El sufrimiento encoge el cerebro de los ni?os para siempre
Peque?os rescatados de los orfanatos de la Ruman¨ªa del dictador Ceaucescu muestran alteraciones cerebrales d¨¦cadas despu¨¦s
Los mayores de 40 a?os quiz¨¢ recuerden las terribles im¨¢genes grabadas en 1990 en diversos orfanatos de Ruman¨ªa. Mostraban a ni?os de corta edad hacinados, desnutridos, sin higiene y totalmente desamparados. Hac¨ªa un a?o que la dictadura de Nicolae Ceausescu hab¨ªa ca¨ªdo con su fusilamiento. Una oleada de compasi¨®n internacional rescat¨® a muchos de aquellos peque?os, siendo adoptados por familias occidentales. Pero, a pesar de su cari?o y cuidados, a¨²n llevan la marca de aquel sufrimiento: el volumen total de su cerebro es menor que el de otros chicos. Adem¨¢s, seg¨²n el seguimiento a decenas de ellos, presentan un menor cociente intelectual, peor expediente acad¨¦mico, mayor tasa de paro y m¨¢s problemas emocionales ya adultos.
La mayor¨ªa de los 100.000 ni?os que llegaron a estar en instituciones estatales de la Ruman¨ªa de Ceausescu no eran hu¨¦rfanos. Hab¨ªan sido abandonados por sus padres tras una alocada pol¨ªtica natalista del dictador que se dio de bruces con la crisis econ¨®mica de los a?os 80. Con las primeras adopciones, la mayor¨ªa por familias anglosajonas, los cient¨ªficos vieron la oportunidad de estudiar el impacto del sufrimiento, de un ambiente adverso, en los primeros a?os de vida. Por estudios en ratoncitos, se sab¨ªa que en esos primeros meses del desarrollo del cerebro y, por tanto, de la personalidad, las condiciones ambientales tienen una gran influencia. Por razones ¨¦ticas obvias era imposible replicar estos experimentos en peque?os humanos. De ah¨ª, la relevancia como experimento natural de los hu¨¦rfanos rumanos.
"M¨¢s de 20 a?os despu¨¦s de que acabaran aquellas condiciones, a¨²n podemos observar diferencias en la estructura cerebral", dice la investigadora del Instituto de Psiquiatr¨ªa, Psicolog¨ªa y Neurociencia del King's College de Londres Nuria Mackes. Junto a un grupo de cient¨ªficos, entre ellos algunos que llevan siguiendo a los ni?os desde los 90, Mackes estudi¨® el cerebro de 67 de los hu¨¦rfanos. Hab¨ªan pasado entre 3 y 31 meses de privaciones en una instituci¨®n estatal rumana antes de ser adoptados por una familia inglesa. Para poder comparar, tambi¨¦n analizaron a una veintena de adoptados pero salidos de orfanatos brit¨¢nicos.
Por cada mes pasado en uno de los orfanatos rumanos, el volumen total del cerebro es entre 2 y 3 cent¨ªmetros c¨²bicos menor
Los resultados de su estudio, publicados recientemente en PNAS, muestran una reducci¨®n media del volumen total del cerebro del 8,57% a¨²n hoy, cuando la mayor¨ªa han superado los 20 a?os de edad o est¨¢n cerca de hacerlo.? Adem¨¢s, la investigaci¨®n se?ala que el grado de reducci¨®n depende de la cantidad de sufrimiento. Por cada mes de m¨¢s pasado en aquellos orfanatos, los chicos ya adultos tienen entre dos y tres cent¨ªmetros c¨²bicos menos de masa cerebral. "M¨¢s all¨¢ del menor volumen cerebral total, tambi¨¦n vemos cambios en el volumen y grosor de diversas ¨¢reas del cerebro", a?ade Mackes.Y eso que, nada m¨¢s llegar a sus nuevas familias, sus condiciones materiales, emocionales y psicol¨®gicas fueron normales.
Estos ni?os son una submuestra de una mayor que vienen estudiando desde que pisaron suelo brit¨¢nico dentro del llamado estudio ERA (English and Romanian Adoptees). En este seguimiento, fueron revisados al llegar, a los 4-6 a?os, a los 11-15 a?os y, en 2017, cuando ya ten¨ªan entre 22 y 25 a?os.
Los resultados de todo este tiempo est¨¢n recogidos en un art¨ªculo publicado en la revista m¨¦dica The Lancet. En la primera revisi¨®n, los peque?os que hab¨ªan estado menos de seis meses en un orfanato rumano ya no se distingu¨ªan de los adoptados de origen brit¨¢nico. Pero los que pasaron m¨¢s tiempo presentaban menores habilidades cognitivas y sociales. Las diferencias se mantuvieron en la siguiente revisi¨®n. Ya de adultos, el retraso cognitivo ha desaparecido, pero han surgido otros problemas.
La comparaci¨®n con otros adoptados muestra que el grado de abandono tiene que ver con la variedad y gravedad de los problemas
"Vemos efectos tanto en ansiedad y depresi¨®n que no estaban presentes en la infancia", explica en un correo el principal autor del estudio de The Lancet y coautor del actual, Edmund Sonuga-Burke, que sigue a los peque?os desde el principio. "Es como si los j¨®venes que tuvieron otras dificultades relacionadas con la privaci¨®n cuando eran ni?os desarrollaran estos problemas emocionales y parece estar relacionado con dificultades para encontrar empleo o hacer amigos", detalla.
Para Mackes, su nuevo trabajo ayuda a mostrar la base f¨ªsica de todo esto: "La demostraci¨®n de estos efectos tan profundos de las privaciones en el tama?o cerebral y la conexi¨®n de estas diferencias con un menor cociente intelectual y mayores s¨ªntomas del trastorno por d¨¦ficit de atenci¨®n con hiperactividad (TDAH) ofrece algunas de las pruebas m¨¢s consistentes de la base neurobiol¨®gica de los problemas provocados por el sufrimiento".
Aunque no hay muchos experimentos como el del estudio ERA, s¨ª hay algunas investigaciones similares que ayudan a desentra?ar las causas de un impacto tan duradero de la adversidad. Es el caso del British Chinese Adoption Study (BCAS), realizado con un centenar de ni?as de Hong Kong adoptadas en los a?os 60 por familias brit¨¢nicas. Las instituciones de la antigua colonia brit¨¢nica no eran el horror de los orfanatos rumanos y eso se ha notado: la mayor¨ªa de las ya mujeres muestra pocas dificultades en la actualidad.
"La ciencia apunta a que al principio de su desarrollo, el cerebro es m¨¢s pl¨¢stico y moldeable"
"Es muy posible que los distintos entornos de los orfanatos expliquen, al menos en parte, los resultados diferentes de los participantes en el estudio ERA y las mujeres de la investigaci¨®n BCAS", comenta la investigadora de la Universidad de Stirling (Reino Unido) Maggie Grant, que public¨® una revisi¨®n del estudio BCAS en 2018. Aunque ambos estudios se?alan cierta recuperaci¨®n ante la adversidad ambiental temprana, "hay que reconocer que incluso si los ni?os tuvieron experiencias positivas en sus familias adoptivas, las diferencias en sus primeras vivencias implican que cada ni?o (y ya de adulto) tendr¨¢ sus propios resultados", a?ade Grant.
El neurocient¨ªfico Jamie Hanson, de la Universidad de Pittsburgh (EE UU), lleva a?os estudiando la conexi¨®n entre situaciones de estr¨¦s en la m¨¢s tierna infancia y el desarrollo de psicopatolog¨ªas en la adolescencia y edad adulta. Lo ha investigado en ni?os abandonados, en adoptados, en los maltratados o algunos ni?os de la calle. "Pensamos que cuando el cerebro es particularmente pl¨¢stico, la experiencia puede tener una gran influencia. Y la ciencia apunta a que al principio de su desarrollo, el cerebro es m¨¢s pl¨¢stico y moldeable", dice.
Para Hanson, que ha encontrado variaciones en la am¨ªgdala y el hipocampo del cerebro de muchos de estos ni?os, "estos cambios cerebrales pueden ser adaptativos en un contexto espec¨ªfico, las alteraciones en la estructura cerebral pueden ayudarte en una determinada situaci¨®n". El problema es que el contexto cambia. Los que han sufrido una adversidad extrema, como los hu¨¦rfanos de Ceausescu, dice Hanson, "pueden haberse adaptado a una condici¨®n dif¨ªcil en el inicio de su desarrollo, pero, con el paso del tiempo, escapan de ese contexto. El cerebro, sin embargo, se habr¨ªa desarrollado para ese conjunto inicial de circunstancias y enfrentarse peor a un contexto diferente, no adverso".
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