Katharine Hayhoe, climat¨®loga: ¡°Solo el a?o pasado, China instal¨® m¨¢s paneles solares que EE UU en toda su historia¡±
La jefa cient¨ªfica de Nature Conservancy y profesora en Texas considera que ¡°ninguna persona ni ning¨²n Gobierno¡± puede detener la lucha contra el cambio clim¨¢tico
A pesar de las nefastas noticias para la lucha clim¨¢tica desde la vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca, como el abandono de EE UU del Acuerdo de Par¨ªs, la cient¨ªfica del clima Katharine Hayhoe (Toronto, Canad¨¢, 52 a?os) no pierde la esperanza, ni la sonrisa. Profesora de la Universidad de Texas Tech y jefa cient¨ªfica de la organizaci¨®n ambiental Nature Conservancy, esta canadiense, que da clase y vive en uno de los Estados m¨¢s conservadores de EE UU, es especialista en abrir puentes para hablar de calentamiento del planeta, algo que va a hacer mucha falta.
Pregunta. Como cient¨ªfica del clima, ?qu¨¦ le parece que el nuevo Gobierno de Estados Unidos se desentienda de la lucha clim¨¢tica?
Respuesta. Es como si hace un siglo Estados Unidos hubiera decidido invertir en caballos y carruajes, en vez de en [autom¨®viles] modelo T. La revoluci¨®n de la energ¨ªa limpia es imparable y ninguna persona ni ning¨²n Gobierno puede detener la acci¨®n clim¨¢tica. S¨ª que puede ralentizarla, pero no pararla. El mundo est¨¢ cambiando muy r¨¢pidamente. Solo el a?o pasado, China instal¨® m¨¢s paneles solares que Estados Unidos en toda su historia. Todos los pa¨ªses est¨¢n cambiando, Estados Unidos est¨¢ decidiendo quedarse atr¨¢s.
P. Aunque Trump no pueda parar la acci¨®n clim¨¢tica, ?qu¨¦ supone que s¨ª consiga retrasarla?
R. La ciencia dice que cada d¨¦cima de grado m¨¢s de calentamiento importa. Cada tonelada de di¨®xido de carbono que producimos tiene consecuencias. Cada decisi¨®n importa. Como dijo John Holdren, que fue consejero del presidente Obama, tenemos tres opciones: mitigaci¨®n, adaptaci¨®n o sufrimiento. Podemos mitigar el cambio clim¨¢tico ¨Des decir, reducir las emisiones¨D, adaptarnos a los cambios que vienen o sufrir las consecuencias.
P. ?Qu¨¦ le preocupa m¨¢s de que EE UU no escuche a los cient¨ªficos del clima?
R. Lo que me preocupa es que, aunque el cambio clim¨¢tico nos afecta a todos, no nos afecta a todos por igual. Los que menos han contribuido al problema son los que m¨¢s sufren las consecuencias. Y eso no es justo. Por eso me hice cient¨ªfica clim¨¢tica. Yo estaba estudiando astronom¨ªa, pero me puse a estudiar el cambio clim¨¢tico cuando me di cuenta de lo injusto que es.
P. ?C¨®mo se puede contrarrestar la salida de EE UU del Acuerdo de Par¨ªs?
R. Todos contribuimos y todos tenemos un papel que desempe?ar para reducir nuestras propias emisiones. Dentro de EE UU, hay un grupo que se llama We Are Still In, que en ingl¨¦s significa que todav¨ªa estamos comprometidos con la acci¨®n clim¨¢tica. Este grupo de ciudades, Estados, negocios, tribus, universidades, representa m¨¢s de 60% de las emisiones estadounidenses. As¨ª pues, es cierto que el gobierno federal [en manos de Trump] tiene un papel muy grande en las emisiones, pero tambi¨¦n lo tienen las ciudades, los Estados, los negocios propios¡ Nosotros mismos, The Nature Conservancy, tambi¨¦n estamos comprometidos a reducir las emisiones de una manera consistente con el Acuerdo de Par¨ªs.
P. En los ¨²ltimos a?os, aumenta el rechazo a las pol¨ªticas clim¨¢ticas en todo el mundo, ?qu¨¦ se est¨¢ haciendo mal?
R. Desde hace m¨¢s de 60 a?os hemos hablado de los riesgos globales del cambio clim¨¢tico, lo que yo llamo comunicaci¨®n del cerebro, pero no hemos comunicado todas las razones por las cuales nos importa a nosotros mismos, o sea, al coraz¨®n. La gente no entiende c¨®mo el cambio clim¨¢tico afecta a su hogar, su empleo, su familia, su vida¡ Si uno pregunta a la gente qu¨¦ se debe hacer para luchar contra el cambio clim¨¢tico, la respuesta es reciclar o usar menos pl¨¢stico. Y eso es importante, pero no tiene mucho que ver con el cambio clim¨¢tico.
P. ?C¨®mo se llega a los esc¨¦pticos con la emergencia clim¨¢tica?
R. Este tipo de personas hablan muy alto, especialmente en las redes sociales o en los comentarios online, son muy vociferantes. Pero incluso en EE UU representan menos del 10% de la poblaci¨®n. Discutir con estas personas no sirve para cambiar su opini¨®n, pues no tiene nada que ver con la ciencia. Realmente, tienen lo que los psic¨®logos llaman aversi¨®n a las soluciones. Ellos creen que la cura es peor que la enfermedad, creen que soluciones al cambio clim¨¢tico como las energ¨ªas limpias representan una amenaza. Sus dudas cient¨ªficas son una pantalla de humo. Si intentamos discutir con estas personas sobre ciencia, seremos como Don Quijote peleando con molinos.
P. ?C¨®mo perciben los estadounidenses la vinculaci¨®n del cambio clim¨¢tico con desastres como los incendios en California?
R. En la Universidad de Yale tienen un centro con registros de opini¨®n p¨²blica sobre el cambio clim¨¢tico desde hace m¨¢s de 15 a?os y est¨¢n viendo que cada vez m¨¢s personas en EE UU han empezado a preocuparse por el calentamiento. Esto est¨¢ pasando por los desastres relacionados con el clima que nos est¨¢n afectando. Sabemos sin ninguna duda que el cambio clim¨¢tico est¨¢ aumentando esos riesgos. En los a?os ochenta, en EE UU hab¨ªa un desastre que costaba m¨¢s de 1.000 millones de d¨®lares cada cuatro meses, al menos tres cada a?o. En la actualidad, se producen casi 30 desastres de este tipo al a?o. Esto s¨ª est¨¢ cambiando la opini¨®n p¨²blica.
P. ?Pero entonces por qu¨¦ hay tantos estadounidenses que han votado a Trump?
R. Desafortunadamente, con el cambio clim¨¢tico todav¨ªa no hemos hecho esas conexiones entre lo que sabemos como cient¨ªficos ¨Del cerebro¨D, con los hogares, la vida de la gente ¨Dlos corazones¨D. Tampoco hemos hecho las conexiones entre nuestras propias decisiones y las compa?¨ªas y los pa¨ªses que contin¨²an su adicci¨®n a los combustibles f¨®siles. Lo que veo en EE UU tambi¨¦n es que cuando uno habla con los l¨ªderes regionales, los alcaldes, por ejemplo, s¨ª son m¨¢s conscientes, tienen m¨¢s en cuenta los impactos y la importancia de las energ¨ªas limpias. Yo vivo en Texas, all¨ª ciudades como Houston, Dallas, San Antonio, El Paso tienen planes para luchar en contra del cambio clim¨¢tico y est¨¢n bajando sus emisiones. En Texas tienen m¨¢s parques solares y e¨®licos que en cualquier otro Estado de los Estados Unidos.
P. ?Y qu¨¦ dice la gente de un Estado tradicionalmente republicano como Texas del rechazo de Trump a la acci¨®n clim¨¢tica y las energ¨ªas limpias?
R. Por las conversaciones que he tenido, creo que todav¨ªa no han conectado los puntos de c¨®mo esto va a afectar a los empleos, a la econom¨ªa local. El problema ¨Den EE UU, pero tambi¨¦n en otros pa¨ªses¨D es que la cuesti¨®n del cambio clim¨¢tico est¨¢ muy polarizada. Si uno habla de energ¨ªa limpia, de adaptaci¨®n, de soluciones naturales, la mayor¨ªa de la gente lo apoya.
P. ?Qu¨¦ hay que hacer entonces?
R. Una vez en Texas, di una charla a un grupo de m¨¢s de 300 directores de agua de distritos, con representantes del Gobierno del Estado que no apoyan la acci¨®n clim¨¢tica. Decid¨ª dar toda la charla sin pronunciar ¡°cambio clim¨¢tico¡±. Habl¨¦ de tendencias a largo plazo, de variabilidad del clima, de los mismos datos que suelo dar siempre, pero sin mencionar ni una sola vez el cambio clim¨¢tico. Cuando acab¨¦, una se?ora vino corriendo a estrecharme la mano y a decirme que estaba de acuerdo con todo. Me coment¨® que eso ten¨ªa sentido y no lo de la gente que habla del calentamiento global. Aprend¨ª que cuando hablamos de los riesgos y soluciones sin usar las palabras cambio clim¨¢tico o calentamiento global podemos conseguir muchos m¨¢s acuerdos.
P. ?C¨®mo puede tener un discurso tan esperanzador siendo las noticias tan negativas?
R. Necesitamos tener preocupaci¨®n, porque si hay un problema y no estamos preocupados, ?por qu¨¦ vamos a querer solucionarlo? Sin embargo, el temor no es suficiente. Tenemos que saber qu¨¦ podemos hacer. La esperanza para m¨ª no es una emoci¨®n, sino algo que practico, como un deporte ol¨ªmpico.
P. ?Puede explicar eso?
R. No me refiero a la esperanza como una emoci¨®n, pensando que si lo deseamos con mucha fuerza se va a solucionar, metiendo la cabeza bajo tierra como el avestruz. Para m¨ª, la esperanza es que podemos cambiar el futuro. As¨ª ha pasado en la historia. ?C¨®mo se consigui¨® abolir la esclavitud? ?C¨®mo empezaron a votar las mujeres? ?C¨®mo se termin¨® con el apartheid? No fue por un presidente, ni una persona famosa, ni alguien rico, sino por individuos que se unieron contra grandes poderes establecidos hasta cambiar la sociedad.
P. Hay voces que consideran que no dar ahora un mensaje pesimista es ocultar la realidad.
R. Lo oigo casi cada d¨ªa, en las redes sociales, en correos electr¨®nicos que me env¨ªan¡. Pero los cient¨ªficos llevamos 60 a?os compartiendo noticias malas y, ?qu¨¦ ha pasado? Lo que nos dicen los psic¨®logos y los cient¨ªficos sociales es que con el cambio clim¨¢tico el miedo no es suficiente. Nos dicen que el miedo sirve para despertarnos, pero una vez despiertos m¨¢s temor nos paraliza. Mucha de esta gente que defiende la ciencia f¨ªsica del cambio clim¨¢tico para lanzar mensajes negativos, no acepta luego las ciencias sociales. Para solucionar el cambio clim¨¢tico, necesitamos las noticias malas. O como digo en mi newsletter, las noticias no tan buenas. Las necesitamos para saber que tenemos un problema. Al mismo tiempo, necesitamos saber c¨®mo solucionarlo, qu¨¦ est¨¢n haciendo otras personas como nosotros, otras ciudades, otras familias, otros negocios, otras universidades¡
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