Un hombre de 85 a?os se adelant¨® a la Biblioteca Nacional y compr¨® el manuscrito in¨¦dito del nobel Jos¨¦ Echegaray
Rub¨¦n Acedo adquiri¨® por 2.200 euros la obra perdida del matem¨¢tico y dramaturgo, horas antes de que el organismo p¨²blico se interesase por ella
Los especialistas de la Biblioteca Nacional de Espa?a desayunaron con una sorpresa el jueves 2 de febrero. Este peri¨®dico public¨® que una anticuaria llevaba dos d¨¦cadas intentando vender, por unos irrisorios 1.600 euros, el manuscrito de una obra in¨¦dita de Jos¨¦ Echegaray ¡ªganador del Nobel de Literatura en 1904¡ª sin que nadie se hubiese interesado jam¨¢s por el documento. ¡°El mismo d¨ªa que sali¨® la noticia en la prensa, se contact¨® con la librera para mostrar el inter¨¦s por parte de la Biblioteca Nacional. Fue entonces cuando la librera comunic¨® que ya lo hab¨ªa vendido¡±, explican fuentes del Departamento de Adquisiciones de la instituci¨®n. Alguien se adelant¨® aquel jueves a la Biblioteca Nacional. Rub¨¦n Acedo, un hombre nacido hace 85 a?os en una aldea vasca, ajeno totalmente al coleccionismo literario, madrug¨® aquel d¨ªa, ley¨® EL PA?S y llam¨® alrededor de las ocho de la ma?ana a la anticuaria para comprar el manuscrito.
Acedo cuenta por tel¨¦fono que, ya jubilado, dedica ¡°bastante tiempo a leer¡± y le fascin¨® la historia del documento. Echegaray, un matem¨¢tico e ingeniero de caminos reconvertido en dramaturgo a los 40 a?os, escribi¨® la comedia Don Fernando el emplazado en junio de 1904, cinco meses antes de ganar el Nobel. En la farsa, un hombre que cree que su muerte es inminente decide hablar con total sinceridad con todas las personas de su entorno. La obra, pese a que Echegaray ya era c¨¦lebre, fracas¨® en su estreno en un teatro de Santander, no se imprimi¨® y fue completamente olvidada. Ni siquiera aparece en las principales bibliograf¨ªas del matem¨¢tico y dramaturgo. Cuando ley¨® la noticia aquel jueves, Acedo pens¨® que esa obra maldita ten¨ªa que ser suya. ¡°Era una oportunidad ¨²nica¡±, rememora.
El octogenario relata que naci¨® en la aldea de Oteo, en la comarca de la Monta?a Alavesa, y de joven emigr¨® a Venezuela ¡°para no hacer el servicio militar en el Ej¨¦rcito al servicio de Franco¡±. All¨ª estudi¨® Filosof¨ªa y Psicopedagog¨ªa. Hace medio siglo, fund¨® en Caracas el germen de lo que hoy es el Colegio Yale, una instituci¨®n privada con unos 500 alumnos, laica pero con un enfoque espiritual. ¡°Yo fund¨¦ el colegio para llevar adelante mi idea de educar para la felicidad, porque nadie nos educa para ser felices, siendo esta la m¨¢s profunda aspiraci¨®n del coraz¨®n humano. Nuestros dos lemas son: educaci¨®n para la felicidad y ense?anza para la convivencia¡±, se?ala.
Acedo, que pag¨® 2.200 euros por un aumento de ¨²ltima hora en el precio del manuscrito, todav¨ªa no ha decidido qu¨¦ har¨¢ con esta obra in¨¦dita del ganador del Nobel de Literatura. Entre las opciones que baraja figuran exponer el documento en la biblioteca de su colegio de Caracas, ¡°como un testimonio de membres¨ªa y lealtad a la hispanidad¡±, o don¨¢rselo al Ayuntamiento de la aldea vasca en la que naci¨®. Para sacarlo de Espa?a, al ser una pieza con m¨¢s de 100 a?os de antig¨¹edad, necesitar¨ªa un permiso de exportaci¨®n concedido por el Ministerio de Cultura, seg¨²n subrayan desde la Biblioteca Nacional. Acedo, con doble nacionalidad espa?ola y venezolana, vive a caballo entre M¨¢laga y Caracas.
La anticuaria, Marta Micaela Fern¨¢ndez de Navarrete, explica que sus padres, dos libreros madrile?os ya fallecidos, adquirieron el manuscrito de Echegaray dentro del archivo personal de Mariano Ord¨®?ez, un cacique desp¨®tico que fue ministro de varias carteras hace un siglo. Fern¨¢ndez de Navarrete, que comenz¨® como bi¨®loga cultivando ostras en Ayamonte (Huelva), acab¨® heredando el negocio de sus padres. En 2004, un siglo despu¨¦s de que Echegaray escribiera Don Fernando el emplazado, la anticuaria puso el manuscrito a la venta por 1.600 euros, sin que nadie se interesase por ¨¦l en las dos d¨¦cadas transcurridas. Rub¨¦n Acedo fue el primero, aquel jueves pasadas las ocho de la ma?ana.
Este peri¨®dico inform¨® previamente de la existencia del manuscrito ¡ªd¨ªas antes de publicar la noticia¡ª a varias instituciones espa?olas, como el Archivo Hist¨®rico Nacional y el Museo Nacional del Teatro, ambos dependientes del Ministerio de Cultura. La Biblioteca Nacional fue la primera instituci¨®n espa?ola que intent¨® adquirir el documento, pero lleg¨® tarde, horas despu¨¦s de que lo comprase Rub¨¦n Acedo.
Las mismas fuentes del organismo admiten que desconoc¨ªan la existencia del manuscrito, pese a que estaba a la venta en conocidas plataformas de coleccionismo, como TodoColecci¨®n y Uniliber. ¡°Aunque la Biblioteca Nacional, para seleccionar las piezas que son de su inter¨¦s, hace seguimiento de lo que sale al mercado de libros, a trav¨¦s de los cat¨¢logos que llegan de los propios libreros o de las casas de subasta, evidentemente no se tiene conocimiento de todo el mercado del libro. En este caso concreto, no se recibi¨® ninguna noticia al respecto¡±, afirman. Otra fuente de otro organismo p¨²blico del sector lamenta que se pierdan estas oportunidades: ¡°Es de lo m¨¢s normal que nadie comprara el manuscrito en estos 20 a?os. Muchas de las instituciones, tanto privadas como p¨²blicas, no miran los cat¨¢logos o subastas en donde se pueden encontrar estas cosas¡±.
El cient¨ªfico Santiago Ram¨®n y Cajal, ganador del Nobel de Medicina en 1906 tras demostrar que el cerebro est¨¢ organizado en c¨¦lulas individuales, describi¨® as¨ª a su colega Jos¨¦ Echegaray: ¡°Era incuestionablemente el cerebro m¨¢s fino y exquisitamente organizado de la Espa?a del siglo XIX. ?l lo fue todo, porque pod¨ªa serlo todo: ministro, orador, hacendista, maestro, escritor, dramaturgo, investigador¡±.
Echegaray, nacido en Madrid en 1832 y fallecido en la misma ciudad en 1916, fue el n¨²mero uno de su promoci¨®n de ingenieros de caminos y acab¨® siendo ministro de Fomento y de Hacienda, aunque su aut¨¦ntica vocaci¨®n siempre fueron las matem¨¢ticas. Fue ¡°el mejor matem¨¢tico espa?ol del siglo XIX¡±, en palabras de su principal bi¨®grafo, Jos¨¦ Manuel S¨¢nchez Ron. Rub¨¦n Acedo habla con pasi¨®n de su manuscrito y admite que lleva d¨ªas mirando embelesado sus 96 p¨¢ginas, pero reconoce que todav¨ªa no ha conseguido leerlo entero, por la enrevesada letra del dramaturgo. ¡°Me estoy planteando estudiar un curso de grafolog¨ªa¡±, afirma con ilusi¨®n.
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