Los 40 a?os de historia de Greenpeace en Espa?a
¡°No nos van a callar nunca¡±, afirma la directora del grupo ecologista en el aniversario de la fundaci¨®n de la secci¨®n espa?ola
La historia de Greenpeace en Espa?a comienza con fuerza en 1978, reci¨¦n estrenada la democracia, con nuestros cuerpos entre el arp¨®n y la ballena. El Rainbow Warrior, buque insignia de la organizaci¨®n, fue retenido cinco meses por la Armada espa?ola hasta que consigui¨® escapar. En 1982 se consegu¨ªa la primera moratoria de caza a las ballenas.
El siguiente impulso, en 1983, a¨²n permanece en la retina de todas aquellas personas que vieron en sus televisores las im¨¢genes de nuestras lanchas saltando por los aires debido a los bidones de residuos radiactivos que se lanzaban al mar en la fosa atl¨¢ntica. Meses m¨¢s tarde se consegu¨ªa la moratoria de vertidos radiactivos al mar.
Es en mayo de 1984, en el Pabell¨®n Villanueva del Jard¨ªn Bot¨¢nico de Madrid, cuando se anuncia la fundaci¨®n de la secci¨®n espa?ola de Greenpeace, gracias al activista ambiental Remi Parmentier (miembro del Consejo Internacional de Greenpeace), el bi¨®logo marino Xavier Pastor, el periodista Benigno Varillas y el escritor Manuel Rivas.
En aquellos a?os, la situaci¨®n medioambiental en nuestro pa¨ªs no era muy halag¨¹e?a. Ante la fuerza del movimiento antinuclear, la industria at¨®mica repart¨ªa pegatinas en los colegios con el eslogan Nuclear hoy, solar ma?ana. Se empezaba a hablar del futuro de las energ¨ªas renovables, pero, dec¨ªan, era una ¡°utop¨ªa¡±. El vertido libre de aguas residuales e industriales era la norma. La gesti¨®n de los residuos no exist¨ªa. La inercia de las pol¨ªticas forestales de la posguerra destrozaba especies y espacios, y el movimiento ecologista denunciaba todav¨ªa el uso de veneno en los cotos de caza contra las mal llamadas ¡°alima?as¡±. Las y los ecologistas se ten¨ªan que echar al monte para detener las m¨¢quinas que derribaban encinas y alcornoques para plantar eucaliptos, lugares donde criaban el buitre negro o el ¨¢guila imperial y sobreviv¨ªa todav¨ªa el lince ib¨¦rico.
Muchas cosas han cambiado desde 1984. Desde los avances del Protocolo de Montreal para proteger la capa de ozono o el hito hist¨®rico que fue la Cumbre de la Tierra de 1992, actualmente multitud de convenios internacionales y leyes tratan de confrontar los desaf¨ªos tan grandes que a¨²n tenemos por delante.
Y en toda esta historia, Greenpeace ha sido un importante actor m¨¢s dentro de la enorme diversidad de movimientos sociales (otros grupos ecologistas, sindicatos, consumidores, movimientos campesinos, feministas, etc¨¦tera) con los que hemos compartido muchas de estas luchas y con los que hoy en d¨ªa seguimos tejiendo redes e imaginando un futuro mejor.
El tiempo nos ha dado la raz¨®n. Los cierres en 2006 de Zorita y en 2017 de Garo?a hicieron que se nos saltaran las l¨¢grimas; hoy tenemos un calendario de cierre de las nucleares.
Tambi¨¦n sucedi¨® cuando las chimeneas de Pasaia, Meirama o Carboneras fueron demolidas: 30 a?os de lucha para que las centrales de carb¨®n, f¨¢bricas de cambio clim¨¢tico en Espa?a, pertenecieran al pasado y se impulsara una transici¨®n justa. Las energ¨ªas renovables ya tienen un papel predominante en el mix energ¨¦tico. El autoconsumo y las comunidades energ¨¦ticas, a pesar de las trabas, se est¨¢n multiplicando. El agujero de la capa de ozono se ha reducido, las minas antipersona y las bombas racimo se han prohibido, y la gran mayor¨ªa de los sectores econ¨®micos se ven interpelados a la hora de calcular su huella de carbono y sus impactos ambientales. Estamos hablando de un Tratado Global de los Oc¨¦anos y otro de los pl¨¢sticos. Ocho de cada diez personas piensan que se deben fortalecer los compromisos de los Estados frente al cambio clim¨¢tico. Y se abren camino la econom¨ªa circular, la movilidad sostenible, el consumo de productos de segunda mano, la cultura del compartir¡ En estos a?os estamos recogiendo los frutos del trabajo de muchas d¨¦cadas, y sembrando qu¨¦ tipos de econom¨ªas, qu¨¦ tipo de democracia, qu¨¦ revalorizaci¨®n del campo, qu¨¦ mundo queremos y necesitamos.
Hay nuevos retos m¨¢s sist¨¦micos: la superaci¨®n de seis de los nueve l¨ªmites planetarios est¨¢ poniendo en jaque a la humanidad; las injusticias del capitalismo, el colonialismo y la guerra se acent¨²an; los que ostentan el poder y la riqueza se resisten a perder sus privilegios. Y una alerta: una ola de negacionismo obsceno y de retardismo irresponsable recorre Europa y otros pa¨ªses occidentales que califican de ¡°agenda progre¡± asuntos como el acceso de la poblaci¨®n a la educaci¨®n y el agua potable, la lucha contra el hambre y el combate de la pobreza, la igualdad de g¨¦nero o la defensa de la naturaleza. Un nuevo ciclo pol¨ªtico europeo que pone en riesgo los esfuerzos de d¨¦cadas de multilateralismo que ha intentado, siquiera t¨ªmidamente, cuestionar los peores efectos de la globalizaci¨®n, incorporar ideas como la justicia clim¨¢tica y la necesidad de aumentar la ambici¨®n para no superar la tot¨¦mica cifra de 1,5 ?C de temperatura media a la que nos comprometimos como humanidad en el Acuerdo de Par¨ªs. Y estos nuevos l¨ªderes, pol¨ªticos y empresariales, est¨¢n hechos de la misma pasta que los que critican los avances en materia de derechos de las mujeres, demonizan a la poblaci¨®n inmigrante o demandan que se declare especie cineg¨¦tica cualquier animal que se ponga a tiro. No podemos bajar la guardia.
Con el respaldo de m¨¢s de 155.000 socios y socias, en el a?o de nuestro 40? aniversario, nos siguen alimentando la misma emoci¨®n y la misma rebeld¨ªa, la misma fuerza y la misma pasi¨®n por el planeta que tuvieron esos hombres y mujeres que iniciaron la chispa de Greenpeace en los 70, lanz¨¢ndose a parar las pruebas nucleares en el archipi¨¦lago de Amchitka. Llevamos 40 a?os sin callarnos. Hemos estado presentes en las grandes luchas ecosociales de estas cuatro d¨¦cadas. Y lo que nos queda. Con la mirada puesta en un modelo m¨¢s all¨¢ del crecimiento econ¨®mico y con garant¨ªas para el bienestar de todas hoy, y para las generaciones futuras ma?ana. Junto con un movimiento inclusivo, diverso e interseccional vamos a construir un futuro alternativo, verde, justo y en paz. No nos van a callar nunca. Ni con bombas ni con arrestos arbitrarios, ni con multas ni cerrando nuestras oficinas. Somos incansables.
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