El extraordinario viaje del ave que vol¨® de Alaska a Nueva Zelanda en 11 d¨ªas sin descansar
El bi¨®logo Alejandro Onrubia nos cuenta que un macho de aguja colinegra, marcado con un emisor, recorri¨® 12.200 kil¨®metros para llegar al lugar donde pasa el invierno
En septiembre de 2020, se registr¨® un nuevo r¨¦cord de viaje m¨¢s largo sin paradas realizado por un ser vivo en la Tierra. Un ejemplar de ave lim¨ªcola, la aguja colinegra (Limosa lapponica baueri) vol¨® de Alaska a Nueva Zelanda recorriendo 12.200 kil¨®metros ?en 11 d¨ªas de vuelo continuado, sin escalas! El ejemplar de las poblaciones de la especie que cr¨ªan en Alaska no par¨®, ni para comer ni para descansar. Atraves¨® el Oc¨¦ano Pac¨ªfico de norte a sur, a velocidades que oscilaban entre los 40 y los 100 kil¨®metros por hora, para pasar el invierno en Nueva Zelanda.
En 2009, ya se hab¨ªa monitorizado a una hembra de la misma especie marcada con un emisor satelital en un recorrido de 11.680 kil¨®metros en un vuelo de ocho d¨ªas sin parar, tambi¨¦n entre su zona de cr¨ªa en el Delta del Yuk¨®n y el ¨¢rea de invernada neozelandesa. Un r¨¦cord que ha tardado 11 a?os en ser batido: un macho marcado en Alaska lo ha superado en 520 kil¨®metros. Para que estos vuelos sean exitosos, precisan de unas capacidades f¨ªsicas y de orientaci¨®n extraordinarias. La especie tiene una envergadura de unos 80 cent¨ªmetros y un peso de 190-250 gramos, que puede alcanzar los 400-640 gramos cuando est¨¢n cargadas de grasa al inicio de la migraci¨®n. Actualmente, se investiga la particular fisiolog¨ªa de estos migrantes: aves con el metabolismo de un corredor de fondo¡ en el cuerpo de Usain Bolt.
Esta misma especie, la aguja colinegra, se encuentra presente en Europa, y junto a otras especies de aves lim¨ªcolas realizan tambi¨¦n viajes extraordinarios. Aves procedentes de centro Europa o de la tundra siberiana atraviesan la pen¨ªnsula Ib¨¦rica y son capaces de realizar vuelos sin escalas de 3-4 d¨ªas de duraci¨®n, a una altura de m¨¢s de 3.000 metros, para alcanzar sus zonas de invernada en el ?frica Tropical (Senegal, Mauritania, Mal¨ª). Adem¨¢s, en nuestra geograf¨ªa, millones de aves migratorias, muchas de ellas muy peque?as (6-30 gramos de peso), cruzan todos los a?os el desierto del S¨¢hara (m¨¢s de 2.000 km de roca y arena) en viajes maratonianos de 2-4 d¨ªas, como ha evidenciado el marcaje de peque?as aves con dispositivos geolocalizadores.
La migraci¨®n de las aves es uno de los fen¨®menos naturales m¨¢s fascinantes que hay en la naturaleza. Surgida como una estrategia para sobrevivir a la estacionalidad de los recursos, la migraci¨®n precisa un fino ajuste entre el movimiento del ave migratoria y los ciclos productivos de la naturaleza y as¨ª, a lo largo de miles de a?os, se han ido seleccionando las mejores adaptaciones para estar en el momento preciso en el lugar adecuado. Como resultado de ello se han seleccionado estructuras corporales aerodin¨¢micas y ligeras pero resistentes, fisiolog¨ªas adaptadas a esfuerzos prolongados con el m¨ªnimo gasto energ¨¦tico o unas capacidades de orientaci¨®n excepcionales, entre otros.
Hasta ¨¦pocas recientes, la mayor parte de estos viajes no se conoc¨ªan bien y nutr¨ªan todo tipo de f¨¢bulas y leyendas: golondrinas que se enterraban en el barro durante el invierno, colirrojos que se transmutaban en petirrojos en primavera, o gavilanes que se convert¨ªan en cucos. La aparici¨®n y desaparici¨®n de especies de un territorio constitu¨ªa un complejo puzle dif¨ªcil de interpretar. No fue hasta hace apenas un siglo cuando se empezaron a marcar aves con anillas, que permitieron vincular por primera vez or¨ªgenes y destinos de estos viajeros. Y no ha sido hasta m¨¢s recientemente, cuando modernas tecnolog¨ªas satelitales y de GPS y la miniaturizaci¨®n de los componentes de estos dispositivos han permitido acceder con mejor detalle a los entresijos de estos viajes. Los resultados est¨¢n siendo sorprendentes, y los viajes¡ extraordinarios.
Los recorridos m¨¢s largos (de los que se tiene constancia) que realiza un ser vivo en la Tierra corresponden al charr¨¢n ¨¢rtico (Sterna paradisea). Esta ave marina de unos 100 gramos de peso es capaz de recorrer m¨¢s de 80.000 kil¨®metros a lo largo del a?o, en sus viajes de ida y vuelta entre las zonas de cr¨ªa en el ?rtico y las de invierno en la Ant¨¢rtida, cruzando el Atl¨¢ntico de norte a sur dos veces al a?o. Charranes marcados con geolocalizadores en los Pa¨ªses Bajos han alcanzado las costas de Australia en sus migraciones, regresando la primavera siguiente a su colonia de cr¨ªa en Holanda. Teniendo en cuenta que los charranes ¨¢rticos son aves muy longevas y pueden vivir m¨¢s de 20 a?os, se estima que muchos individuos son capaces de recorrer a lo largo de su vida distancias superiores al mill¨®n de kil¨®metros. Un trecho nada desde?able considerando que para llegar de la Tierra a la Luna hay que cruzar 384.400 kil¨®metros.
Alejandro Onrubia es bi¨®logo y coordinador cient¨ªfico de la Fundaci¨®n Migres
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