Las contradicciones de la guerra: la UE recibir¨¢ m¨¢s gas de EE UU fruto de un ¡®fracking¡¯ que Europa rechaza
La crisis energ¨¦tica resucita el debate en torno a esta pol¨¦mica t¨¦cnica extractiva, que ha permitido al pa¨ªs norteamericano pasar de importador a exportador neto de combustibles f¨®siles
Estados Unidos se ha comprometido este viernes a incrementar en un 68% sus exportaciones de gas natural a la UE para que el bloque pueda acelerar en su desconexi¨®n de Rusia. Washington auxilia a sus socios y, adem¨¢s, abre una potente veta de negocio, consolidando su liderazgo como principal exportador mundial del gas natural licuado (GNL, en la jerga del sector). En paralelo, sin embargo, emergen algunas contradicciones de calado. La inmensa mayor¨ªa ...
Estados Unidos se ha comprometido este viernes a incrementar en un 68% sus exportaciones de gas natural a la UE para que el bloque pueda acelerar en su desconexi¨®n de Rusia. Washington auxilia a sus socios y, adem¨¢s, abre una potente veta de negocio, consolidando su liderazgo como principal exportador mundial del gas natural licuado (GNL, en la jerga del sector). En paralelo, sin embargo, emergen algunas contradicciones de calado. La inmensa mayor¨ªa de ese gas que llegar¨¢ gracias al acuerdo con Joe Biden es fruto de la revoluci¨®n de la fracturaci¨®n hidr¨¢ulica (fracking, en ingl¨¦s), una pol¨¦mica t¨¦cnica de extracci¨®n de hidrocarburos cuyo uso se dispar¨® en EE UU a partir de 2010 ¡ªy que le ha permitido erigirse en primer productor mundial y exportador neto de crudo y de gas¡ª, pero que no ha calado en la UE y el Reino Unido por su menor rentabilidad, su elevado impacto ambiental y las protestas sociales, entre otros factores. Adem¨¢s, el GNL llegar¨¢ a Europa en barcos metaneros, lo que implicar¨¢ un aumento de las emisiones de efecto invernadero en el proceso de transporte desde los pozos estadounidenses a las plantas regasificadoras europeas.
La invasi¨®n rusa de Ucrania ha obligado a Europa, importadora neta de combustibles f¨®siles desde tiempos inmemoriales, a replantearse seriamente su lugar en el mapa energ¨¦tico global. De la noche a la ma?ana, el gas y el crudo rusos se han convertido en productos altamente t¨®xicos, y toca buscar nuevos proveedores: Qatar, Argelia, Nigeria, Australia y, sobre todo, EE UU, un pa¨ªs del que en los ¨²ltimos a?os ya se importaba gas, pero que ahora cobra otra dimensi¨®n en la matriz energ¨¦tica comunitaria.
Este giro tambi¨¦n ha dado alas a las voces que abogan por replantear el veto que existe en la mayor¨ªa de Europa a esta t¨¦cnica, que consiste en inyectar agua, arena y productos qu¨ªmicos a alta presi¨®n a trav¨¦s de un pozo para romper la roca madre en la que est¨¢n alojados el gas y el petr¨®leo para poder extraerlos. Al margen de los impactos medioambientales locales y los microterremotos asociados a la extracci¨®n del gas de esquisto, los grupos ecologistas advierten de que apostar por esta t¨¦cnica supone incrementar la dependencia de la energ¨ªa f¨®sil, la principal responsable del cambio clim¨¢tico.
Pero, ?cabe realmente esperar un cierto reverdecimiento de proyectos de fracking que estaban en el olvido en el Viejo Continente? ¡°La respuesta corta es no. La fase inicial de exploraci¨®n ¨²nicamente ha progresado [en la ¨²ltima d¨¦cada, no ahora] en el Reino Unido y en Polonia¡±, recuerda Michael Bradshaw, profesor de Energ¨ªa Global en la Universidad de Warwick. En parte, dice, por la significativa oposici¨®n p¨²blica a los proyectos; en parte por el escaso impulso gubernamental; y en parte, tambi¨¦n, porque en algunos lugares en los que s¨ª se dio el visto bueno a seguir adelante con las exploraciones, los resultados fueron ¡°decepcionantes¡±. En el caso brit¨¢nico, del que es buen conocedor, tampoco ha terminado de materializarse en nada concreto. ¡°El esquisto no es parte de la soluci¨®n, e incluso si la moratoria se levantase pronto, no tendr¨ªa un impacto material a corto plazo¡±.
En el energ¨¦tico, como en tantos otros ¨¢mbitos, las diferencias entre Europa y Estados Unidos son profundas. Y en el caso de la facturaci¨®n hidr¨¢ulica, las realidades de ambos bloques son especialmente dispares. Primero, por el recurso en s¨ª: seg¨²n el ¨²ltimo conteo de la Administraci¨®n de Informaci¨®n Energ¨¦tica estadounidense (EIA, por sus siglas en ingl¨¦s), ese pa¨ªs tiene casi el doble de reservas de gas de ese tipo que toda la UE junta. ¡°El esquisto en Europa es mucho menos propicio: la arcilla dificulta la capacidad de fractura. Llevar¨ªa mucho tiempo llegar a un punto en el que marcase la diferencia¡±, apunta Paul Stevens, del prestigioso centro de estudios brit¨¢nico Chatham House.
Segundo, por los conocimientos previos: EE UU lleva a?os de experiencia con este tipo de t¨¦cnica, en la que las econom¨ªas de escala (donde sube la rentabilidad al aumentar la producci¨®n) son particularmente importantes, mientras que el bloque europeo partir¨ªa pr¨¢cticamente de cero. Y tercero, por la aceptaci¨®n social: incluso en el Reino Unido, un pa¨ªs mucho m¨¢s abierto a este tipo de procesos que la Europa continental, la popularidad de esta t¨¦cnica es muy baja. ¡°Son situaciones muy diferentes [a ambos lados del Atl¨¢ntico]: la mayor¨ªa de condiciones que permitieron la revoluci¨®n del fracking en EE UU sencillamente no se dan en Europa¡±, resume Bradshaw.
Alexandre de Robaulx de Beaurieux, ge¨®logo del instituto suizo Siper, recuerda que ¡°EE UU ha conseguido producir ocho millones de barriles de petr¨®leo fracking con la mejor tecnolog¨ªa que se pueda imaginar y con marcos jur¨ªdicos muy amigables para la industria¡±. ¡°Quien dice que eso se puede conseguir en Europa est¨¢ haciendo castillos en el aire¡±, desliza por correo electr¨®nico. Robaulx de Beaurieux no cree, adem¨¢s, que sea una cuesti¨®n ambiental la que ha frenado todo impulso hacia la fracturaci¨®n hidr¨¢ulica en Europa: ¡°Cuando los precios suben, el p¨¦ndulo cambia de posici¨®n y, de pronto, mucha gente vuelve a interesarse de nuevo por ¨¦l. Pero es tan sencillo como que no hay recursos¡±.
Con todo, guerra mediante, algunos gobiernos como el brit¨¢nico no cierran ahora la puerta a levantar una prohibici¨®n que en el Reino Unido data de 2019. En Espa?a ¨Ddonde el Colegio de Ge¨®logos ha pedido que se permita el uso del fracking para extraer gas, algo que rechazan los grupos ecologistas¡ª, la ley de cambio clim¨¢tico cerr¨® la puerta al uso de la fracturaci¨®n en mayo de 2021. El Ministerio para la Transici¨®n Ecol¨®gica insiste en la negativa: ¡°No nos planteamos el fracking. La apuesta es por acelerar la transici¨®n energ¨¦tica, el despliegue de renovables, el ahorro y la eficiencia, para electrificar la econom¨ªa¡±, se?ala un portavoz.
EE UU: m¨¢s permisos de perforaci¨®n
Con el precio del petr¨®leo claramente por encima de los 100 d¨®lares por primera vez en ocho a?os y del gas natural en niveles dif¨ªcilmente imaginables hace solo unos meses, la fracturaci¨®n hidr¨¢ulica vuelve a brillar en EE UU, un pa¨ªs que en los ¨²ltimos a?os se ha acercado a algo que se parece mucho a la soberan¨ªa energ¨¦tica. El primer metanero cargado de gas de lutita para la exportaci¨®n zarp¨® de las costas estadounidenses en 2016, y seis a?os despu¨¦s el gigante norteamericano cerrar¨¢ 2022 como primer exportador de gas del planeta.
En sus primeros meses en la Casa Blanca, el presidente Joe Biden abog¨® por regulaciones m¨¢s estrictas de la industria petrolera, declar¨® una moratoria para prospecciones en tierras federales para estudiar el impacto ambiental y revoc¨® el permiso para construir un oleoducto, el Keystone XL, que ligar¨ªa EE UU y Canad¨¢. La lucha contra el cambio clim¨¢tico es una prioridad en su pol¨ªtica, pero la inflaci¨®n y la guerra de Ucrania han acercado a Biden a una industria que le mira con desconfianza, al sentirse demonizada. Los datos son n¨ªtidos: en su primer a?o, el dem¨®crata ha superado a Trump en concesi¨®n de permisos de perforaci¨®n en tierras y aguas p¨²blicas. Su Administraci¨®n otorg¨® la mayor concesi¨®n offshore del golfo de M¨¦xico (32 millones de hect¨¢reas) el a?o pasado, aunque un tribunal federal la bloque¨® por no tener en cuenta el impacto ambiental.
Tres de las mayores empresas de gas de esquisto reportaron en febrero un r¨¦cord en sus beneficios el a?o pasado, los m¨¢s altos en m¨¢s de una d¨¦cada. Los frackers m¨¢s importantes del pa¨ªs registran enormes ganancias, pero planean mantener la producci¨®n a un ritmo bajo este a?o, conforme a un acuerdo con Wall Street. Para animarles a producir m¨¢s, Washington ha reiterado estos d¨ªas que las compa?¨ªas no enfrentan restricciones gubernamentales para perforar a corto plazo, aunque en el largo plazo siga invit¨¢ndolas a adoptar formas de energ¨ªa m¨¢s limpias en respuesta al cambio clim¨¢tico.
Incluso antes de la invasi¨®n de Rusia, la presi¨®n de la inflaci¨®n hab¨ªa provocado un aumento en la actividad extractora. En diciembre, la secretaria de Energ¨ªa, Jennifer Granholm, inst¨® a aumentar la producci¨®n y el n¨²mero de plataformas. Exxon Mobil anunci¨® este mes que subir¨ªa su inversi¨®n en nuevos pozos, y los frackers, que alguna vez pensaron que su industria estaba muerta, regresan hoy por la puerta grande. A espaldas de la Casa Blanca, est¨¢n reabriendo plataformas de perforaci¨®n en campos casi abandonados desde 2020 por el bajo precio del petr¨®leo y la escasa rentabilidad, en Oklahoma y Colorado.
Los activistas ambientales, mientras, temen un rearme de la industria del petr¨®leo y del gas, aprovechando el temor de los consumidores y con desd¨¦n por la emisi¨®n de gases de efecto invernadero. Los influyentes lobbies han redoblado estas semanas su presi¨®n sobre los legisladores, con un bombardeo de memorandos que cantan las ventajas de los combustibles f¨®siles.
La titularidad de la tierra es clave. ¡°El 90% de la producci¨®n de yacimientos terrestres se realiza en terrenos que no son propiedad del Gobierno federal. Del 10% restante, terrenos federales, la industria del petr¨®leo y del gas tiene arrendadas millones de hect¨¢reas. Actualmente, disponen de 9.000 permisos para perforar ya aprobados. Podr¨ªan estar extrayendo ahora mismo¡±, se lamentaba Biden el 8 de marzo, cuando prohibi¨® la importaci¨®n de crudo ruso. ¡°Incluso en medio de la pandemia, las empresas estadounidenses extrajeron m¨¢s petr¨®leo durante mi primer a?o en el cargo que durante el primer a?o de mi predecesor. Nos estamos acercando a niveles r¨¦cord de producci¨®n de petr¨®leo y gas, y vamos camino de establecer un r¨¦cord de producci¨®n el pr¨®ximo a?o¡±, dijo el mandatario, rechazando de plano las acusaciones de la oposici¨®n y la industria de frenar su producci¨®n.
Pero fiel a su ideario verde, y haciendo de la necesidad virtud, Biden repite su mantra ante la amenaza rusa: ¡°Ser independiente energ¨¦ticamente significa reducir nuestra dependencia de los combustibles f¨®siles¡±. ¡°La ¨²nica forma de eliminar la capacidad de Putin y de todos los dem¨¢s pa¨ªses productores para utilizar el petr¨®leo como arma econ¨®mica es reducir nuestra dependencia del petr¨®leo¡±, se le¨ªa hace un par de semanas en un comunicado de la Casa Blanca.
El Reino Unido: moratoria desde 2019
El Gobierno de Boris Johnson ha prometido una revisi¨®n integral de su pol¨ªtica energ¨¦tica como respuesta a la crisis de suministro desatada por la invasi¨®n de Ucrania. Y, por primera vez desde el compromiso adquirido por el Partido Conservador en noviembre de 2019, se vuelve a abrir la puerta al fracking. ¡°La estrategia energ¨¦tica debe contemplar todas las opciones, dada la situaci¨®n actual en Ucrania y el modo en que est¨¢ afectando al precio del gas y del petr¨®leo¡±, ha admitido un portavoz de Downing Street.
Presionado en sus primeras elecciones generales como candidato por la oposici¨®n laborista, que se compromet¨ªa a poner fin definitivamente a esta t¨¦cnica, el conservador Johnson anunci¨® por sorpresa una moratoria indefinida. Durante la d¨¦cada anterior, la t¨¦cnica se hab¨ªa convertido en la esperanza de los gobiernos tories de dotar al Reino Unido de mayor autonom¨ªa energ¨¦tica. Eso a pesar de que los movimientos de la poblaci¨®n local en contra de los proyectos hab¨ªan adquirido mucha fuerza.
Justo despu¨¦s de la invasi¨®n de Ucrania, y de que el Gobierno brit¨¢nico fuera el primero en secundar la decisi¨®n de Washington de vetar el petr¨®leo ruso, un grupo de unos cuarenta diputados conservadores envi¨® una carta a Johnson en la que ped¨ªa que se replanteara la moratoria del fracking, que ¡°hiciera una pausa y sometiera a revisi¨®n la medida¡±, para poder ¡°reforzar la seguridad energ¨¦tica del pa¨ªs en un momento de tal tensi¨®n geopol¨ªtica¡±, dec¨ªan los parlamentarios.
En la actualidad ya solo quedan dos zonas de extracci¨®n de petr¨®leo de esquisto en el Reino Unido, ambas en el condado de Lancashire. La autoridad reguladora energ¨¦tica del pa¨ªs, la OGA en sus siglas en ingl¨¦s, hab¨ªa dado ya la orden de que fueran taponadas con una capa de cemento. El ministro de Energ¨ªa, Kwasi Kwarteng, que a trav¨¦s de una tribuna p¨²blica en los medios y las redes hab¨ªa expresado su opini¨®n de que no ten¨ªa sentido regresar al fracking, porque llevar¨ªa tiempo y no ayudar¨ªa a reducir costes energ¨¦ticos, tuvo luego que dar marcha atr¨¢s en la C¨¢mara de los Comunes: ¡°Despu¨¦s de hablar con mi honorable amigo, el primer ministro, ambos llegamos a la conclusi¨®n de que no ten¨ªa ning¨²n sentido precipitarse en sellar con cemento los pozos. Seguimos debatiendo el asunto¡±.
Espa?a: oposici¨®n local
En Espa?a la burbuja del fracking revent¨® en 2017, cuando las cinco empresas que quer¨ªan usar esta t¨¦cnica y que promet¨ªan romper la dependencia nacional de los combustibles del exterior gracias al gas esquisto renunciaron a sus proyectos. Fue por una mezcla de oposici¨®n local y de ca¨ªda de precios del gas, recuerda Samuel Mart¨ªn-Sosa, activista medioambiental y responsable entonces de la campa?a contra el gas de Ecologistas en Acci¨®n. ¡°Fue una lucha local, contra los impactos medioambientales del fracking¡±, explica Mart¨ªn-Sosa, que ahora est¨¢ en la organizaci¨®n Climate Action Network. ¡°Aquel movimiento se esfum¨®¡±, recuerda. Porque no era contra los combustibles f¨®siles en general, que Espa?a ha seguido y sigue consumiendo, sino contra el impacto concreto de esta t¨¦cnica sobre el territorio.
El Gobierno del PP intent¨® impulsar el uso del fracking, cambi¨® la normativa estatal y le abri¨® la puerta. Pero mientras en Madrid, en el Congreso de los Diputados, ese partido consegu¨ªa que la disciplina de voto se mantuviera para los cambios legislativos que se aprobaron para autorizar su utilizaci¨®n, en varias comunidades ¡ªcomo Cantabria y el Pa¨ªs Vasco¡ª los parlamentarios populares apoyaron las leyes antifracking auton¨®micas. Ese rechazo tambi¨¦n llegaba hasta los alcaldes: en Burgos, por ejemplo, los cinco ayuntamientos ¡ªtodos del PP¡ª afectados por el proyecto de la empresa canadiense BNK se opon¨ªan a la fractura hidr¨¢ulica. Esto gener¨® una sensaci¨®n de inseguridad jur¨ªdica entre las empresas. La puntilla lleg¨® con la aprobaci¨®n en mayo del pasado a?o de la ley de cambio clim¨¢tico, que cierra definitivamente la puerta a esta t¨¦cnica.
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