'Operaci¨®n Triunfo y el derecho a la disidencia'
Comunicado de protesta de Manolo Garc¨ªa
Ultimamente estoy realizando el sano ejercicio de alejamiento de lo que la televisi¨®n me vende como realidad y actualidad m¨¢s candente. Y por lo visto se me da demasiado bien, porque hasta ayer no me he enterado de la inclusi¨®n de una canci¨®n m¨ªa, P¨¢jaros de barro, en Operaci¨®n Triunfo. Y no me ha gustado.
Conste que he realizado el tambi¨¦n sano ejercicio de relativizar y poner en duda la necesidad de hacer p¨²blica mi postura. Qu¨¦ importancia tiene, al fin y al cabo, que esta semana me haya tocado aparecer contra mi voluntad en OT si en ese mismo tiempo van a morir de hambre muchos miles de personas y el ?rtico se deshelar¨¢ m¨¢s, por ejemplo. Pero creo que callando se entender¨ªa que me parece bien, as¨ª que muy a mi pesar, me veo obligado a ejercer mi derecho a la disidencia.
Curiosamente un escritor es due?o de su obra y un arquitecto imagino que tambi¨¦n, y hasta las vergonzantes patentes farmace¨²ticas de los medicamentos contra el SIDA son respetadas. Pero cuando se trata de m¨²sica, resulta que el autor no es tan due?o de sus canciones. No es necesario en principio nuestro permiso para utilizar nuestro trabajo. Siento que sea as¨ª y me parece completamente injusto.
En cualquier caso no dudo que OT tenga permiso legal para utilizar mi canci¨®n pero desde luego no cuenta con mi aprobaci¨®n. Y me hubiera gustado que se me preguntara si quer¨ªa formar parte de este, perdonen pero es lo que a m¨ª me parece, circo. Una cosa es que la ley permita publicar discos con nuevas versiones sin mi autorizaci¨®n y otra muy diferente, creo yo, es que sin yo quererlo me vea incluido en un programa de televisi¨®n con cuya filosof¨ªa y valores no cumulgo en absoluto. Un servidor est¨¢ ya harto de todos esos que nos venden voyeurismo y consiguen tenernos mareados y alejados de cuestiones m¨¢s serias, m¨¢s importantes o tan s¨®lo m¨¢s simp¨¢ticas, bonitas o inteligentemente divertidas. Programas que pretenden vendernos un mundo en el que sin internet, m¨®viles o estramb¨®ticos triunfos, no tendremos un coche m¨¢s grande, una novia m¨¢s guapa, el m¨®vil m¨¢s guay para dar envidia a nuestros amigos, etc... O sea, unos fracasados insatisfechos (lo tienen f¨¢cil, el sistema es diab¨®licamente piramidal); convertirnos desde la infancia en consumidores y usuarios, y que no molestemos ni estemos verdaderamente contentos nunca con lo que nos ha tocado en suerte. Eso, los que en este planeta tenemos tele, parece ser que al resto les pueden dar morcilla.
Me cuesta entender que se puedan llenar ma?anas y noches viendo c¨®mo estos chicos (por los que tengo todo el respeto y contra los que no tengo nada, puedo asegurar) hablan con sus abuelitas para contarles que en la Academia se come bien y que sus compa?eros son muy simp¨¢ticos, mientras que a excelentes m¨²sicos de este pais con obra propia y un trabajo demostradamente interesante les cueste tanto conseguir dos minutos de nuestra televisi¨®n estatal. Me cuesta entender que ocurra y tambi¨¦n la capacidad de aguante que tenemos todos.
Claro reflejo del mundo medi¨¢tico y trivial al que nos abocan, se nos muestran minuciosamente los vacuos avatares de unos alumnos en una supuesta academia donde se les prepara para ser astros. Con todos los respetos, me parece muy fuerte. Creo que no aporta nada al esp¨ªritu y a la contra a?ade caspa a nuestras vidas y supongo que para algunas personas, entre las que me encuentro, potencia alarmantes dudas existenciales. ?en qu¨¦ planeta estamos?
No s¨®lo no se buscan maneras nuevas de entender la m¨²sica, sino que se persiguen descaradamente los clones, la imitaci¨®n f¨¢cil que nada aporta al mundo de la m¨²sica, de la poes¨ªa y la est¨¦tica; y no digamos ya de la ¨¦tica. Yo tambi¨¦n he imitado y copiado en otro tiempo. Como imita o copia cualquier m¨²sico o pintor que empieza. Pero eso no lo he ense?ado y menos he pretendido hacer carrera de ello. Y los laureles y d¨¢divas que se reciben en este programa por esta simple funci¨®n me parecen desmesurados y pasados de vuelta.
Cuando leo en un peri¨®dico que para esta segunda edici¨®n de OT se han presentado no s¨¦ cuantos mil candidatos, quiero pensar que habr¨¢ habido otros no s¨¦ cuantos mil que no lo habr¨¢n hecho porque no entienden esa v¨ªa como la correcta para ser m¨²sicos. Eso me tranquiliza. Y como yo, seguro, ser¨ªa de estos ¨²ltimos, no quiero que mi canci¨®n aparezca en un programa ni en un disco de OT.
Algunos pensar¨¢n que lejos de disgustarme deber¨ªa estar contento con el honor de ser incluido en un programa de ¨¦xito y con los derechos de autor que me reportar¨¢. Pues no. Y tampoco se trata de que me desagrade que se haga una versi¨®n de una canci¨®n m¨ªa. Que nadie se llame a enga?o. Esto no es una versi¨®n en un programa de m¨²sica, es s¨®lo una pieza m¨¢s en una m¨¢quina de hacer churros, o sea dinero, perfectamente orquestada. Eso y s¨®lo eso. Para m¨ª la m¨²sica es otra cosa.
Me hubiera gustado haber tenido la respetable opci¨®n de seguir un camino separado del de Operaci¨®n Triunfo. De haber podido seguir en silencio. Pero no ha podido ser.
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