Alarma en Do?ana: perdemos m¨¢s que agua, perdemos vida
La situaci¨®n cr¨ªtica de muchos humedales deber¨ªa obligar a Espa?a a tener un verdadero plan estrat¨¦gico agrario, que eval¨²e el rendimiento econ¨®mico conseguido por cada metro c¨²bico de agua, adem¨¢s de otros costes asociados
Las im¨¢genes de algunas lagunas secas en Do?ana han sido el foco de atenci¨®n estas ¨²ltimas semanas. Nuestros humedales son solo el sem¨¢foro de que los acu¨ªferos y los r¨ªos que los sostienen est¨¢n contaminados y exhaustos. En definitiva, avisan de que no podremos seguir regando o teniendo agua dom¨¦stica en cantidad y calidad. Son tambi¨¦n una se?al de alarma que nos advierte que debemos entender el valor de la naturaleza, de cada uno de sus ecosistemas. Porque cuando un humedal se seca, como en este caso, perdemos mucho m¨¢s que agua. Perdemos vida. El 60 % de los humedales de Espa?a ha desaparecido o est¨¢ en mal estado.
La destrucci¨®n de Do?ana significa la inviabilidad de tener a medio plazo superficies de regad¨ªo sostenibles y perdurables, o un turismo de calidad. Igualmente, el Parque Nacional de las Tablas de Daimiel se encuentra en la UCI, alimentado por pozos que mantienen artificialmente peque?as superficies h¨²medas y que se?ala lo poco que les queda a los regad¨ªos de La Mancha central.
El mar Menor es una cloaca que recibe los lixiviados de los cultivos intensivos del Campo de Cartagena, otra alarma que avisa de que pronto se cerrar¨¢n mercados de exportaci¨®n y de que se hundir¨¢ el sector tur¨ªstico de seguir por este camino.
Adem¨¢s de obligarnos a mirar lo que pasa a su alrededor, los humedales constituyen verdaderas joyas o puntos calientes de biodiversidad: son el h¨¢bitat del 40% de todas las especies de plantas y animales. Si desaparecen, se llevan consigo toda la riqueza que tiene asociada.
La relaci¨®n con el cambio clim¨¢tico manifestado en sequ¨ªas prolongadas, la escasez de precipitaciones y las olas de calor, unido a los incesantes drenajes de gran parte de nuestro paisaje agr¨ªcola, la sobreexplotaci¨®n de los acu¨ªferos y las retracciones del caudal de los r¨ªos est¨¢n alterando de un modo muy intenso al r¨¦gimen h¨ªdrico de los humedales. Cada vez disponen de menos agua y esta permanece menos tiempo. Tanto es as¨ª, que cada vez se reduce m¨¢s el periodo en el que las lagunas estacionales presentan agua y aumentan las lagunas de car¨¢cter permanente que se secan. Adem¨¢s, estos cambios que se est¨¢n produciendo de manera acelerada, provocan que la gran biodiversidad que albergan estos ambientes h¨²medos no logre adaptarse a las nuevas circunstancias de escasez de agua.
Algunas de estas especies son las aves acu¨¢ticas, que utilizan los humedales durante todo su ciclo de vida. Hay un ejemplo que conocemos bien en Fundaci¨®n Global Nature, el carricer¨ªn cejudo, el ave paseriforme m¨¢s amenazada de Europa continental. Esta especie se reproduce en solo 4 pa¨ªses (Polonia, Bielorrusia, Ucrania y Lituania), pero durante sus migraciones utiliza los humedales ib¨¦ricos como zonas de descanso y de alimentaci¨®n. El estado de conservaci¨®n de estas zonas h¨²medas, y sobre todo la presencia de zonas encharcadas, es fundamental para la presencia de potenciales presas, insectos y ara?as que captura. Esta energ¨ªa que almacena en forma de grasa es el combustible para continuar su viaje migratorio y garantizar su supervivencia en su traves¨ªa por territorios tan inh¨®spitos como los oc¨¦anos o el desierto del Sahara. En este sentido, los humedales constituyen verdaderas gasolineras para muchas especies de aves migrantes, donde descansar y alimentarse, y fundamentales para concluir con ¨¦xito sus viajes migratorios. Y s¨®lo hablamos de una peque?a parte de la enorme biodiversidad que albergan.
La recuperaci¨®n es posible
Desde los a?os 90, La Fundaci¨®n Global Nature ha sido pionera en la restauraci¨®n y gesti¨®n de numerosos humedales ib¨¦ricos, especialmente en la comarca palentina de Tierra de Campos. Los drenajes realizados para de secar el antiguo Mar de Campos han sido tan intensos que la recuperaci¨®n de lo que conocemos hoy como la Nava, una peque?a parte de ese antiguo Mar de Campos, depende por completo de los aportes de agua artificiales del canal de Castilla. Otro humedal cercano, la laguna de Pedraza, est¨¢ sufriendo un acortamiento de su periodo de inundaci¨®n debido a la falta de lluvias y la sobreexplotaci¨®n del acu¨ªfero en la cabecera de su subcuenca hidrol¨®gica. Estos son solo dos ejemplos de la alteraci¨®n que est¨¢n sufriendo el r¨¦gimen h¨ªdrico de los humedales ib¨¦ricos en las ¨²ltimas d¨¦cadas.
Est¨¢ claro que es necesario aprovechar mejor el recurso agua en un pa¨ªs como el nuestro, y entender que estamos ¡°produciendo por encima de nuestras posibilidades¡±. Necesitamos m¨¢s agua de la que tenemos para cultivar todo lo que exportamos. Esta situaci¨®n nos deber¨ªa obligar a tener en Espa?a un verdadero plan estrat¨¦gico agrario, que realmente eval¨²e el rendimiento econ¨®mico conseguido por cada metro c¨²bico de agua en funci¨®n de cada cultivo, adem¨¢s de otros costes asociados.
No se trata tanto de hablar de culpables como de reconocer las causas sin tapujos. La principal causa de la muerte de Do?ana, y de otros humedales, es no concederle el valor que tiene, intr¨ªnseco y como sem¨¢foro de nuestro futuro.
Eduardo de Miguel es director de la Fundaci¨®n Global Nature.
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