Salman Rushdie, la religi¨®n y la rabia a trav¨¦s del ojo cient¨ªfico de Dios
La teor¨ªa del principio del universo y de su expansi¨®n fue expuesta a principios de los a?os 30 por el sacerdote belga Georges Lema?tre. Por si fuera poco, en alguna de las historias del Cor¨¢n aparece el tiempo como percepci¨®n relativa, siglos antes de que Einstein formulase su teor¨ªa
En lugar de lagunas de conocimiento, el fan¨¢tico religioso tiene inundaciones de falsas creencias; naturalezas de fondo turbio donde se cataliza la infamia colectiva. Sirva como ejemplo lo de Salman Rushdie, una agresi¨®n que nos ha salpicado de sangre y de rabia, y cuyo origen se encuentra en el fanatismo de quienes muestran m¨¢s inter¨¦s en lo que creen saber que en lo que verdaderamente no saben.
Con todo, no venimos a hacer aqu¨ª un alegato contra las religiones. Nada m¨¢s lejos, pues la religi¨®n y la ciencia pueden caminar juntas siempre y cuando no caigan en el dogma y permitan sitio a la duda, tal y como Einstein se?al¨® en su momento con su aforismo: ¡°La ciencia sin religi¨®n est¨¢ coja, la religi¨®n sin ciencia est¨¢ ciega¡±.
Con tales par¨¢metros, el Papa Francisco arranc¨® su revoluci¨®n vaticana hace unos a?os, cuando afirm¨® que el Big Bang es un fen¨®meno real y que ¡°Dios no es un mago con una varita m¨¢gica¡±. Fue entonces cuando los fan¨¢ticos del catolicismo m¨¢s rancio se rasgaron las vestiduras ante tales declaraciones, dejando a la vista sus inundaciones de incomprensi¨®n hist¨®rica, pues la teor¨ªa del principio del universo y de su expansi¨®n ya hab¨ªa sido expuesta a principios de los a?os 30 por el sacerdote belga Georges Lema?tre cuando se?al¨® el origen de todo en un punto donde el universo empezaba a expandirse y donde el espacio se llenaba con los restos del ¨¢tomo primitivo tras su desintegraci¨®n, despojos c¨®smicos que dieron lugar a la materia, al espacio y al tiempo. Con su teor¨ªa del ¨¢tomo primigenio o ¡°huevo c¨®smico¡± Georges Lema?tre se convirti¨® en padre de la cosmolog¨ªa moderna.
Su biograf¨ªa nos presenta a Lema?tre como a un muchacho inquieto que tuvo que interrumpir sus estudios de Ingenier¨ªa de Minas para alistarse como artillero en la Primera Guerra Mundial. Cuando se reincorpor¨® a la vida universitaria, una vez terminada la guerra, lo hizo matricul¨¢ndose en Ciencias F¨ªsicas y Matem¨¢ticas, doctor¨¢ndose en 1920 e ingresando en el seminario de Malinas. Tres a?os despu¨¦s, rozando la treintena, Lema?tre se convirti¨® en sacerdote, siguiendo su carrera cient¨ªfica como alumno de Arthur Eddington (1882-1944) fil¨®sofo de la ciencia que entend¨ªa la materia como soporte del esp¨ªritu y no de otra manera. Por eso mismo, para Eddington, la ciencia y la religi¨®n eran compatibles siempre y cuando los fen¨®menos religiosos se pudieran demostrar a partir del m¨¦todo cient¨ªfico.
Ahora volvamos a la agresi¨®n sufrida por Salman Rushdie, porque si atendemos al islam hay que se?alar que la lectura del Cor¨¢n no est¨¢ re?ida con el progreso cient¨ªfico ni tampoco con el humor. S¨®lo los fan¨¢ticos carecen de sentido del humor para re¨ªrse de s¨ª mismos. El islam en su origen fue sin¨®nimo de progreso. De hecho, fue la ciencia isl¨¢mica la que introdujo los n¨²meros ar¨¢bigos que hoy utilizamos para contar. Otro ejemplo de pr¨¦stamo cultural es la palabra algoritmo, nombre latinizado del matem¨¢tico persa Al-Juarismi (Algorithmi). Por decir no quede que en alguna de las historias del Cor¨¢n aparece el tiempo como percepci¨®n relativa, siglos antes de que Einstein formulase su teor¨ªa.
Pero la falta de comprensi¨®n lectora y, sobre todo, la falta de conciencia cr¨ªtica lleva a los fan¨¢ticos a creer que las novelas de Salman Rushdie ofenden a una religi¨®n. Si esto fuera as¨ª, la ofensa hacia esa religi¨®n ser¨ªa a¨²n mayor cada vez que un fan¨¢tico asegura que el apu?alamiento al autor de Los Versos Sat¨¢nicos ha sido por mandato divino.
Puedes seguir a MATERIA en Facebook, Twitter e Instagram, o apuntarte aqu¨ª para recibir nuestra newsletter semanal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.