La COP26 de Glasgow ha de ser un acelerador de la acci¨®n contra el cambio clim¨¢tico
Laurent Fabius, presidente de la cumbre donde se alcanzaron los Acuerdos de Par¨ªs, pide a los Estados que adquieran nuevos compromisos frente al calentamiento global
Ahora que se acerca Glasgow, a menudo me preguntan cu¨¢l es el secreto del Acuerdo universal que presid¨ª en 2015. Mi respuesta es que ese ¨¦xito, tras un largo e intenso trabajo de diplomacia ambiental, se hizo posible gracias a la convergencia, en Par¨ªs, de tres planetas: la ciencia, las sociedades y los Estados.
Desde entonces, el planeta de ciencia ha multiplicado sus avances. Muchos estudios han profundizado en nuestros conocimientos, mostrando, por ejemplo, que los 1,5 grados cent¨ªgrados se han conve...
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Ahora que se acerca Glasgow, a menudo me preguntan cu¨¢l es el secreto del Acuerdo universal que presid¨ª en 2015. Mi respuesta es que ese ¨¦xito, tras un largo e intenso trabajo de diplomacia ambiental, se hizo posible gracias a la convergencia, en Par¨ªs, de tres planetas: la ciencia, las sociedades y los Estados.
Desde entonces, el planeta de ciencia ha multiplicado sus avances. Muchos estudios han profundizado en nuestros conocimientos, mostrando, por ejemplo, que los 1,5 grados cent¨ªgrados se han convertido en el l¨ªmite que no hay que sobrepasar. Las investigaciones se desarrollan en todos los frentes y van eliminando barreras. La tecnolog¨ªa avanza, fomentando el ahorro de energ¨ªa y reduciendo en gran medida el coste de las energ¨ªas renovables frente a las energ¨ªas que contienen carbono. Van apareciendo importantes innovaciones.
El ¡°planeta de las sociedades¡± tambi¨¦n ha estado presente. M¨¢s r¨¢pidamente que lo que esper¨¢bamos en 2015. Las organizaciones no gubernamentales, las ciudades, las regiones, las universidades se han movilizado. Las opiniones p¨²blicas han tomado m¨¢s conciencia de los retos. Los j¨®venes, a quienes ser¨ªa absurdo tratar con arrogancia, nos muestran el camino. Cada vez son m¨¢s las empresas que se comprometen, por varias razones, ya sean ¨¦ticas, econ¨®micas, financieras. No obstante, lo hacen a distintos ritmos. Entre los productores de energ¨ªas f¨®siles, carb¨®n, petr¨®leo y gas, hay que reconocer que no ha desaparecido ¡ªni mucho menos¡ª la confusi¨®n entre eco-compromisos, eco-logros y eco-blanqueamiento.
En cuanto a los Estados, son varios los que no han cumplido sus compromisos. El Acuerdo de Par¨ªs, que firmaron todos, prev¨¦ claramente, en su cuarto art¨ªculo, que cada pa¨ªs debe comunicar una ¡°contribuci¨®n determinada a nivel nacional¡±, que se revisar¨¢ al alza cada cinco a?os como m¨ªnimo. No obstante, en el mismo momento en el que escribo estas l¨ªneas, numerosos actores estatales, especialmente la Uni¨®n Europea, han comunicado una contribuci¨®n que guarda consonancia con el Acuerdo, mientras que otros han presentado una en la que no consta mejora alguna, o incluso que da marcha atr¨¢s, o ni siquiera la han comunicado. Ser¨ªa deseable que el pr¨®ximo G20 de Roma y la COP26 de Glasgow conduzcan a nuevos compromisos en los d¨ªas venideros. La elecci¨®n de Donald Trump en cuanto comenz¨® su presidencia, las tensiones internacionales, la pandemia de Covid-19, el cortoplacismo y el nacionalismo que nos rodean, las dificultades inherentes para llevar a cabo las profundas mutaciones necesarias son todos causantes de estos incumplimientos, aunque no los justifiquen.
En definitiva, si seis a?os despu¨¦s los dos primeros planetas est¨¢n ampliamente presentes, no es algo que ocurra con el ¡°planeta de los Estados¡±. El aumento de las temperaturas, que deber¨ªa establecerse de aqu¨ª al final del siglo por debajo de los 2?C y, si fuera posible, por debajo de 1,5?C, se encuentra m¨¢s bien en una pendiente de 2,7?C, o incluso mayor; un camino que el Secretario general de la ONU considera ¡°catastr¨®fico¡±, y con raz¨®n. Olas de calor, megaincendios, inundaciones, hambrunas, migraciones humanas masivas y forzadas, la calamitosa marcha del calentamiento llega a todas partes, y primero a los territorios y a las personas m¨¢s vulnerables. Nos afecta a todos. No dentro de 10 o 30 a?os, sino hoy mismo.
Cuatro objetivos
Este es el contexto en el que se inicia la COP26 de Glasgow, que fue aplazada de un a?o debido a la pandemia. Se trata de perseguir al menos cuatro objetivos, por orden de dificultades crecientes. Es con respecto a dichos objetivos que podremos evaluar los resultados.
El primer objetivo consiste en aprobar el ¡°reglamento de aplicaci¨®n¡± del Acuerdo de Par¨ªs. Sus disposiciones son bastante t¨¦cnicas pero importantes. El retraso a la hora de cerrar este expediente dificult¨® varios avances. No cerrar este punto o no llegar a un acuerdo sobre un texto a la baja ser¨ªa muy decepcionante.
El segundo est¨¢ relacionado con las financiaciones. Ya en 2009, se asumieron compromisos concretos con motivo de la COP15 en Copenhague. Los pa¨ªses ricos prometieron dedicar, en 2020, al menos 100.000 millones de d¨®lares al a?o para las financiaciones relacionadas con el clima, p¨²blicas y privadas, dirigidas a los pa¨ªses en desarrollo, as¨ª como a aumentar esta cifra m¨¢s adelante. A d¨ªa de hoy, las cuentas siguen sin salir, lo que penaliza el desarrollo de muchos pa¨ªses a los que falta tanto financiaci¨®n como tecnolog¨ªa, especialmente en ?frica. Resulta fundamental que la COP26 avance en este frente, al mismo tiempo que se aumenta la parte dedicada a la adaptaci¨®n al calentamiento global. Esto implica aumentar las donaciones frente a los pr¨¦stamos y tratar la cuesti¨®n de los ¡°da?os y perjuicios¡±. Con car¨¢cter m¨¢s general, todo el sistema bancario y financiero ha de movilizarse mucho m¨¢s con miras a que detengan realmente su apoyo a las energ¨ªas f¨®siles y para desarrollar, de forma masiva, las inversiones ecol¨®gicas.
En tercer lugar, para llenar el vac¨ªo de compromisos, convendr¨ªa poner de relieve y esclarecer las ambiciones clim¨¢ticas nacionales. En lo que respecta a las emisiones de CO? claro est¨¢, pero tambi¨¦n en lo que respecta a ese gas tan cr¨ªtico, el metano. Desde hace unos meses, se est¨¢ desarrollando un avance importante en el que se multiplican los anuncios de que se pretende alcanzar la neutralidad en las emisiones de carbono a mediados del siglo XXI: se trata de un progreso sustancial. Pero, por una parte, se necesita implementar indicadores indiscutibles, que permitan verificar los verdaderos cambios: la transparencia es necesaria para poder confiar. Por otra parte, los anuncios de largo plazo no eximen de obtener compromisos que se puedan verificar a medio (2030) y corto plazo (de la COP27 a la COP30). No queda claro si la imprescindible neutralidad en carbono se alcanzar¨¢ mediante una reducci¨®n dr¨¢stica de las energ¨ªas f¨®siles o mediante una recuperaci¨®n y compensaci¨®n de las emisiones. Solo podremos saber si el camino de largo plazo es pertinente y si se cumple con ¨¦l si se aclaran estos aspectos.
Por ¨²ltimo, se espera que la COP de Glasgow tenga en consideraci¨®n, compruebe y ampl¨ªe varios de los cambios acontecidos desde el Acuerdo de Par¨ªs. Cada vez se hace m¨¢s evidente que la lucha contra el cambio clim¨¢tico y la protecci¨®n de la biodiversidad est¨¢n relacionados: estas dos prioridades han de conciliarse y los medios utilizados para ello han de ser coherentes. Por otro lado, cada vez se comparte m¨¢s la constataci¨®n de que no podemos tratar eficazmente estas cuestiones sin tomar medidas potentes de justicia social, tr¨¢tese de las modalidades para la fijaci¨®n del precio del carbono o del acompa?amiento en las actividades, de los territorios y de las personas que se ven directamente afectadas. La COP26 tambi¨¦n brinda la ocasi¨®n de concretar el compromiso que asumieron varios sectores de reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero (cemento, construcci¨®n, agricultura, autom¨®vil, transporte a¨¦reo, transporte mar¨ªtimo, etc.). Glasgow tendr¨¢ que mostrar la convergencia de todas estas acciones, a las que se a?aden un seguimiento y una evaluaci¨®n concreta.
Cumplir estos objetivos se hace a¨²n m¨¢s imprescindible en el periodo actual en el que se registran penurias y aumentos en el precio de la energ¨ªa y en el que ciertos grandes emisores de CO? est¨¢n recurriendo m¨¢s al carb¨®n. Hay que evitar que estos movimientos opugnen la reducci¨®n dr¨¢stica de las energ¨ªas f¨®siles, que no debe perderse en la transici¨®n ecol¨®gica. Tambi¨¦n se trata de uno de los principales retos de Glasgow.
Hace seis a?os, cuando di el discurso de apertura de la COP21, dije lo siguiente: ¡°creo en el ¨¦xito porque todos sabemos que la lucha contra el calentamiento global es mucho m¨¢s que una cuesti¨®n ambiental: es una condici¨®n esencial para abastecer en comida y en agua al planeta, para salvar la biodiversidad y proteger la salud, para luchar contra la pobreza y las migraciones masivas, para disuadir las guerras y alentar la paz y, en ¨²ltima instancia, para dar su oportunidad al desarrollo sostenible y a la vida¡±. El reto sigue siendo el mismo, y de hecho es a¨²n m¨¢s apremiante a d¨ªa de hoy, y nuestra responsabilidad para con las futuras generaciones es inmensa. El escepticismo respecto al cambio clim¨¢tico ha retrocedido. Pero ahora, a trav¨¦s de la acci¨®n y de los resultados, debemos hacer que el fatalismo sobre el clima tambi¨¦n retroceda. Ah¨ª es donde reside el desaf¨ªo de la COP26 de Glasgow.
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