La necesidad de un futuro incierto para la conquista de un mundo feliz
Solo hay que echar la vista atr¨¢s para darse cuenta de que, en estos ¨²ltimos 30 a?os, el mundo ha cambiado m¨¢s de lo que hubi¨¦semos necesitado. Lo queramos o no, la tecnolog¨ªa ha condicionado dicho cambio
Hace 30 a?os se estrenaba en Espa?a Hasta el fin del mundo, la pel¨ªcula m¨¢s excesiva de Wim Wenders. Con un metraje que rozaba las tres horas de duraci¨®n, la pel¨ªcula nos trasladaba hasta un futuro inmediato, tiempo en el que ahora vivimos inmersos y cuya realidad se nos presenta con toda su carga dist¨®pica.
Para conseguirlo, Wim Wenders establec¨ªa correspondencias que iban m¨¢s all¨¢ de las meras relaciones entre personajes, consiguiendo mostrar de manera soterrada el nexo enfermizo entre el ser humano y la tecnolog¨ªa. El mundo visible escond¨ªa otro mundo donde dominaba lo artificioso. De esta manera, el personaje que interpreta Jeanne Moreau es el de una mujer ciega que intenta combatir su mal con una m¨¢quina que captura visiones conscientes y subsconcientes del cerebro de otras personas con el fin de ser traspasadas al suyo. El relato sonaba fant¨¢stico; hoy ya no tanto.
Por si fuera poco, la pel¨ªcula de Wenders es todo un despliegue de cacharritos que parec¨ªan asunto de ciencia ficci¨®n, pero que hoy se han convertido en algo cotidiano. Sin ir m¨¢s lejos, los tel¨¦fonos celulares con pantalla que aparecen en la pel¨ªcula son un presentimiento de lo que nos iba a deparar el nuevo milenio. Se puede decir que con estos detalles, la pel¨ªcula de Wenders es una pel¨ªcula triste, puesto que la felicidad, para que sea completa, requiere que el futuro sea incierto, y lo que Wenders consegu¨ªa con su pel¨ªcula era predecir con acierto lo que nos esperaba.
Pero mucho antes de que Wenders nos presentase el futuro de una manera tan n¨ªtida, en el a?o 1926, Nikola Tesla concedi¨® una entrevista al semanario Collier¡¯s, donde describi¨® con certeza el dominio de la tecnolog¨ªa en el futuro, atinando en todo. Solo hay que echar la vista atr¨¢s para darse cuenta de que en estos ¨²ltimos 30 a?os, el mundo ha cambiado m¨¢s que en los 30 a?os anteriores.
En el a?o 1992, cuando se estren¨® la pel¨ªcula de Wenders, nos parec¨ªa inalcanzable que una persona ciega pudiese recuperar la vista, pero hoy estamos muy cerca de ello gracias a los ojos bi¨®nicos, un adelanto de la nanotecnolog¨ªa por el que es posible percibir la realidad con todos sus colores. No s¨¦ d¨®nde dej¨® dicho Fellini que el ¨²nico realista que hay es el visionario, pero raz¨®n no le faltaba al cineasta si tomamos como ejemplo a Wenders y su pel¨ªcula Hasta el fin del mundo; un filme que se nos present¨® como ciencia ficci¨®n y que, con los a?os, se convertir¨ªa en todo lo contrario, es decir, en una pel¨ªcula realista.
Tendr¨ªa que pasar el tiempo para darnos cuenta de que Wenders, al igual que Tesla, estaba adelant¨¢ndose en la realidad de nuestra ¨¦poca, llena de contradicciones y de claroscuros. Porque resulta parad¨®jico que, mientras nos entregamos a la conquista de un mundo feliz donde la tecnolog¨ªa nos permite hacer posible lo que hasta hace poco parec¨ªa imposible, por el otro lado necesitamos mantener conflictos territoriales y guerras con el fin de acceder a las fuentes energ¨¦ticas que alimentan dicha conquista.
Por cuestionarlo a la manera de Saramago: ¡°?Qu¨¦ clase de mundo es este que puede mandar m¨¢quinas a Marte y no hace nada para detener el asesinato de un ser humano?¡±.
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