Hablar antes de bailar: ?por qu¨¦ los perros no pueden seguir el ritmo?
El hecho de que el baile est¨¦ tan poco extendido en la naturaleza requiere una explicaci¨®n
¡°?Por qu¨¦ los perros no pueden bailar?¡±. Esta fue la pregunta que el profesor de biolog¨ªa cognitiva W. Tecumseh Fitch lanz¨® a la comunidad cient¨ªfica en 2006. Por aquel entonces, en el ¨¢mbito cient¨ªfico no se ten¨ªa constancia de que ning¨²n animal, aparte del ser humano, fuese capaz de bailar, entendiendo bailar como la capacidad de sincronizar movimientos motores con el ritmo de una m¨²sica. Esto presentaba una paradoja. ?Por qu¨¦ un fen¨®meno que parece tan sencillo, es tan raro en la naturaleza?
La producci¨®n de sonidos r¨ªtmicos y movimientos es algo com¨²n entre los animales. Lo vemos cuando los grillos estridulan frotando sus alas, cuando los gorilas espalda plateada se golpean el pecho con los pu?os o cuando los l¨¦mures indri vocalizan para comunicarse con su grupo. Tambi¨¦n se ha conseguido entrenar a ratas y monos para que presionen una palanca al ritmo de un metr¨®nomo. Pero de ah¨ª a ser capaz de identificar el ritmo en una m¨²sica compleja, en la que ning¨²n instrumento tiene por qu¨¦ marcarlo, y de moverse voluntariamente en sinton¨ªa, hay un trecho.
Hay algo que es evidente: para poder bailar al ritmo de una melod¨ªa, hacen falta melod¨ªas con ritmo. Y para que haya melod¨ªas con ritmo, hacen falta humanos. En nuestra especie, la m¨²sica puede ser algo individual, pero sobre todo, se trata de una actividad colectiva. Necesitamos que haya un ritmo. Es muy dif¨ªcil coordinar a toda una orquesta, un grupo de rock, o un coro si no hay un pulso continuo que seguir. Nadie espera ir por la selva y encontrarse a un grupo de monos bailando, y es que, para empezar, en la selva no hay melod¨ªas complejas que sigan un ritmo.
Sin embargo, hay animales dom¨¦sticos como los perros, los gatos, las ovejas o las vacas, que llevan viviendo miles de a?os en entornos con m¨²sica y nunca les ha dado por mover el esqueleto. Podemos poner m¨²sica y animar a nuestras mascotas a que se muevan con nosotros, o hacer montajes de v¨ªdeo pero, lo que la evidencia cient¨ªfica parece indicar de momento, es que los perros no bailan. De ah¨ª la pregunta de Fitch.
Tambi¨¦n en 2006, otro cient¨ªfico llamado Aniruddh D. Patel sugiri¨® una explicaci¨®n: para poder bailar es necesario tener aprendizaje vocal. Esta es la capacidad de imitar con el tracto vocal sonidos nuevos que escuchamos en nuestro ambiente. Aunque los humanos lo hacemos con mucha facilidad, este es un rasgo raro que ha surgido en unos pocos grupos de animales, como los p¨¢jaros cantores, los loros o los cet¨¢ceos. Ni siquiera nuestros parientes m¨¢s cercanos, los chimpanc¨¦s y bonobos, poseen un aprendizaje vocal complejo.
?Qu¨¦ llev¨® a Patel a plantear esta hip¨®tesis? En un experimento anterior, hab¨ªa comprobado que a los humanos se nos da mucho mejor movernos al ritmo de un est¨ªmulo auditivo que de un est¨ªmulo visual. Y otros estudios hab¨ªan mostrado que, cuando escuchamos una m¨²sica, se nos activan en el cerebro ¨¢reas motoras, aunque no nos estemos moviendo. Eso suger¨ªa que la percepci¨®n del ritmo deb¨ªa involucrar un procesamiento cognitivo especializado que integrase la informaci¨®n auditiva y la motora.
Entre las distintas fuerzas evolutivas que podr¨ªan propiciar esta integraci¨®n, el aprendizaje vocal le pareci¨® a Patel un buen candidato, ya que requiere escuchar un sonido y reproducirlo con nuestro aparato vocal. Por tanto, su hip¨®tesis predec¨ªa que solo las especies que hubiesen desarrollado aprendizaje vocal podr¨ªan bailar al ritmo de la m¨²sica.
Tan solo un a?o despu¨¦s de que Patel plantease su hip¨®tesis, una cacat¨²a llamada Snowball alcanz¨® fama mundial por salir en un v¨ªdeo de YouTube bailando al ritmo de Another one bites the dust, de Queen. Mediante un experimento, Patel y su equipo de investigaci¨®n del Instituto de neurociencias de San Diego, Estados Unidos, demostraron que, efectivamente, Snowball sincronizaba sus movimientos con la m¨²sica. Cuando manipulaban el tiempo de la canci¨®n, autom¨¢ticamente la cacat¨²a ajustaba el ritmo de sus movimientos. Dado que las cacat¨²as tienen aprendizaje vocal, este hallazgo respaldaba su hip¨®tesis.
Pero en 2013 lleg¨® Ronan, un le¨®n marino que puso en cuesti¨®n las ideas de Patel. Ronan fue entrenado por un equipo de la Universidad de Santa Cruz de California para sincronizar los movimientos de su cabeza con un ritmo musical. En el estudio, los autores concluyeron que, dado que los leones marinos no tienen un aprendizaje vocal muy flexible, la hip¨®tesis de Patel quedaba refutada, y que es posible que la capacidad que muestra Ronan est¨¦ m¨¢s extendida en el mundo animal.
Este descubrimiento abri¨® un debate. ?Realmente Ronan es la prueba de que el aprendizaje vocal y el baile no tienen relaci¨®n? Patel lo niega. Ronan fue sometido a un entrenamiento muy intensivo cuando a¨²n era muy joven. Probablemente, no podr¨ªa haberlo hecho de adulto y sin entrenamiento. Adem¨¢s, los leones marinos, aunque igual no llegan al nivel de los loros o los humanos, s¨ª que tienen aprendizaje vocal, de hecho, a¨²n se desconoce hasta qu¨¦ punto.
Un aspecto que s¨ª ha llevado a Patel a revisar su hip¨®tesis es que hay animales como los p¨¢jaros cantores que, a pesar de tener aprendizaje vocal, no parece que sean capaces de bailar. En una revisi¨®n publicada en 2021, propone que quiz¨¢s solo puedan hacerlo aquellas especies con un mayor grado de aprendizaje vocal. Esta no es una caracter¨ªstica que los animales tengan o no, sino un rasgo que se expresa en mayor o menor medida. Por ejemplo, se considera que los chimpanc¨¦s tienen un cierto aprendizaje vocal, aunque muy limitado, porque son capaces de modificar ligeramente sus vocalizaciones innatas. En el otro extremo estamos los humanos y los loros (grupo al que pertenecen las cacat¨²as), que mostramos una gran plasticidad vocal.
Es posible que solo nosotros y los loros tengamos conexiones cerebrales entre las ¨¢reas motoras y auditivas lo suficientemente fuertes como para poder bailar. El aprendizaje vocal podr¨ªa tratarse de una preadaptaci¨®n, es decir, un cambio evolutivo que aparece con una funci¨®n determinada, pero acaba posibilitando tambi¨¦n otra distinta, en este caso, el baile. Un ejemplo cl¨¢sico de preadaptaci¨®n son las plumas de las aves, que aparecieron en los dinosaurios con una funci¨®n termorreguladora mucho antes de servir para el vuelo.
Si la ciencia sigue avanzando y, si se demuestra definitivamente que Patel est¨¢ en lo cierto, ya sabremos por qu¨¦ los perros no pueden seguir el ritmo de una canci¨®n. Desde luego, parece mentira que para llevar a cabo una actividad tan aparentemente sencilla como bailar, los animales hayamos tenido que aprender primero a hablar.
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