Cuando la basura es un problema de ida y vuelta
Se debe adoptar una mejor regulaci¨®n para alejarse de un sistema que permite que los pa¨ªses m¨¢s ricos no se responsabilicen de los da?os que causan
Cuando pensamos en tr¨¢fico de residuos, lo primero que nos viene a la mente son las im¨¢genes de quemas a cielo abierto o de vertederos en Malasia, Turqu¨ªa o Ruman¨ªa. La mayor¨ªa de las veces, estas situaciones son causadas por los nefastos h¨¢bitos de los pa¨ªses con m¨¢s recursos, consumidores y productores en exceso, que descargan tanto sus responsabilidades como su propia basura en otros con menos capacidad normativa, regulaciones menos estrictas y salarios m¨¢s bajos. En otras palabras, en pa¨ªses sin medios para luchar contra la injusticia y que sufren las decisiones que toman los pa¨ªses m¨¢s ricos. Por esta raz¨®n, el caso del tr¨¢fico de basura entre Montenegro y Espa?a, en Nerva concretamente, nos hace reflexionar.
Desde el principio, este caso no parece encajar con el marco habitual en el que suele producirse el comercio de residuos (de un pa¨ªs pr¨®spero a un pa¨ªs m¨¢s pobre). En realidad, es todo lo contrario. Estamos hablando de Montenegro, un pa¨ªs cuyo salario medio es casi la mitad del espa?ol y que est¨¢ enviando sus residuos peligrosos al decimotercer pa¨ªs m¨¢s rico del mundo, basura que nadie quiere pero que va a parar a uno de los pa¨ªses con m¨¢s riqueza del planeta. ?Se trata finalmente de una represalia contra una pr¨¢ctica intr¨ªnsecamente injusta? ?Estamos viendo, contra todo pron¨®stico, que finalmente la tendencia se est¨¢ revirtiendo?
Desafortunadamente, no se trata de eso en absoluto. Si acaso, se trata de la continuaci¨®n de un modelo general en el que la riqueza externaliza cualquier potencial efecto negativo. Porque cuando se comercia con residuos, debemos a?adir una capa extra de complejidad sobre qu¨¦ debemos hacer con ellos. Las discusiones sobre las diferentes reglas que se aplican, c¨®mo debemos hacerlas cumplir, y c¨®mo se deben monitorear y controlar las exportaciones son habituales. Pero ¨¦stas nos distraen del verdadero problema y perdemos de vista el panorama general: los residuos, y a¨²n m¨¢s los residuos peligrosos, no deber¨ªan existir en primer lugar. Y si existen, deber¨ªamos preguntarnos por qu¨¦ se ha producido y c¨®mo podemos cambiar esto. ?Es razonable dedicar tanto tiempo a regular algo que deber¨ªa eliminarse gradualmente? ?O deber¨ªamos pasar este tiempo elimin¨¢ndolo gradualmente?
En cualquier discusi¨®n sobre el comercio de residuos, esos principios y cuestionamientos deben ser los primeros que gu¨ªen nuestras acciones, ya que s¨®lo esto conducir¨¢ a medidas eficientes y a largo plazo. Porque, no podemos olvidar, que esas 110.000 toneladas de residuos peligrosos se han generado para la construcci¨®n de un puerto para yates de lujo. No tiene sentido entrar en detalles sobre lo absurdo de tal proyecto en un momento de crisis clim¨¢tica y social. Sabemos que este tipo de barcos se encuentra entre los peores medios de transporte individual en t¨¦rminos de emisiones de di¨®xido de carbono. Sabemos que la mera existencia de este medio de transporte es absurda en un mundo donde la brecha entre ricos y pobres se agranda m¨¢s que nunca. En otras palabras, sabemos que el proyecto que condujo a la generaci¨®n de los residuos problem¨¢ticos nunca debi¨® existir. Y al final de todo, impactar¨¢ en la comunidad local de Nerva. Los residuos t¨®xicos depositados en vertederos est¨¢n da?ando el entorno natural, no se est¨¢n creando puestos de trabajo, y los municipios no compensaciones econ¨®micas por albergar el vertedero. Y as¨ª, volvemos al punto inicial: lo que est¨¢ pasando en Nerva tiene que ver con el consumo poco sostenible y con unos modelos de producci¨®n que generan una basura innecesaria cuyos impactos negativos recaer¨¢n de forma injusta en la comunidad local.
Por supuesto, detener la reflexi¨®n aqu¨ª ser¨ªa idealista e ineficiente. El comercio de residuos forma parte de nuestro sistema econ¨®mico actual y debe ser regulado para garantizar que cuando suceda, suceda de manera segura. Se trata de adoptar una mejor regulaci¨®n y de lograr m¨¢s capacidad para hacer cumplir esa regulaci¨®n. Pero, sobre todo, esos ajustes regulatorios deben centrarse principalmente en el seguimiento y en la transparencia. Ambos son la clave para alejarse de un sistema que permite que los pa¨ªses m¨¢s ricos no se responsabilicen de los da?os que causan.
Cuando el sistema sea totalmente transparente y todo el mundo sepa lo que est¨¢ pasando, esto no solo actuar¨¢ como un elemento disuasorio para que las empresas o los pa¨ªses detengan sus pr¨¢cticas poco sostenibles, sino que, sobre todo, veremos cu¨¢n absurda y sin sentido es toda la situaci¨®n.
S¨®lo a trav¨¦s de la transparencia podremos tener una visi¨®n m¨¢s global y completa de lo que representa el tr¨¢fico de residuos: el desplazamiento de un problema que no deber¨ªa haberse creado, un tema bien visible que necesitamos, por supuesto, controlar. Pero sobre todo no olvidemos que nuestro principal objetivo deber¨ªa ser que este tr¨¢fico no existiera.
Pierre Condamine es asesor en pol¨ªticas de residuos de la organizaci¨®n Zero Waste Europe.
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