Algunos animales tambi¨¦n cuidan de los m¨¢s necesitados, aunque no sean parientes
Los grandes simios, los elefantes y los delfines destacan por sus comportamientos altruistas
Hay ciertas ideas que se arraigan en la sociedad. No importa cu¨¢ntas veces la ciencia las desmienta, siguen calando durante d¨¦cadas. Recuerdo cuando iba al colegio y la maestra nos explicaba que los seres humanos somos racionales y los animales act¨²an por instinto. De esto, hace ya 20 a?os y desde entonces, se han aportado numerosas evidencias de animales que aprenden del entorno y act¨²an de manera flexible.
Pero hoy en d¨ªa, se siguen dando discursos dualistas que beben de esta idea simplista, incluso dentro del mundo acad¨¦mico. Reducen a los animales a meras m¨¢quinas biol¨®gicas, cuyo comportamiento est¨¢ determinado ¨²nicamente por los genes. Seg¨²n esta visi¨®n, la cooperaci¨®n se da solo entre animales emparentados y, si un individuo enferma, es abandonado por el resto del grupo, porque as¨ª funciona la selecci¨®n natural. En contraposici¨®n, los seres humanos somos seres racionales, conscientes de nuestros actos. Compartimos unos valores que nos hacen cuidar de los individuos heridos, aunque no tengamos ninguna relaci¨®n con ellos.
Este tipo de mensajes, f¨¢ciles de entender, nos hacen sentir especiales y se propagan como un virus. Las respuestas complejas son menos populares pero, a menudo, m¨¢s acertadas. Con el t¨¦rmino ¡°animal¡± nos estamos refiriendo a m¨¢s de un mill¨®n de especies distintas. Muchas de ellas, como las esponjas marinas o los mejillones, es probable que solo sean m¨¢quinas biol¨®gicas. Y es cierto que un gran n¨²mero de especies carecen de la complejidad cognitiva y la empat¨ªa necesarias para realizar ciertas acciones altruistas. Pero est¨¢ demostrado que los humanos no somos los ¨²nicos en el planeta que ayudamos y cuidamos a los m¨¢s necesitados. En especial, los chimpanc¨¦s, los elefantes y los cet¨¢ceos destacan por este comportamiento.
Chimpanc¨¦s
En Gab¨®n, los chimpanc¨¦s aplican insectos para curar heridas abiertas de otros individuos y, en Gombe, se les ha visto usar hojas para limpiarlas. Los chimpanc¨¦s que viven en la selva de Ta? adaptan su comportamiento a las necesidades espec¨ªficas de los enfermos. Por ejemplo, los machos dominantes impiden que sean molestados por otros miembros del grupo y todos esperan a que los heridos empiecen a caminar para reanudar la marcha. Estos cuidados suelen darse entre individuos emparentados, pero no siempre.
En 2011, se public¨® uno de los estudios que relata de forma m¨¢s detallada un caso de ayuda en chimpanc¨¦s en libertad. Durante dos d¨ªas, se observ¨® a un adolescente ayudar a una hembra herida a llevar a su beb¨¦. La madre no pod¨ªa seguir el ritmo del resto del grupo y se deten¨ªa con frecuencia, dejando al infante en el suelo cada vez. Entonces, el joven macho recog¨ªa al beb¨¦ y lo llevaba durante gran parte del recorrido. En esta comunidad de chimpanc¨¦s se hab¨ªa observado a otros machos cargando cr¨ªas, pero nunca durante tanto tiempo. El adolescente no ten¨ªa ninguna relaci¨®n de parentesco con la madre.
Por ¨²ltimo, existen numerosos reportes de chimpanc¨¦s que adoptan infantes hu¨¦rfanos. Al igual que en los humanos, la adopci¨®n en los chimpanc¨¦s implica la provisi¨®n regular de cuidados maternales, como el transporte, el reparto de comida, la defensa y el aseo. En la selva de Ta?, son comunes las adopciones por miembros del grupo no emparentados, como hembras j¨®venes amigas de la madre fallecida.
En todos estos casos, el comportamiento prosocial mejor¨® la situaci¨®n de los necesitados, acelerando su curaci¨®n, permiti¨¦ndoles seguir el ritmo del grupo o sobrevivir sin los cuidados de una madre. Esto quiere decir que los chimpanc¨¦s son capaces de comprender la situaci¨®n de otros individuos en apuros y prestar la ayuda adecuada de forma flexible.
Elefantes
Se conocen un notable n¨²mero de historias sobre elefantes que asisten a cong¨¦neres necesitados. En la mayor¨ªa de los casos, se trata de madres y hermanas que intentan levantar a una cr¨ªa enferma, la ayudan a cruzar un r¨ªo o la rescatan del fango. Sin embargo, tambi¨¦n existen ocasiones en las que la asistencia se da entre individuos no emparentados e incluso desconocidos.
Un art¨ªculo publicado en 2006 narra detalladamente los acontecimientos alrededor del desfallecimiento y posterior muerte de una matriarca llamada Eleonor. Dos minutos despu¨¦s de que cayera al suelo, otra matriarca ajena a la familia se acerc¨® r¨¢pidamente con cierto grado de excitaci¨®n. Primero olfate¨® y toc¨® el cuerpo con la trompa y el pie y luego, con sus colmillos, levant¨® a Eleanor poni¨¦ndola de nuevo en pie. La matriarca muri¨® al d¨ªa siguiente y su cuerpo fue visitado por varios grupos de elefantes distintos.
Los veterinarios que trabajan anestesiando animales salvajes, saben muy bien la que se l¨ªa cuando lanzan un dardo a un elefante. Como describi¨® Harthoorn en 1970, ¡°de pronto hubo un tumulto indescriptible de bestias gritonas y trompeteras. El joven animal inmovilizado fue levantado repetidamente sobre los colmillos de las grandes vacas viejas hasta que, al cabo de dos horas, empez¨® a ponerse en pie y finalmente fue conducido dentro del bosque¡±.
Un estudio reciente propone que los elefantes, al igual que los humanos, se han autodomesticado. Por eso, a pesar de que nuestros linajes evolutivos divergieron cuando surgieron los primeros mam¨ªferos placentarios, compartimos muchas caracter¨ªsticas: un marcado comportamiento prosocial, una agresividad reducida, una larga juventud o un sistema de comunicaci¨®n complejo.
Cet¨¢ceos
Los cet¨¢ceos se caracterizan por unas elevadas capacidades cognitivas y comunicativas que les permiten crear y mantener relaciones sociales estrechas. En concreto, los delfines son conocidos por su propensi¨®n a ayudar a los dem¨¢s de distintas maneras, adaptando su ayuda de forma flexible a cada situaci¨®n:
Liberan individuos que quedan atrapados en redes de pesca, sostienen a los enfermos cerca de la superficie de forma correcta para evitar que no se ahoguen, permanecen cerca de una hembra en parto, se interponen entre una embarcaci¨®n y un cong¨¦nere herido para evitar que choquen e incluso cooperan para formar una balsa que transporte a un individuo paralizado.
Tambi¨¦n se han reportado an¨¦cdotas de cet¨¢ceos que ayudan a otras especies. En una ocasi¨®n, se observ¨® a dos delfines turnarse para sostener a una marsopa reci¨¦n nacida en la superficie. Las ballenas jorobadas acosan a orcas que est¨¢n dando caza a otras especies, poniendo en riesgo su propia salud, pues a menudo las orcas les atacan cuando intentan interferir en su cacer¨ªa.
Es probable que, conforme sigamos observando a los animales salvajes, descubramos m¨¢s comportamientos altruistas en m¨¢s especies. No obstante, tampoco es acertado caer en el t¨®pico de que los animales son mejores que las personas. De nuevo, esta es una idea simplista que no hace justicia a la realidad y nos separa de la naturaleza. Los chimpanc¨¦s tambi¨¦n matan a otros individuos y es conocido el caso de un delf¨ªn mular que, en lugar de ayudar a una hembra que emit¨ªa se?ales de socorro, decidi¨® abandonarla.
Los humanos somos un animal m¨¢s entre la diversidad natural. No somos mejores, peores o m¨¢s especiales. Como todos, tenemos peculiaridades ¨²nicas, pero ni la raz¨®n, ni la empat¨ªa, ni el altruismo nos pertenecen solo a nosotros.
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