Alva No?, fil¨®sofo de la mente: ¡°Ante las preguntas m¨¢s fundamentales, la ciencia guarda silencio¡±
El profesor de la Universidad de Berkeley cuestiona el uso de la neurociencia para responder a preguntas existenciales que est¨¢n fuera de su alcance
Durante millones de a?os, cuando se quer¨ªa explicar por qu¨¦ suced¨ªa algo importante y misterioso, se acudi¨® a alguna deidad omnipotente. Ahora, en la era de la ciencia, el cerebro y sus neurotransmisores se han convertido en palabras m¨¢gicas que sirven para dar respuestas convincentes a los misterios de toda la vida. ?Por qu¨¦ hay incomprensiones entre hombres y mujeres? Porque esta parte de la corteza cerebral es diferente. ?Por qu¨¦...
Durante millones de a?os, cuando se quer¨ªa explicar por qu¨¦ suced¨ªa algo importante y misterioso, se acudi¨® a alguna deidad omnipotente. Ahora, en la era de la ciencia, el cerebro y sus neurotransmisores se han convertido en palabras m¨¢gicas que sirven para dar respuestas convincentes a los misterios de toda la vida. ?Por qu¨¦ hay incomprensiones entre hombres y mujeres? Porque esta parte de la corteza cerebral es diferente. ?Por qu¨¦ no soy tan feliz como merezco? Porque est¨¢s agotando tu dopamina mirando el m¨®vil.
Alva No? (Nueva York, 59 a?os), fil¨®sofo de la mente de la Universidad de Berkeley (EE UU), reconoce que el discurso neurocient¨ªfico para explicar la consciencia le est¨¢ ganando la batalla a la filosof¨ªa, tanto en la cultura popular como en el mundo acad¨¦mico. ¡°La ciencia da tanta certeza en los dominios en los que ofrece respuestas, que pensamos que ning¨²n conocimiento, ninguna comprensi¨®n merece la pena a menos que tenga ese tipo de certeza¡±, dice. Sin embargo, recuerda: ¡°Cuando se trata de las preguntas m¨¢s importantes, de las preguntas m¨¢s fundamentales, la ciencia guarda silencio. La ciencia no nos dice qu¨¦ son los valores, ni qu¨¦ somos nosotros. La ciencia ni siquiera nos dice qu¨¦ es la raz¨®n en s¨ª misma¡±.
¡°La gente se vuelve hacia la ciencia y piensa: ¡®Oh, s¨ª, estas personas hacen ciencia dura en el laboratorio con cerebros. Deben saber de lo que est¨¢n hablando¡¯. Pero los neurocient¨ªficos inteligentes son los primeros en decirte que estudian esto o aquello, y que no tienen idea de c¨®mo encaja en el todo. Nadie lo sabe. Lo interesante de la filosof¨ªa es que no est¨¢ realmente interesada en darte respuestas. La filosof¨ªa est¨¢ interesada en ayudarte a descubrir mejores preguntas. Y en nuestro mundo contempor¨¢neo, queremos frases r¨¢pidas en X e Instagram¡±, desarrolla.
¡°En mis escritos m¨¢s recientes, especialmente en mi ¨²ltimo libro, que se llama The Entanglement (El enredo) sostengo que es la propia naturaleza de los problemas humanos la que requiere un tipo diferente de investigaci¨®n, del tipo que tanto la filosof¨ªa como el arte proporcionan. Y creo que la filosof¨ªa y el arte no solo son esenciales para entendernos a nosotros mismos, sino que el trabajo de la filosof¨ªa y el arte tambi¨¦n nos cambia. Crecemos y evolucionamos a trav¨¦s de la filosof¨ªa y el arte. As¨ª que la historia de la humanidad, en cierto modo, es la historia del arte y la filosof¨ªa¡±. No? particip¨® recientemente en Santander en un curso de verano de la Universidad Internacional Menendez Pelayo (UIMP) organizado por el Centro Internacional de Neurociencia y ?tica (CINET) de la Fundaci¨®n Tatiana.
Pregunta. En 2010 public¨® Out of our heads, un libro con el que quer¨ªa cambiar la percepci¨®n p¨²blica de lo que pensamos sobre la conciencia como algo que tiene origen en el cerebro. ?Cree que las cosas han cambiado desde entonces o la neurociencia sigue siendo igual de reduccionista?
Respuesta. Por supuesto, pienso que la neurociencia a¨²n es muy reduccionista, aunque no todos los neurocient¨ªficos. Uno de los grandes cambios que ha habido en los ¨²ltimos a?os es que la neurociencia y la ciencia computacional han unido fuerzas. Y creo que a¨²n hay una idea muy asentada en la comunidad emp¨ªrica de que el cerebro es como un ordenador muy complicado, y que una vez que lo entendamos podremos incluso controlar la mente humana y el comportamiento.
Hay cient¨ªficos que tienen la idea de que hay neuronas espec¨ªficas que controlan las decisiones de los jugadores de azar cuando tienen que elegir y plantean que, si podemos modular la neurona, podremos modular las acciones. Nunca he negado que el cerebro sea necesario e incluso crucial. El da?o cerebral nos altera y todo lo que podemos hacer depende de una manera destacable de lo que sucede dentro de nuestro cerebro. Pero mi visi¨®n, como fil¨®sofo y como alguien que se dedica a la ciencia, siempre ha sido que el cerebro adquiere sus poderes en el escenario de la vida completa de la persona, que no es solo un cerebro, sino tambi¨¦n un cuerpo en un entorno social, con una historia y una serie de habilidades, capacidades y valores que moldean incluso lo que no se puede pensar.
El comportamiento del juego de azar presupone ideas sobre el inter¨¦s en el deseo de beneficios y ¨¦xitos, el inter¨¦s en jugar juegos y tomar riesgos, todo fen¨®menos muy sociales. Lo que sucede es que agrupamos esas cosas y decimos: vale, si tomamos todo esto como constante, vamos a mirar al cerebro. Y despu¨¦s imaginamos que podemos contar una historia desde el punto de vista del cerebro. Pero el cerebro solo es parte de una red m¨¢s grande y significativa.
P. Los transhumanistas plantean que se puede volcar la consciencia en un ordenador y que esa consciencia cibern¨¦tica les permitir¨¢ vivir para siempre. ?Qu¨¦ le parece?
R. Hay dos razones por las que esa idea atrae a la gente. Una es que tienen un sentido de lo transformadores que son los ordenadores. La forma en que se juega al ajedrez, se organizan los negocios o t¨² escribes tus art¨ªculos, probablemente se ve afectada por estas nuevas tecnolog¨ªas. Ejercen una influencia intensa sobre nosotros. Por otro lado, tenemos una idea un poco simplista de nosotros mismos que ha sido moldeada en parte por la met¨¢fora del ordenador. No creo que hablar un lenguaje, por ejemplo, sea solo hacer lo que hace ChatGPT, que utiliza un modelo estad¨ªstico para generar la siguiente palabra en una serie de palabras. El lenguaje humano tiene que ver con la comunicaci¨®n, el intercambio, el flirteo, la discusi¨®n, la negociaci¨®n. Es algo absoluta y estrechamente integrado en nuestras vidas.
Los cerebros no son computadoras. La neurociencia deber¨ªa abandonar ese modelo¡±
El lenguaje humano real es desordenado e incierto. Tenemos que inventar el lenguaje sobre la marcha. ChatGPT y los sistemas inform¨¢ticos son muy buenos movi¨¦ndose en un espacio de reglas preestablecidas. Pero los seres humanos est¨¢n retorciendo las reglas todo el rato, cambi¨¢ndolas, inventando nuevos significados. Los ordenadores juegan a nuestros juegos, inventamos otros nuevos, hablan nuestro lenguaje, creamos un nuevo lenguaje. Si tienes una concepci¨®n m¨¢s rica de lo que realmente es la vida cognitiva de un ser humano, queda inmediatamente claro que nada de lo que hace una computadora se le parece. Las computadoras simplemente son herramientas. Son nuestras herramientas, y son poderosas y complejas, y hasta pueden ser impredecibles, pero eso no significa que act¨²en. Desde mi punto de vista, ning¨²n ordenador habla ni juega al ajedrez. Ning¨²n ordenador escribe, solo regurgita lo que los humanos han escrito. Ninguna computadora computa, son solo operaciones inconscientes. Una vez que entiendes eso, me parece muy claro que ninguna computadora ser¨¢ jam¨¢s la base de una conciencia. Y, por lo tanto, la idea transhumanista es solo una fantas¨ªa.
P. La filosof¨ªa o el arte pueden ser muy interesantes y ayudarnos a relacionarnos con el mundo o tratar de comprendernos, pero no s¨¦ si es algo que se puede compartir, es como la religi¨®n. Con la ciencia, no importa si eres japon¨¦s o espa?ol, te permite compartir conocimiento del mismo modo en cualquier lugar. Quiz¨¢ no te d¨¦ respuestas a las preguntas existenciales, pero al menos es algo que puedes compartir. Con la filosof¨ªa o el arte, ?c¨®mo nos ponemos de acuerdo sobre nuestras conclusiones, c¨®mo s¨¦ que mi forma de pensar o las preguntas que produce mi filosof¨ªa son mejores que las de otros?
R. Creo que tienes raz¨®n en que la ciencia produce un producto: el hallazgo. Este es el descubrimiento, esta es la informaci¨®n, y te los puedo mandar y t¨² los puedes usar. Lo puedo enviar a Jap¨®n o a China y lo pueden utilizar. La filosof¨ªa se trata de intercambio. Se trata de comunicaci¨®n. Se trata de cambiarnos mutuamente, no de convencernos unos a otros. Porque los fil¨®sofos nunca se convencen entre s¨ª. Pero los fil¨®sofos, a trav¨¦s de su comunicaci¨®n, cambian la manera en que vemos el mundo. No te dan hechos. Te dan algo nuevo. Te cambian. No cambian el mundo, te cambian a ti en la forma en que ves. Esto se remonta a Plat¨®n.
Plat¨®n nunca te dio la respuesta. Cambi¨® la manera en que se ve¨ªa el paisaje de los problemas. Y creo que la filosof¨ªa siempre est¨¢ cambiando localmente la forma en que las personas piensan. Y globalmente tambi¨¦n tiene el potencial de hacerlo. Pero solo si las personas realmente se hablan entre s¨ª. La filosof¨ªa es un modo de pensar. No es realmente una materia espec¨ªfica como lo son la f¨ªsica o la qu¨ªmica, pero, realmente, la filosof¨ªa surge en el laboratorio. Los buenos f¨ªsicos a veces tambi¨¦n necesitan ser fil¨®sofos. Y los buenos cient¨ªficos cognitivos necesitan ser fil¨®sofos. Porque en alg¨²n momento de la investigaci¨®n, te quedas sin preguntas.
Tenemos m¨¦todos bien definidos para las respuestas, y los necesitamos para empezar a preguntarnos sobre el significado de las preguntas mismas. Hay muchas ramas de la f¨ªsica en las que estamos en los l¨ªmites de lo que las matem¨¢ticas pueden decirnos, y nos vemos obligados a involucrarnos en el tipo de cuestionamientos conceptuales que son filos¨®ficos. Y una ¨²ltima cosa: aunque los resultados de la investigaci¨®n filos¨®fica no sean positivos y ciertos como lo son los de una prueba matem¨¢tica o un argumento de un f¨ªsico, eso no significa que sean subjetivos tampoco. Creo que hay diferentes tipos de debates racionales sobre las preguntas. Decir que no puedes probarlo no significa que no haya un asunto en juego.
Ninguna computadora ser¨¢ jam¨¢s la base de una conciencia¡±
P. ?Qu¨¦ preguntas mejores que las que se hacen ahora los neurocient¨ªficos sobre la consciencia plantear¨ªa como fil¨®sofo?
R. Normalmente, uno tiene un problema y una teor¨ªa cient¨ªfica que explica ese problema o fen¨®meno. Pero lo interesante de los fen¨®menos humanos es que es muy dif¨ªcil enfocarlos. Un cient¨ªfico dice: quiero estudiar la visi¨®n. Bueno, ?qu¨¦ es lo que realmente quieres estudiar? ?Qu¨¦ es la visi¨®n? ?Qu¨¦ es ver? Los cient¨ªficos suelen pensar que lo saben, pero no miran con suficiente detenimiento lo dif¨ªcil que es definir qu¨¦ es ver. Creo que cuando intentamos entender lo humano, cuando intentamos entender la conciencia, debemos admitir que hace falta mucho m¨¢s trabajo para articular nuestra comprensi¨®n de los propios fen¨®menos antes de intentar explicarlos.
Para m¨ª, cuestiones como la percepci¨®n, la conciencia y la memoria son fen¨®menos que siempre se transforman por el mero hecho de interrogarlos. No son fijos ni estables como quisi¨¦ramos que fueran en un laboratorio. Siempre tenemos que falsearlos para hacerlos manejables. Nuestra relaci¨®n con nuestra propia conciencia es como la relaci¨®n con una obra de arte. Puedes interpretarla de diferentes maneras, y hablar de ella cambia c¨®mo la ves, ofreciendo una tercera interpretaci¨®n, pero no hay manera de decidir cu¨¢l es correcta. Pienso que nuestras vidas mentales son mucho m¨¢s como obras de arte que como fen¨®menos fijos y estables.
As¨ª que lo que me gustar¨ªa pedir a los cient¨ªficos que intentan usar el cerebro para estudiar la mente es que piensen m¨¢s profundamente sobre la indeterminaci¨®n de la experiencia humana. Otro punto que har¨ªa es abandonar el modelo computacional. Los cerebros no son computadoras. Nosotros no somos computadoras. Si queremos entender la relaci¨®n entre el cerebro y la conciencia, necesitamos profundizar en lo que es la vida misma y c¨®mo funciona el cerebro en el contexto de los organismos vivos. De alguna manera, la neurociencia est¨¢ influenciada por una idea biol¨®gica particular que no tiene mucho sentido biol¨®gico. Por eso mi libro de hace algunos a?os ten¨ªa el subt¨ªtulo ¡°Por qu¨¦ no eres tu cerebro y otras lecciones de la biolog¨ªa de la conciencia¡±. Creo que la mejor biolog¨ªa no respalda este tipo de reduccionismo computacional centrado en el cerebro.
P. Ha estado en un curso en Santander en el que se hablaba de nuevos enfoques sobre salud mental. En el pasado, los fil¨®sofos quer¨ªan ayudar a las personas a vivir mejor o a tener una vida buena. ?Cree que con su filosof¨ªa puede ayudar a las personas a vivir mejor de alguna manera?
R. No soy m¨¦dico y muchas de las cosas en las que trabajo son bastante especializadas y te¨®ricas. Pero s¨ª creo que todo fil¨®sofo, si realmente es un fil¨®sofo, est¨¢ intentando dar sentido al panorama de ideas e informaci¨®n. El mundo se ha vuelto muy complicado y los fil¨®sofos tratan de lidiar con eso. El trabajo de la filosof¨ªa es tratar de dar sentido y vivir mejor. Es una b¨²squeda de comprensi¨®n y conexi¨®n con el mundo. Y, a veces, eso tiene una relaci¨®n directa con cosas que afectan directamente a la salud humana.