Los animales tienen m¨¢s miedo de los humanos que de los leones
Las voces de las personas provocan la huida despavorida de los pobladores de la sabana africana, m¨¢s que los gru?idos del rey de la selva
A los animales de la sabana africana les aterra m¨¢s o¨ªr a humanos charlando que los gru?idos de los leones. Un grupo de investigadores acaba de demostrar que la pr¨¢ctica totalidad de las especies, desde elefantes hasta jabal¨ªes verrugosos, echan a m¨¢s a correr y m¨¢s r¨¢pido cuando oyen voces que cuando escuchan al gran depredador de la selva. El trabajo, centrado en la llamada ecolog¨ªa del miedo y sus consecuencias en la conducta animal, agrega otro impacto de la mera presencia de las personas en el entorno natural.
El le¨®n es el mayor depredador de ?frica. Su sola presencia modula el comportamiento del resto de animales. Pero por encima de ¨¦l, est¨¢n los humanos que durante milenios han cazado al resto de seres vivos en una escala que los convierte en los superdepredadores. Un trabajo publicado hace unos a?os estim¨® que la tasa de depredaci¨®n humana era 10 veces mayor que la de los grandes carn¨ªvoros. Partiendo de esta realidad, un grupo de ec¨®logos quer¨ªan ver c¨®mo reaccionaban los animales del Parque Nacional Gran Kruger (no relacionado con el Parque Kruger, tambi¨¦n en Sud¨¢frica) al sonido de ambas amenazas. Para realizar el estudio, desplegaron varios sistemas de c¨¢maras y altavoces cerca de charcas o pozas de agua que reproduc¨ªan conversaciones humanas (nada de gritos) o gru?idos de los leones (nada de rugidos) cuando alg¨²n animal se acercaba a beber. El dise?o del experimento se complet¨® con otros momentos en los que los animales o¨ªan a perros de caza o disparos y, como medida de control, el canto de unos p¨¢jaros. Todos los sonidos los emitieron al mismo nivel, 60 decibelios.
Los resultados del trabajo, publicado en la revista cient¨ªfica Current Biology, son contundentes: Tras m¨¢s de 15.000 v¨ªdeos, resulta que los animales muestran el doble de probabilidades de echar a correr y abandonar los pozos de agua al o¨ªr a los humanos que si lo que escuchan son leones o sonidos de caza. El patr¨®n se reprodujo en 18 de las 19 especies que pasaron por las charcas. Jirafas, leopardos, hienas, cebras, kud¨²es, jabal¨ªes, impalas... todos huyen m¨¢s de una persona hablando que de leones gru?endo. Solo los licaones o perros salvajes africanos tendieron a huir m¨¢s de los felinos. Pero la bi¨®loga de la Universidad de Ontario Occidental (Canad¨¢), Liana Y. Zanette, primera autora de la investigaci¨®n, aclara la excepci¨®n: ¡°Podr¨ªa tener sentido porque los leones persiguen a los perros salvajes africanos y los buscar¨ªan activamente para matarlos. Sin embargo, no estamos seguros de la solidez de estos patrones. No fueron estad¨ªsticamente significativos porque logramos muy pocos v¨ªdeos de perros salvajes africanos¡±, dice. En concreto, apenas los grabaron 13 veces, frente a centenares de ocasiones a las otras especies.
Los investigadores afinaron sus observaciones y pudieron medir tambi¨¦n lo despavoridos que hu¨ªan los animales: En general, abandonaban las charcas y su preciada agua un 40% m¨¢s r¨¢pido cuando o¨ªan a los humanos que cuando escuchaban a los leones. Aqu¨ª, de nuevo, el miedo a los felinos empata con el miedo a los perros o a las grabaciones de cazadores disparando. Incluso los m¨¢s grandes de la sabana, los elefantes y los rinocerontes, aunque se lo tomaban con m¨¢s tranquilidad, hu¨ªan m¨¢s r¨¢pido de las personas que de los felinos. De hecho, grabaron a m¨¢s de un elefante que, al o¨ªr a un le¨®n, se iba furibundo contra el altavoz, destroz¨¢ndolo. Algo que nunca hicieron al escuchar una voz humana.
Dos datos pueden dar contexto a la relevancia de estos resultados: este enorme parque fue uno de los primeros en prohibir la caza dentro ¨¦l hace ya varias d¨¦cadas (aunque sigue existiendo el problema del furtivismo). As¨ª que el temor a los humanos cazadores deber¨ªa de haber menguado. Por otro lado, el Parque Nacional Gran Kruger es uno de los que mayor concentraci¨®n de leones tiene, siendo, de hecho, base para la reintroducci¨®n de este felino en otras ¨¢reas de las que se extingui¨®. Aunque habr¨ªa que repetir el experimento en otras partes de ?frica, estudios con voces humanas en otras latitudes ya hab¨ªan demostrado que el tej¨®n com¨²n en los bosques del Reino Unido, el venado cola blanca en Estados Unidos, o ualab¨ªes en Australia, huyen m¨¢s de los humanos que de sus depredadores naturales. ¡°La acumulaci¨®n de pruebas muestra que en todas partes la vida salvaje teme a los humanos, a todos los humanos, mucho m¨¢s que cualquier otro depredador del planeta¡±, declara la cient¨ªfica canadiense.
Zanette lleva a?os investigando en un campo de la biolog¨ªa animal conocido como la ecolog¨ªa del miedo. Este miedo, que los humanos del pasado compart¨ªan, sigue siendo uno de los motores de la vida. Que tantos animales se alejen de la posiblemente ¨²nica fuente de agua que tienen en kil¨®metros a la redonda en plena temporada seca de la sabana (cuando se realizaron los experimentos) supone un gran coste y muestra el poder del miedo para moldear la conducta. Los depredadores no solo limitan las poblaciones de depredados mediante la eliminaci¨®n f¨ªsica, varios estudios han demostrado que el estr¨¦s que inducen en las presas tiene consecuencias como la reducci¨®n del ¨¦xito reproductivo. ¡°Tambi¨¦n hemos demostrado en otros trabajos que el miedo en s¨ª mismo puede tener efectos en cascada con repercusiones a lo largo de toda la cadena alimentaria¡±, cuenta Zanette.
¡°Hemos demostrado que el miedo en s¨ª mismo puede tener efectos en cascada con repercusiones a lo largo de toda la cadena alimentaria¡±Liana Y. Zanette, bi¨®loga de la Universidad de Ontario Occidental, en Canad¨¢
En las conclusiones del estudio, sus autores escriben un p¨¢rrafo con profundas implicaciones: ¡°Si la vida silvestre no diferencia entre humanos implicados en actividades benignas o letales, por ejemplo, turismo fotogr¨¢fico frente a caza, entonces se puede esperar que los considerables impactos ecol¨®gicos que ahora se han demostrado que son causados por el miedo a los humanos resulten de la exposici¨®n incluso a humanos ben¨¦volos¡±. El tambi¨¦n bi¨®logo de la misma universidad canadiense, Michael Clinchy, coautor de esta investigaci¨®n, recuerda en una nota: ¡°Existe la creencia de que los animales se acostumbrar¨¢n a los humanos si no son cazados. Pero hemos demostrado que no es as¨ª¡±. De hecho, a?ade, ¡°el miedo a los humanos est¨¢ arraigado y es omnipresente, por lo que debemos empezar a reflexionar sobre esto de cara a la conservaci¨®n¡±.
Si la mera presencia humana, m¨¢s all¨¢ de sus intenciones y acciones, tiene tal impacto, podr¨ªa abrirse camino la idea de prohibir y limitar al m¨ªnimo la interacci¨®n entre humanos y animales como estrategia conservacionista. Pero Zanette advierte de los peligros que una opci¨®n tan extrema podr¨ªa tener: ¡°Cuando los parques son financiados por los contribuyentes, como en Europa y Am¨¦rica del Norte, es perfectamente posible cerrar grandes secciones, y as¨ª se hace, pero no es una opci¨®n en ?frica, porque no tener visitantes significa que no habr¨¢ dinero y que los cazadores furtivos los invadir¨¢n, matando a todos los animales¡±. As¨ª que, tras recordar lo que supondr¨ªa, la cient¨ªfica canadiense hace una ¨²ltima petici¨®n: ¡°Lo peor que le puede pasar a los parques y ¨¢reas protegidas de ?frica es que los turistas dejen de ir, as¨ª que d¨ªgales a los lectores que sigan yendo all¨ª y animen a m¨¢s personas a ir¡±.
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