Los hombres y mujeres de la Edad Media sufr¨ªan las mismas enfermedades y riesgo de morir
El an¨¢lisis de los huesos de centenares de londinenses medievales contradice la paradoja actual en la que las f¨¦minas enferman m¨¢s pero tienen mayor esperanza de vida
Las mujeres de las sociedades modernas viven unos cinco a?os m¨¢s que los hombres. Incluso en condiciones extremas, las chicas las superan mejor que los chicos. La llamada paradoja de supervivencia por g¨¦nero se completa cuando las estad¨ªsticas muestran que ellas tienden a tener m¨¢s enfermedades que ellos, pero mayor esperanza de vida. Aunque la paradoja no est¨¢ resuelta, la ciencia empieza a se?alar a la gen¨¦tica y la biolog¨ªa. No siempre ha sido as¨ª. El estudio de los huesos de centenares de personas que vivieron en el Londres medieval, publicado en la revista cient¨ªfica Science Advances, muestra que, en aquellos tiempos, tambi¨¦n duros, con hambrunas y varias epidemias de peste, tanto mujeres como hombres tuvieron una morbilidad y riesgo de mortalidad similares. Las autoras de este trabajo solo encuentran una posible explicaci¨®n: en una sociedad patriarcal, factores culturales que favorec¨ªan a los varones de la sociedad londinense le ganaron el pulso a la biolog¨ªa.
En los huesos y los dientes queda el rastro de las enfermedades y las penurias que pas¨® ese cuerpo, incluso las mentales. Un estudio publicado hace unos a?os mostr¨® c¨®mo encog¨ªa para siempre el cerebro de aquellos ni?os que tuvieron la desgracia de pasar por los orfanatos del r¨¦gimen de la Ruman¨ªa del dictador Ceaucescu. La malnutrici¨®n, abandono y malos tratos sufridos por los ni?os explotados durante la Revoluci¨®n Industrial tambi¨¦n se pueden detectar en los surcos que se abren en los dientes durante una mala formaci¨®n del esmalte (hipoplasia). Las marcas en el cr¨¢neo cuentan historias de operaciones oncol¨®gicas de hace miles de a?os o, de las primeras guerras, en los traumatismos en la osamenta provocados por flechas o lanzas. Pero interpretar estas cicatrices ¨®seas no siempre es f¨¢cil. El deterioro de la cabeza de los huesos de las extremidades puede ser un signo de fragilidad. Sin embargo, la osteoporosis es una patolog¨ªa que suele aparecer a edades m¨¢s avanzadas, as¨ª que tambi¨¦n podr¨ªa indicar una mayor resiliencia.
Partiendo de esta complejidad, un grupo de bioarque¨®logas ha analizado los restos de 1.658 personas enterradas en cementerios de Londres entre los siglos XI y XV. Buscaron la presencia de hasta diez biomarcadores, desde hipoplasia hasta longitud an¨®mala del f¨¦mur, pasando por la formaci¨®n de tejido ¨®seo nuevo (indicador de una lesi¨®n traum¨¢tica, pero tambi¨¦n de su curaci¨®n) o por la presencia de caries. Como recuerda la antrop¨®loga de la Universidad de Colorado en Boulder (Estados Unidos) y coautora de esta investigaci¨®n, Sharon DeWitte, las caries dentales est¨¢n conectadas con estado de salud general: ¡°Pueden reflejar una respuesta inmunitaria inadecuada y est¨¢n asociadas con la desnutrici¨®n; las caries tambi¨¦n pueden ser un factor que contribuya a la mala salud; por ejemplo, produciendo una respuesta inflamatoria sist¨¦mica que pueda tener efectos negativos, y la infecci¨®n por caries puede propagarse desde la boca a otras partes del cuerpo¡±.
Con los resultados de estos biomarcadores formaron ¨ªndices de fragilidad y de resiliencia, viendo de qu¨¦ lado ca¨ªan los huesos seg¨²n fueran de una mujer o un hombre. En las conclusiones de su trabajo se puede leer: ¡°Nuestra comparaci¨®n de los ¨ªndices de fragilidad y resiliencia entre hombres y mujeres no revela diferencias significativas¡ Estos hallazgos sugieren que la paradoja de morbilidad y mortalidad entre hombres y mujeres que se observa en diversas poblaciones actuales pudo no haber existido en el Londres medieval¡±.
Aunque al usar ¨ªndices que los aglomeran, este trabajo no detalla los resultados por biomarcadores espec¨ªficos, DeWitte relata lo que detectaron (en un trabajo anterior) con el caso espec¨ªfico del impacto diferencial de la peste. ¡°Nuestra principal conclusi¨®n fue que los hombres experimentaron riesgos de mortalidad significativamente menores en comparaci¨®n con las mujeres despu¨¦s de la Peste Negra (siglos XIV-XVI) en condiciones de mortalidad normales y durante las hambrunas¡±, detalla en un correo. ¡°Esto apunta a que la ventaja de supervivencia femenina (debido a sus mayores reservas de grasa corporal y los efectos protectores del estr¨®geno) que se ha observado en hambrunas m¨¢s recientes no exist¨ªa en el per¨ªodo medieval¡±, a?ade. El motivo, aunque no pueden afirmarlo con rotundidad, debi¨® ser de car¨¢cter social: ¡°Tal vez debido a que las pr¨¢cticas culturales que beneficiaban a los hombres en una sociedad que los valoraba m¨¢s superaban cualquier ventaja biol¨®gica inherente para las mujeres¡±.
La primera autora del estudio, la investigadora de la Universidad James Madison (Estados Unidos) Samantha Yaussy, pone otro ejemplo, el de la longitud del f¨¦mur. ¡°Las longitudes femorales cortas suelen estar asociadas a la privaci¨®n de recursos durante el crecimiento y el desarrollo, por ejemplo, escasez de alimentos o malas condiciones de vida¡±, dice. Cuando examinaron las diferencias en el f¨¦mur entre hombres y mujeres, vieron que ¡°la longitud femoral era m¨¢s variable y contribu¨ªa a la fragilidad en mayor grado en las mujeres en comparaci¨®n con los hombres¡±. Los huesos estudiados eran todos de adultos, lo que sugiere que ¡°los hombres m¨¢s fr¨¢giles, es decir, con f¨¦mures cortos, murieron en la infancia, lo que provoc¨® que la cohorte superviviente de hombres adultos analizados en nuestro estudio exhibiera menos variaci¨®n en la longitud femoral en comparaci¨®n con las mujeres¡±, completa Yaussy.
Para las autoras del trabajo, sus resultados demostrar¨ªan que la mayor esperanza de vida de las mujeres que se observa hoy en d¨ªa es un fen¨®meno relativamente reciente, probablemente debido a la menor marginaci¨®n cultural en la actualidad. ¡°La supervivencia femenina m¨¢s prolongada (es decir, la paradoja de la morbilidad y la mortalidad) no apareci¨® hasta no hace mucho¡±, sostiene Yaussy. A lo largo de gran parte de la historia, a?ade, ¡°las mujeres fueron marginadas culturalmente, lo que afect¨® a su supervivencia¡±.
Eso habr¨ªa provocado que, por medio de alg¨²n artefacto cultural, sociedades como el Londres medieval ¡°minimizaron o anularon cualquier ventaja biol¨®gica que poseyeran, lo que provoc¨® que el riesgo de muerte de una mujer fuera aproximadamente el mismo que el de un hombre¡±, desarrolla la investigadora. Existe, sin embargo, otra posibilidad que Yaussy no descarta: que los varones m¨¢s fr¨¢giles murieran en la infancia y la muestra adulta tenga un sesgo en favor de los que sobrevivieron, con menor ¨ªndice de fragilidad y mayor de resiliencia.