La extrema derecha trata de apropiarse del concepto de soberan¨ªa alimentaria
Utilizada esta denominaci¨®n hasta en un ministerio del Gobierno de Meloni en Italia, defensores del movimiento original alertan del intento de transformar estas palabras en nacionalismo agrario
Cuando cada vez se hace m¨¢s dif¨ªcil para muchas familias hacer la compra con productos frescos y de calidad; cuando una parte de la poblaci¨®n requiere de los programas de ayuda alimentaria y de los bancos de alimentos; cuando cada d¨ªa cierran unas 20 explotaciones agr¨ªcolas de peque?o y mediano tama?o porque el precio que reciben de las cadenas de supermercados es inferior al de la producci¨®n de alimentos, o cuando una trabajadora marroqu¨ª es explotada en una plantaci¨®n de fresas, lo que est¨¢ en juego es la soberan¨ªa alimentaria.
Este concepto tiene su origen en la d¨¦cada de los noventa cuando empez¨® a utilizarse por el movimiento campesino internacional, La V¨ªa Campesina, en la Cumbre de la Alimentaci¨®n de 1996. Surgi¨® como un derecho colectivo en respuesta al capitalismo desenfrenado: el derecho de los pueblos a alimentos saludables producidos de forma ecol¨®gica y sostenible, que sit¨²a las necesidades de quienes producen, distribuyen y consumen alimentos en el centro de las pol¨ªticas alimentarias.
Esta filosof¨ªa de vida propuesta frente a las grandes multinacionales due?as y se?oras de los mercados y la especulaci¨®n ha empezado a ser utilizada por la extrema derecha con una intenci¨®n completamente diferente, y m¨¢s intensamente en la campa?a para las elecciones europeas de este pr¨®ximo 9 de junio. Estos partidos desvirt¨²an la propuesta y la vac¨ªan de contenido transform¨¢ndola en una demanda ultranacionalista y retr¨®grada, ocultando su apoyo a un modelo agrario industrial que conduce a los peque?os y medianos productores al endeudamiento y a la quiebra, cuando la soberan¨ªa alimentaria reivindica una vida digna para los productores, unos alimentos de calidad en un territorio sano, la justicia social y la solidaridad entre los pueblos.
Si echamos la vista atr¨¢s, vemos que desde hace a?os en Espa?a la derecha y la extrema derecha han tratado de agitar el descontento agrario y rural con la movilizaci¨®n de posiciones neo-tradicionalistas, la caza y los toros, y con la apropiaci¨®n de la voz del campo como portavoces de las personas agricultoras y ganaderas. Y lo que es m¨¢s grave, est¨¢n llevando a cabo un ejercicio de ocultaci¨®n mediante un falso ¡°nacionalismo agrario,¡± a trav¨¦s del cual meten en el mismo saco los intereses de la peque?a y mediana agricultura y ganader¨ªa, as¨ª como de las personas consumidoras, y los intereses de la gran industria agroalimentaria, como si fuesen lo mismo, cuando en realidad son antag¨®nicos.
Adem¨¢s, est¨¢n intentando enfrentar al sector agrario y a la sociedad con el movimiento ecologista mediante un falso dilema: si est¨¢s a favor de la transici¨®n agroecol¨®gica que tenga en cuenta la justicia social, la conservaci¨®n del medio ambiente y la lucha contra el cambio clim¨¢tico, est¨¢s en contra de las personas agricultoras. Sin embargo, esta oposici¨®n adem¨¢s de ser falsa es claramente interesada y cortoplacista, puesto que toda persona que viva en el medio rural y dependa de los recursos naturales sabe muy bien que necesita de su conservaci¨®n para que su actividad y medio de vida no se extinga.
Lo que estamos viviendo en este momento es una vuelta de tuerca de la lucha por el relato de la extrema derecha, cuando pretenden apropiarse del t¨¦rmino soberan¨ªa alimentaria, como ya lo est¨¢n haciendo con la palabra libertad en otros ¨¢mbitos pol¨ªticos, por ejemplo. En el caso del Ministerio de la Agricultura y de la Soberan¨ªa Alimentaria del gobierno italiano de Meloni o al reci¨¦n creado partido pol¨ªtico Soberan¨ªa Alimentaria Espa?ola que se presenta a las pr¨®ximas elecciones europeas. Este populismo agrario de derechas vac¨ªa el concepto y lo transforma en nacionalismo agrario, en lugar de favorecer los intereses de agricultores y agricultoras, y pretende mantener el statu quo de la industria agroalimentaria y las grandes cadenas de supermercados.
Lo que est¨¢ en juego este 9J no es s¨®lo una cuesti¨®n terminol¨®gica, sino las pol¨ªticas agroalimentarias europeas de los pr¨®ximos a?os, donde es necesario definir qu¨¦ modelo queremos y a qui¨¦n queremos que represente; es imprescindible que los peque?os y medianos productores y sus organizaciones, de la mano del resto de la sociedad, den un paso adelante hacia una verdadera apuesta pol¨ªtica en este sentido.
Necesitamos construir un sistema basado en fincas peque?as y medianas que produzcan alimentos de calidad con un modelo agroecol¨®gico, basado en la justicia social y el respeto por la naturaleza, que permita la incorporaci¨®n de j¨®venes y reconozca el valor social de las mujeres en la producci¨®n agraria y en el mantenimiento del medio rural; eso s¨ª es soberan¨ªa alimentaria. Y por mucho que lo intenten, no van a robarnos su significado: no les vamos a dejar.
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