales y otros hombres que tienen sexo con hombres, la prevalencia del chemsex en Espa?a en este grupo de poblaci¨®n es del 9,4% y los motivos de inicio son varios: desde aumentar la libido o desinhibirse sexualmente hasta potenciar el placer.
Aunque los expertos matizan que no se puede desligar el fen¨®meno de la realidad de discriminaci¨®n, acoso y estigma en la que ha vivido esta minor¨ªa en la sociedad patriarcal. Jorge Garc¨ªa, de la unidad de ITS Drassanes de Barcelona, sintetiza: ¡°El inicio suele ser explorativo, por inter¨¦s y curiosidad, pero hay un trasfondo de haber vivido en una minor¨ªa y habernos desarrollado en una heteronormatividad que nos lleva a lidiar con una homofobia interiorizada. Esto genera una mochila de estr¨¦s y ansiedad con tu sexualidad y el chemsex sirve de evasi¨®n¡±.
Javier Sotomayor se top¨® con el chemsex por casualidad hace seis a?os en Madrid. Ni sab¨ªa lo que era, admite. ¡°Qued¨¦ con una persona y luego lleg¨® m¨¢s gente. Me preguntaron si me iba el slam [consumo de drogas inyectadas] y yo lo confund¨ª con el sling [un columpio sexual] y dije que s¨ª. Me prepararon una jeringuilla con metanfetamina y me la inyectaron. Me entr¨® una paranoia y tuve un problema con una persona del grupo¡±, recuerda este chileno de 39 a?os afincado ahora en Barcelona. All¨ª, por practicar slamming, contrajo hepatitis C. Nunca tuvo un consumo problem¨¢tico, pero ah¨ª ech¨® el freno. ¡°Eso me hizo repensarlo todo. En ese momento, la sexualidad en Chile no se ve¨ªa igual y yo estaba en una b¨²squeda de experimentar m¨¢s placer. Pero el malestar f¨ªsico y mental me llev¨® a tomar conciencia¡±, explica. Sotomayor sigue practicando el chemsex, pero ha dosificado el consumo de sustancias y los tiempos: ¡°Lo hago en un estado recreativo, l¨²dico y teniendo en cuenta el riesgo. Espacio los tiempos de consumo y lo hago, como mucho, una vez al mes, con v¨ªas de consumo menos arriesgadas y m¨¢s conciencia¡±, admite.
La comunidad cient¨ªfica ha empezado a dimensionar el fen¨®meno, pero no hay cifras rotundas. De hecho, ni siquiera se ponen de acuerdo con la definici¨®n exacta de chemsex y los estudios disponibles, a menudo, no son comparables. Difieren, por ejemplo, sobre las drogas de consumo para considerarlo chemsex ¡ªen Reino Unido los cl¨¢sicos eran la mefedrona, la metanfetamina y el GHB, pero en Espa?a tambi¨¦n se consumen coca¨ªna, popper o viagra, entre otras sustancias¡ª. Homosalud cifra la prevalencia en el 9,4%, pero la encuesta europea sobre conductas sexuales dirigida a este mismo colectivo (EMIS 2017) se?ala que, en Espa?a, entre los hombres que hab¨ªan tenido relaciones sexuales en el ¨²ltimo a?o, el 14,1% hab¨ªa usado drogas estimulantes para que el sexo fuera m¨¢s intenso o durara m¨¢s tiempo en ese per¨ªodo y el 7,6% lo hab¨ªa hecho en el ¨²ltimo mes.
Hay, tambi¨¦n, diferencias dentro del colectivo. La encuesta europea se?ala que el consumo de drogas con fines sexuales fue mayor en hombres con VIH, nacidos fuera de Espa?a, y en aquellos que viv¨ªan en ciudades de m¨¢s de 500.000 habitantes. Pablo Ryan, miembro del Grupo de Estudio del Sida (Gesida) de la Sociedad Espa?ola de Infecciosas, constata, precisamente, una mayor prevalencia en las personas seropositivas: era del 29% en 2016 y del 25% en 2020, seg¨²n un estudio. El hecho de tener VIH es un factor de vulnerabilidad ante el chemsex, concuerdan los especialistas, porque el miedo a la discriminaci¨®n y a revelar su estado serol¨®gico propicia mayores dificultades en la gesti¨®n de su sexualidad. Tambi¨¦n ser migrante, la dismorfobia (obsesi¨®n por la verg¨¹enza del cuerpo), la pobreza y la exclusi¨®n social son otros elementos de vulnerabilidad.
Los expertos consultados ya han dado la voz de alarma y avisan de que el chemsex va en aumento, con pr¨¢cticas cada vez m¨¢s arriesgadas. El fen¨®meno se ha convertido, en palabras de Josep Mallolas, jefe de la Unidad de VIH-Sida del Cl¨ªnic de Barcelona, en ¡°la primera ficha de un domin¨® perverso que ponen en marcha muchos problemas psiqui¨¢tricos, sexuales, sociol¨®gicos y f¨ªsicos¡±. Bcn Checkpoint, un centro comunitario en el centro de Barcelona, atiende a unas 200 personas al a?o con consumo problem¨¢tico de chemsex en su servicio especializado y tienen lista de espera, se?ala el psic¨®logo de la entidad, Toni Gata: ¡°Ha habido un aumento del consumo y a nivel cl¨ªnico no tienen nada que ver con lo que nos llegaba en 2017. Antes los que practicaban slam eran el 1% de los usuarios de chemsex y ahora lo hace la mayor¨ªa. Ha habido diversas muertes por sobredosis en el colectivo y casos m¨¢s agravados¡±.
Coincide en el diagn¨®stico Luis Villegas, responsable de la entidad Stop Sida en Barcelona, que tambi¨¦n dispone de un programa de ayuda al chemsex problem¨¢tico: ¡°El fen¨®meno se ha extendido y est¨¢ m¨¢s instalado. Los primeros a?os la poblaci¨®n afectada eran trabajadores sexuales y ahora vemos personas no binarias, mujeres trans, personas migrantes... Tambi¨¦n hay m¨¢s acercamiento a la pr¨¢ctica del slam¡±. Garc¨ªa, por su parte, apunta que la pandemia aviv¨® en la poblaci¨®n la sintomatolog¨ªa de estr¨¦s y soledad ¡ª¡±conocidos desencadenantes del chemsex¡±, apostilla¡ª y todo ello puede haber propiciado en este colectivo un incremento de estas pr¨¢cticas.
A m¨¢s de 600 kil¨®metros de Barcelona, en Madrid, Pablo Ryan, de Gesida, dibuja una realidad similar: ¡°Se est¨¢ normalizando cada vez m¨¢s, aunque el chemsex sigue siendo minoritario y m¨¢s minoritario todav¨ªa es el consumo problem¨¢tico. Pero s¨ª nos llegan casos de ingresos en la UCI por mezclar GHB [un depresor sedante l¨ªquido] y alcohol, por ejemplo, y fallecimientos por sobredosis o suicidios asociados al consumo problem¨¢tico¡±.
Problemas de salud
El fen¨®meno del chemsex enciende varias alertas sanitarias. Para empezar, el riesgo de contraer ITS. Bajo los efectos de las drogas, se baja la percepci¨®n de peligro y las pr¨¢cticas de riesgo (como el sexo sin preservativo) aumentan: un estudio de Barcelona Checkpoint, por ejemplo, constat¨® que el riesgo de infecci¨®n de VIH entre los hombres gais que practican chemsex es tres veces mayor. El uso de drogas inyectadas tambi¨¦n eleva el riesgo de ITS. Un estudio de Gesida muestra que los usuarios que practicaban slam ten¨ªan m¨¢s probabilidades de depresi¨®n, ansiedad y trastornos relacionados con las drogas que el resto de usuarios de chemsex. Y tambi¨¦n ten¨ªan m¨¢s s¨ªntomas psicopatol¨®gicos graves (paranoia, conductas suicidas), dependencia, abstinencia y fueron diagnosticados de m¨¢s ITS y hepatitis C. Seg¨²n Homosalud, el 38% de los usuarios de chemsex afirman haberse inyectado drogas en los ¨²ltimos 12 meses.
Roc (nombre ficticio) es graduado en Ciencias Pol¨ªticas, tiene 29 a?os y empez¨® a coquetear con el chemsex hace seis a?os. En 2018, tras romper una relaci¨®n compleja, pas¨® a practicarlo cada semana: ¡°No ten¨ªa control externo alguno. Solo me frenaba un trabajo precario que me hac¨ªa infeliz. De viernes a domingo por la noche hac¨ªa lo que quer¨ªa: empezaba el viernes por la ma?ana con las apps para buscar d¨®nde ir y llegaba a casa el domingo para dormir algo e ir el lunes a trabajar¡±. Sab¨ªa que estaba ¡°en la boca del lobo¡±, admite: ¡°Tus amigos acaban siendo los que van de chill contigo, mi entorno anterior estaba desapareciendo, era arisco con mis padres... Fue una bola hasta que conoc¨ª a un chico que hab¨ªa estado en Stop Sida y me ense?¨® un cartelito con preguntas. La ¨²ltima era: ?cu¨¢nto tiempo hac¨ªa que no ten¨ªa sexo sobrio? Y pens¨¦: ¡®no me acuerdo¡±.
?l, que se define como ¡°pac¨ªfico y calmado¡±, se convirti¨® en alguien ¡°explosivo y desconfiado¡± a causa del consumo de drogas: ¡°Sent¨ªa que la gente me odiaba y las drogas lo magnificaban. Pero yo era t¨ªmido, mi relaci¨®n con los hombres era dificil¨ªsima. El chemsex era un espacio seguro y te desinhibes¡±, se?ala. Roc pidi¨® ayuda en Stop Sida y empez¨® a tratar su consumo problem¨¢tico, pero admite que a¨²n tiene mono. Ahora es trabajador sexual, pero evita el consumo con clientes: ¡°Sigo consumiendo, pero evito contextos como las chill. La tina [metanfetamina], si la tengo delante, no me puedo controlar. La evito. Con el GHB y la ketamina tengo una relaci¨®n m¨¢s normal porque no me provoca adicci¨®n y me he pasado a la mefedrona para pasar los efectos de la tina¡±. La pandemia fue un retroceso para ¨¦l: ¡°Volvimos atr¨¢s. Hab¨ªamos tejido redes de apoyo, hab¨ªa tendido puentes con mis padres, pero no pod¨ªa verlos, no pod¨ªas salir y todo se rompi¨®. Los factores de protecci¨®n que nos rodeaban cayeron de golpe¡±, explica.
La adicci¨®n es otro de los grandes problemas que subyace tras esta pr¨¢ctica. Sustancias como la metanfetamina ¡ªprovoca euforia y desinhibici¨®n¡ª son altamente adictivas, se?alan los expertos, y el control de drogas como el GHB es complejo: la barrera entre la dosis recreativa y la dosis t¨®xica es muy fina. El consumo de estas sustancias puede desembocar, adem¨¢s, en una sintomatolog¨ªa mental, desde paranoia e irritabilidad hasta brotes psic¨®ticos, depresi¨®n y, en el peor de los casos, suicidio. Gata califica el consumo problem¨¢tico de chemsex como ¡°un problema de salud p¨²blica¡±: ¡°Se est¨¢ comparando el chemsex con la primera pandemia de VIH, que se carg¨® a una generaci¨®n de hombres que ten¨ªan sexo con otros hombres. El chemsex se est¨¢ llevando a una parte de la poblaci¨®n, no a nivel mortal, pero es gente que no tiene trabajo, redes ni casa¡±.
Sin recursos asistenciales
El Ministerio de Sanidad ha creado un grupo de trabajo para abordar este fen¨®meno y asegura que financia proyectos comunitarios para tratar el chemsex, pero a pie de calle, los expertos alertan de que no hay recursos suficientes. Es preciso detectar el consumo problem¨¢tico cuanto antes, avisa Ryan: ¡°Esto es, cuando empieza a afectar a otros ¨¢mbitos de la vida personal, del trabajo... Estas personas necesitan una atenci¨®n especializada y el sistema no estaba preparado para atender esta realidad. Aunque se ha intentado, es dif¨ªcil encontrar un circuito de atenci¨®n dirigido a este problema¡±, resuelve.
El Cl¨ªnic dispone de una unidad especializada que atiende a unas 300 personas con chemsex problem¨¢tico y Mallolas urge un tratamiento integral. Gata aboga por un abordaje en tres escalones: informar para que puedan hacer un control de los riesgos, bajar el consumo para que haya una reducci¨®n de da?os y, para los que quieren eliminar las drogas de la ecuaci¨®n, una atenci¨®n psicol¨®gica y psiqui¨¢trica individualizada y terapias grupales. El uso de la PreP ¡ªadministrar un antiviral antes de tener relaciones sexuales de riesgo para evitar la infecci¨®n por VIH¡ª y reforzar los cribados de ITS son dos estrategias necesarias para reducir riesgos, apuntan los m¨¦dicos. Tambi¨¦n formar a los profesionales sanitarios para mejorar la detecci¨®n precoz.
Barcelona ha impulsado desde 2017 la atenci¨®n a este fen¨®meno, recuerda la concejal de Salud, Gemma Tarafa, con dos dispositivos asistenciales especializados y el acceso a pruebas r¨¢pidas de ITS a trav¨¦s de apps de contacto. En 2017, los centros de atenci¨®n a drogodependencias de la ciudad atendieron a 67 personas con chemsex problem¨¢tico; en 2020, fueron 130 personas. Pero eso no significa que el chemsex se haya duplicado, puntualiza Tarafa, porque esto son casos de inicio de tratamiento, no de consumo. ¡°Puede ser que tengamos un sistema de captaci¨®n mejor que antes. En cualquier caso, siguen siendo cifras bajas y es el mejor momento para actuar de forma precoz. Hay que hacer prevenci¨®n, acompa?amiento y apoyo¡±.
Fernando Caudevilla, m¨¦dico de familia y experto en drogas de s¨ªntesis, recuerda el peso del ¡°elemento moral¡± en el abordaje y la atenci¨®n al chemsex y reclama dimensionar bien el fen¨®meno para implementar servicios de intervenci¨®n: ¡°Es un tema doblemente tab¨² porque si ya abordar las drogas es inmoral, con el sexo todav¨ªa m¨¢s. Son necesarios recursos espec¨ªficos¡±.
Cada persona es un mundo, hay casu¨ªsticas diversas y procesos distintos. Tampoco todas las personas que practican chemsex tienen un consumo problem¨¢tico, matizan los expertos. Pero en el fondo de todo, agrega Sotomayor, subyace a menudo un poso de ¡°falta de amor propio y falta de educaci¨®n sexual¡± que alientan este fen¨®meno: ¡°No nos ense?an a tener sexo. El chemsex es un s¨ªntoma de algo m¨¢s profundo que a¨²n est¨¢ pendiente de abordar. No es esta pr¨¢ctica lo que lleva a perder una vida, sino que hay una falta de educaci¨®n sexual de fondo que genera frustraciones¡±.
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