?Qu¨¦ deber¨ªamos aprender de los incendios de Haw¨¢i?
En Espa?a se pueden sufrir eventos similares, por eso es necesario regular donde se construye y gestionar el paisaje con silvicultura y actividad agroganadera
Durante estos d¨ªas, tras la cat¨¢strofe en la isla hawaiana de Maui por el impacto de un incendio forestal contra la ciudad de Lahaina, mucha gente se pregunta si algo as¨ª podr¨ªa suceder aqu¨ª. Y la respuesta es, desgraciadamente, que s¨ª. La posibilidad de padecer un incendio forestal que impacte contra una poblaci¨®n y pueda provocar decenas de v¨ªctimas mortales es una realidad plausible. Pero, ?cu¨¢les son las diferencias y las similitudes entre ambos escenarios?
Una diferencia, a priori evidente, es la de la tipolog¨ªa de construcci¨®n. Aqu¨ª prevalece el uso mayoritario de ladrillo, mientras all¨¢ hab¨ªa estructuras vulnerables de madera y techos de hojas de palma. Sin embargo, en 2022, ardieron edificaciones en Catalu?a, Castilla y Le¨®n y Galicia. Menos vulnerable no significa inexpugnable.
La segunda es que aqu¨ª, de momento, no tenemos huracanes. La influencia del viento del hurac¨¢n Dora ha resultado determinante en la propagaci¨®n de los incendios de Maui. Pese a ello, en 2017 en Galicia la tormenta Ophelia mostr¨® el potencial desastre que supone la interacci¨®n ¡°incendios forestales ¨C tormentas¡±. Aquel episodio entre Galicia y Portugal acab¨® con 50 v¨ªctimas mortales en Portugal y 4 en Galicia. Hasta ahora, en Maui se han registrado 115 v¨ªctimas mortales confirmadas, con m¨¢s de 1.000 personas a¨²n desaparecidas. Otras 1.400 previamente reportadas han sido localizados en buen estado. El fuego en Maui ha da?ado o destruido m¨¢s de 2.200 edificaciones, cuyo coste de reconstrucci¨®n supondr¨¢ 5,52 mil millones de d¨®lares. Y, esto con un fuego de ¡°solo¡± 800 hect¨¢reas (incluyendo toda la zona urbana).
¡°Esto no tiene precedentes¡±, dijo el jefe de polic¨ªa de Maui, John Pelletier la pasada semana. Y es cierto. En un contexto temporal reciente, ni siquiera el incendio de Mati, en Grecia (2018), que mat¨® a 102 personas en poco m¨¢s de 3 horas y destruy¨® m¨¢s de 1.000 edificios alcanz¨® este nivel de gravedad.
Pero ?podemos aprender algo de todo esto? ?Es posible entender qu¨¦ ha pasado, y por qu¨¦, para intentar que no suceda aqu¨ª? Por desgracia, en ocasiones hasta que no se producen v¨ªctimas mortales o impactos masivos, cuesta desarrollar actuaciones orientadas a mitigar riesgos conocidos.
Porque el riesgo en Lahaina era conocido y estudiado. De hecho, se hab¨ªa advertido por escrito al menos en tres ocasiones. Primero, en 2018, en un plan de dise?o de la estrategia a escala de paisaje para reducir el riesgo de incendios forestales. La segunda, al a?o siguiente, en una carta de C. Trauernicht, especialista de la Universidad de Hawaii. Y, la ¨²ltima, en 2021, en un informe sobre prevenci¨®n de incendios forestales en Maui tras un episodio anterior de fuego. Y aqu¨ª s¨ª encontramos una similitud con nuestro pa¨ªs: pese a los avisos, pocas veces se act¨²a.
En Espa?a existen muchos enclaves, tanto en ambos archipi¨¦lagos como en la Pen¨ªnsula, con riesgo de sufrir un evento similar. Las ¨¢reas pobladas constituyen hoy en d¨ªa un problema cuando son amenazadas por el fuego. Por ello, es importante convertir las zonas pobladas en lugares seguros para la poblaci¨®n y para las personas que trabajan en emergencias. Estas personas se ven expuestas a incendios que no se pueden apagar durante largos periodos de tiempo al estar ¡°fuera de capacidad de extinci¨®n¡±. Porque, incluso la extinci¨®n de incendios forestales tiene l¨ªmites f¨ªsicos para los medios y profesionales que los combaten. Y a esas personas no se les puede mandar como carne de ca?¨®n a librar batallas que sabemos de antemano que no pueden ganar.
Decenas de profesionales hemos consensuado que es necesaria una inversi¨®n anual de al menos 1.000 millones de euros y gestionar cada a?o un m¨ªnimo de un 1% del territorio para tener oportunidades. Lo ¨²nico que podemos elegir de los incendios forestales es en qu¨¦ paisaje los vamos a gestionar. M¨¢s o menos cargado de combustible. M¨¢s o menos adaptado al cambio clim¨¢tico. Con n¨²cleos adaptados y preparados o sin preparar. Y para eso es necesario regular donde se construye y, en el paisaje, desarrollar actividad agroganadera y selvicultura. Azada, diente, motosierra y fuego bueno.
La diferencia entre ¡°para¨ªso o muerte¡± depende de c¨®mo permitamos comportarse a un incendio en nuestro entorno. La elecci¨®n ¡°arde o no arde¡± se debe afrontar desde la propiedad. Si se trabaja antes, una propiedad puede salir indemne. En caso contrario, puede arder y poner en peligro a nuestra familia y vecinos. La responsabilidad es compartida entre las administraciones p¨²blicas y la ciudadan¨ªa, especialmente la que vive en zonas de riesgo.
Cada cual puede tener sus propias opiniones, pero no puede tener sus propios hechos. Y es un hecho que, si no gestionamos de forma racional y planificada nuestros montes y nuestras zonas de interfaz urbano forestal, acabar¨¢n siendo gestionadas por un incendio forestal que no se dejar¨¢ controlar.
?Qu¨¦ preferimos?
Juan Picos Mart¨ªn, doctor Ingeniero de Montes y director de la Escoloa de Enxe?er¨ªa Forestal de Pontevedra. Universidade de Vigo. Federico Grillo Delgado, ingeniero Forestal, analista de incendios y director de Emergencias del Cabildo de Gran Canaria. Ferran Dalmau¨CRovira, ingeniero Forestal, t¨¦cnico de Emergencias y Protecci¨®n Civil y director de Medi XXI GSA.
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