Ingmar Bergman. Ser o no ser
Conversaci¨®n de Juan Cruz con el director sueco en 1989, que ser¨¢ publicada en su pr¨®ximo libro 'Toda la vida preguntando'
Esta con Ingmar Bergman es una de las entrevistas m¨¢s hermosas y m¨¢s desgraciadas de mi vida como periodista. La consegu¨ª con dificultad, la hice con desesperanza, termin¨® como una fiesta, y fue publicada con reticencia. Ahora aparece entera, pero mi redactor jefe de entonces no tuvo en cuenta la importancia impl¨ªcita que ten¨ªa la conversaci¨®n y la dej¨® a la mitad, o menos. Yo mismo he hecho barbaridades similares; Jes¨²s Ceberio, mi director durante a?os en el peri¨®dico El Pa¨ªs, suele recordar c¨®mo le recort¨¦ una entrevista que le hizo a Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez cuando ¨¦ste obtuvo el premio Nobel de Literatura; en las redacciones se hacen estas cosas, y s¨®lo el tiempo recupera la memoria del desafuero como una bofetada en el rostro del periodista que sufri¨® el recorte a un trabajo que le cost¨® sudor o insistencia. Lo que me hizo aquel redactor jefe con aquella entrevista a Ingmar Bergman no es m¨¢s grave que lo que le hice a Ceberio con el texto de la conversaci¨®n que sostuvo en M¨¦xico con el autor de Cien a?os de soledad. Ahora le dedico este libro a Ceberio, y ni as¨ª le apagar¨¦ la ofensa.
Aquella entrevista a Bergman fue hecha a principios de diciembre de 1989, en Estocolmo, en un momento bastante dif¨ªcil de mi vida personal; estaba en Suecia con mi hija Eva, para asistir a las ceremonias en las que se iba a coronar como premio Nobel de Literatura a Camilo Jos¨¦ Cela, y yo iba all¨ª como enviado especial del diario El Pa¨ªs. Un amigo, el periodista de origen h¨²ngaro Gabi Gleishman, un tipo simp¨¢tico y extremadamente eficaz, muy amigo de Knut Ahnlund, el acad¨¦mico que hab¨ªa trabajado para que Cela ganara ese galard¨®n, se hab¨ªa empe?ado en que yo tuviera una entrevista con Bergman. El dramaturgo y cineasta m¨¢s importante de Suecia ?y durante a?os tambi¨¦n del mundo, por la profundidad de su obra y tambi¨¦n por su revolucionaria manera de contar en im¨¢genes la soledad y el desamor?no daba entrevistas, eso era notorio, y conseguir una era algo as¨ª como un ¨¦xito period¨ªstico que ser¨ªa valorado en cualquier redacci¨®n? Gabi quer¨ªa que yo fuera feliz, tambi¨¦n como periodista, y procur¨® ese encuentro con el ah¨ªnco que pon¨ªa en todas las cosas que hac¨ªa. As¨ª que finalmente la logr¨®, me avis¨® antes de volar a Estocolmo, y yo fui preparado para la eventualidad de que se confirmara. Finalmente iba a ser el 9 de diciembre, por la ma?ana, en el Dramaten. Me levant¨¦ temprano; la ciudad estaba nevada y gris, mi hija dorm¨ªa en mi habitaci¨®n, y yo la mir¨¦ envidiando el sopor tranquilo que animaba su sue?o, y deseando, al tiempo, que se produjera una llamada de ¨²ltima hora se?alando que el se?or Bergman no podr¨ªa recibirme? Estaba entonces en medio de una enorme depresi¨®n, acelerada, adem¨¢s, por la tensi¨®n que hab¨ªa en aquella misi¨®n que protagonizaba el premio de Cela y cuya cr¨®nica tambi¨¦n figura en este libro.
Pero hab¨ªa que ir, y me fui en taxi al Dramaten, junto con Luis Mag¨¢n, el fot¨®grafo que me acompa?aba en ese viaje y que fue quien luego nos retrat¨® juntos a Gabi y a mi, felices y sonrientes, con Ingmar Bergman.
Cuando llegamos ya nos esperaba Bergman, vestido de verde, apoyado en el quicio de la puerta; entonces me dio la impresi¨®n de que ten¨ªa la apariencia de un le?ador austriaco; sonre¨ªa con una felicidad muy di¨¢fana, y nos invit¨® a sentarnos en torno a una mesa de caoba en cuyo centro hab¨ªa tan solo un frutero del que sobresal¨ªan una manilla de pl¨¢tanos y unas manzanas.
Tardamos muy poco en ponernos ante el magnet¨®fono. En un momento determinado de la conversaci¨®n ¨¦l acerc¨® su vista a mis ojos, y descubri¨® en ellos una especie de arco ?arco senil, parece que se llama t¨¦cnicamente-, y expres¨® su asombro por esas caracter¨ªsticas que le parec¨ªan ins¨®litas, o nunca vistas por ¨¦l. Eso le llev¨® a bromear con la posibilidad de que mis ojos me sirvieran no s¨®lo para acrecentar mi atractivo sino para convertirme en una estrella de cine.
As¨ª que ya hab¨ªamos llegado, en el curso de la conversaci¨®n, a una cierta intimidad afable que ¨¦l acrecent¨® con risas y fiestas que se prolongaron hasta el final, cuando le pidi¨® a Mag¨¢n su c¨¢mara y se puso a hacernos fotograf¨ªas.
Fue un encuentro muy hermoso, muy emocionante; ¨¦l estaba entonces en un momento dif¨ªcil de su carrera; ya lo hab¨ªa hecho casi todo, dec¨ªa, y estaba buscando c¨®mo quedarse en silencio.
Por la noche, despu¨¦s de horas de trabajo en torno a las festividades de Cela, Gabi nos invit¨® a su casa, con Luis Mag¨¢n, y all¨¢ fuimos. Al recibirnos, nuestro anfitri¨®n me dijo, alborozado:
-F¨ªjate, ha llamado Bergman y ha dicho que le encant¨® encontrarte. Pero me dijo que antes de que se hiciera la hora de la entrevista hab¨ªa estado a punto de llamar para cancelar la entrevista. Estaba muy deprimido.
Desde el mismo clima hab¨ªa ido yo. La coincidencia del ¨¢nimo siempre se ha quedado grabada en mi memoria como uno de los factores que hace el encuentro con Bergman uno de los m¨¢s felices de mi vida como periodista.
L¨¢stima que el redactor jefe no se sintiera seducido por completo y dejara la entrevista en casi nada. Claro que eso mismo le hice yo a Ceberio.
Ahora al menos podemos leer entera aquella conversaci¨®n con Bergman.
PREGUNTA: Es usted muy reacio a que le entrevisten?
RESPUESTA: S¨ª, es una cuesti¨®n de principios. Cuando trabaj¨¦ haciendo pel¨ªculas ten¨ªa que hacer muchas entrevistas y me presionaban para que participara m¨¢s pero ahora? Ahora quiero proteger mi privacidad y eso significa que se acabaron las entrevistas. Es muy dif¨ªcil ver a alguien durante una hora. Te puedes encontrar con alguien que no te gusta y tienes que sentarte con ese alguien durante una hora. Lo que sale de all¨ª son simples opiniones y malos entendidos. Si son m¨ªos, no hay problema pero si vienen de otra persona s¨ª.
P:Lo que acaba de decir no solo es una declaraci¨®n a los periodistas sino una llamada al silencio. Como espectador espa?ol, siempre tuve la sensaci¨®n de que alg¨²n d¨ªa usted iba a decir: "Ya no voy a hablar m¨¢s".
R: S¨ª. Esto (la entrevista) es puro accidente. Ahora estoy alejado del mundo de las pel¨ªculas y soy un campesino. Solo quiero sentarme en mi mesa a escribir y leer.
P: Esta ma?ana estaba releyendo el comienzo de su biograf¨ªa y mi hija, que est¨¢ conmigo, estaba durmiendo. Todo estaba en silencio. Le¨ªa en un silencio absoluto y pensaba que al escribir sus memorias debi¨® encontrarse con el silencio. Me conmovi¨® mucho su biograf¨ªa por razones personales. Usted es tan apasionado que m¨¢s que hablar de s¨ª mismo, parece que habla de los dem¨¢s.
R: Soy un ni?o. Ya lo dije una vez: toda mi vida creativa proviene de mi ni?ez. Y emocionalmente soy un cr¨ªo. La raz¨®n por la que a la gente le gusta lo que hago o hac¨ªa es porque soy un ni?o y les hablo como un ni?o.
P: ?Se siente usted conmovido al verse a s¨ª mismo en esa postura? ?Comparte usted sus emociones?
P: Su pregunta es muy ingeniosa e inteligente pero he de decirle que me gusta cuando la gente ve y lee algo que he hecho, siempre que se me escuche con el coraz¨®n y con las emociones. En teor¨ªa, no tiene mucho que ver con el intelecto. Todo lo que he hecho en mi vida ha sido emocional y lo emocional se lo he entregado a mis pel¨ªculas. Pueden crear emociones para la gente que las ve y recibe. Pero no son mis emociones. A veces, incluso pueden llegar a ser negativas. Lo que detesto es la indiferencia. Cuando conozco a alguien que es indiferente me hace sentirme muy infeliz.
P: Usted es un hombre de palabras y de silencio. ?C¨®mo lleva usted eso de usar a otras personas y emplear una t¨¦cnica, como es la de hacer pel¨ªculas, para poder expresar lo que quiere?
P: No soy un hombre de palabras. Las palabras me resultan muy, muy dif¨ªciles. He trabajado durante 50 a?os y nunca me he fiado de las palabras. Durante mi ni?ez comprend¨ª que mis padres dec¨ªan ciertas cosas cuando quer¨ªan decir lo contrario. Yo se lo notaba en las caras, en los gestos, en las voces. No comprend¨ªa lo que dec¨ªan pero lo sent¨ªa. Toda mi vida he pensado que los grandes escritores usan las palabras como un abrigo para sus emociones y a veces las palabras pueden ser muy enigm¨¢ticas. Estoy pensando en Ibsen o en Shakespeare. He luchado para comprenderles toda mi vida y cada vez que los leo el significado de sus textos cambia. Ser m¨²sico es mucho m¨¢s simple. Las notas son un instrumento que refleja perfectamente las emociones humanas. Pero cuando tenemos que interpretar palabras, es muy, muy dif¨ªcil. Ese es el primer obst¨¢culo: las palabras. Luego tienes a los actores y a los t¨¦cnicos. Tienes que ser muy cuidadoso a la hora de elegir a los actores y a tu equipo porque lo importante es saber entenderse sin palabras. Por eso siempre he trabajado con las mismas personas. Creo que he hecho m¨¢s de 50 pel¨ªculas y s¨®lo he tenido a tres operadores de c¨¢mara.
Cuando est¨¢bamos trabajando en Munich, el equipo alem¨¢n se sorprendi¨®. Se preguntaban qu¨¦ hac¨ªan todos estos escandinavos trabajando sin hablarse. No ten¨ªamos que hablar. Con los actores es diferente. Me llev¨® mucho tiempo encontrar a actores que fuesen capaces de hablar conmigo sin palabras. necesitaba a gente que me entendiera emocionalmente.
Es como un ni?o o un perro que no entienden las palabras pero saben c?mo suenan. No pueden decir nada pero lo entienden perfectamente. Es muy interesante. Poco a poco, encontr¨¦ a la gente con la que quer¨ªa trabajar.
P: Esto me recuerda a una an¨¦cdota de Samuel Beckett. ?l y su amigo, Patrick Whalberg, jugaban al billar todos los d¨ªas en Par¨ªs. Jugaban durante cinco horas sin decirse nada. Y cuando acababan de jugar, cada uno se iba a su casa sin decir nada.
R: (IB se r¨ªe) Es como la relaci¨®n que tengo con Sven Nykvist. Hemos trabajado juntos durante m¨¢s de 30 a?os y tan solo hemos salido a cenar juntos unas 3 o 4 veces en todo ese tiempo. Le quiero como a un hermano, como a un amigo, pero de nuestras vidas privadas no tenemos nada que compartir. No nos interesa. Por eso entiendo tan bien esa an¨¦cdota.
P: Lewis Carroll dijo que quer¨ªa ver la luz de la vela cuando ¨¦sta se apagaba, y cuando se apagaba ni siquiera hab¨ªa vela. ?Puede existir un mundo sin palabras?
P: Eso ser¨ªa imposible. Creo que estamos cerca y me da miedo. La Edad Media era una ¨¦poca de im¨¢genes y pocas palabras y creo que estamos cerca de una gran cat¨¢strofe si seguimos viviendo en un mundo sin palabras. Ingrid y yo tenemos hijos. Ella tiene 4 y yo 8 as¨ª que juntos tenemos 12 hijos. Son mayores y ellos ahora tienen hijos y nos damos cuenta que el lenguaje de nuestros nietos no es tan puro como el de mi generaci¨®n. Creo que es algo espantoso y hemos de volver al mundo de las palabras porque el mundo ha de vivir hacia fuera no hacia dentro. Aunque a veces nos alejemos de ellas, de las palabras.
R: Pero usted es un buen escritor.
P: Yo no me siento escritor. Para nada. Me siento un hombre de teatro, de pel¨ªculas. A pesar de haber escrito toda mi vida porque escrib¨ª todos mis guiones e incluso he escrito guiones para otros, el hacer pel¨ªculas y hacer teatro me resulta m¨¢s preciso que escribir porque tiene que ver con mis emociones y yo al p¨²blico no podr¨ªa d¨¢rselas directamente.
Incluso cuando hablo mi propio idioma, siento que no puedo expresarme. Siempre es una tortura cuando escribo porque nunca encuentro las palabras adecuadas.
Me gustar¨ªa haber sido m¨²sico. Violinista o pianista. Porque ellos ven una nota y la pueden recrear. Tambi¨¦n hubiese querido ser director de orquesta. Miran la partitura y la pueden aprender de memoria y la pueden llevar consigo a todas partes. Puedes alcanzar cierta precisi¨®n.
P: En Espa?a hemos visto sus pel¨ªculas y hemos le¨ªdo sus obras y en general nos parece que son espa?olas. Usted, que tiene la fuerza de Unamuno, ?c¨®mo se siente? ?Universal? ?Sueco? ?Espa?ol? ?C¨®mo es posible que yo pueda ver una de sus pel¨ªculas y piense?: ?Esto es tan espa?ol!
R: Pues no lo s¨¦. Pero me recuerda a cuando est¨¢bamos haciendo Escenas de la vida conyugal. No ten¨ªa otra cosa que hacer as¨ª que empec¨¦ a escribir di¨¢logos sobre la convivencia, sobre el matrimonio? Y comenzamos a improvisar. No ten¨ªamos equipo ni nada. Lo hicimos en mi casa, que est¨¢ en una isla. Construimos un establo y filmamos 6 horas de una serie de televisi¨®n. No se por qu¨¦, pero una vez montado hicimos un pase privado y mi mujer, al verlo, se gir¨® hacia m¨ª con un gesto de dolor y me dijo: "No podemos ense?ar esto. Es privado. Tenemos que bajar el tono y dejarlo estar. No s¨®lo por m¨ª sino por tus amigos y sus esposas". Entonces me entr¨® miedo porque sab¨ªa que ten¨ªa raz¨®n.
Nos dieron mucho dinero y lo redujimos a tres horas. A todos les pareci¨® que era suyo. No era una serie de televisi¨®n sueca, ni noruega, ni espa?ola ni americana? Sino todo a la vez. Fue una gran alegr¨ªa. Porque, en cierto modo, todos somos iguales. Creo que tiene que ver con el hecho de que somos muy provincianos, no internacionales. Y justamente porque somos provincianos, de pronto nos volvimos internacionales. Lo peor es intentar ser internacional.
P: ?Disfrut¨® haciendo pel¨ªculas?
R:A veces era una obligaci¨®n pero siempre ha sido una obsesi¨®n. En cierto modo, hacer pel¨ªculas es muy er¨®tico. No s¨¦ muy bien por qu¨¦. No porque te acuestes con las actrices, tiene que ver con otra cosa. Creo que es porque hay un entendimiento emocional al completo. Estamos rodeados de personas que est¨¢n vinculadas a nosotros. El operador de c¨¢mara, el director, los actores? El operador de c¨¢mara por ejemplo, ten¨ªa una forma de agarrarse a la c¨¢mara que parec¨ªa que estaba abrazando a una mujer. No soy yo, en esos momentos, no era yo. Yo era ellos y estaban dentro de m¨ª. Hacer pel¨ªculas es como un tener un romance.
P: ?Donde se encuentra m¨¢s c¨®modo o m¨¢s consigo mismo?
R:Es dif¨ªcil pero dir¨ªa que haciendo pel¨ªculas. Los m¨¦todos son mucho mas neur¨®ticos que en el teatro porque cuando haces una pel¨ªcula tienes a 50 t¨¦cnicos y 4 o 5 actores. En el teatro tienes 50 artistas y la mitad de los t¨¦cnicos que en una pel¨ªcula. Cuando haces una pel¨ªcula trabajas ocho horas al d¨ªa para conseguir tres minutos buenos de material. En el cine no puedes arriesgarte a mostrar ni un minuto malo. En el teatro es m¨¢s bien un proceso. Si no sale bien, intentamos mejorarlo y cada d¨ªa sale mejor. Pero el cine es distinto. Y tengo que tener cuidado que los dem¨¢s no se den cuenta de lo neur¨®tico que es. De lo estresante que es.
P: Esta b¨²squeda de la perfecci¨®n es como buscar una aguja en un pajar.
R: Es cierto, pero la perfecci¨®n ha de llegar cuando jugamos nuestros juegos. Es muy importante porque si pensamos que no necesitamos esta perfecci¨®n, no nos tomar¨ªamos nuestros juegos en serio y entonces todo ser¨ªa en vano.
P: La gente se pregunta: ?qui¨¦n es ese hombre de silencios, de palabras y de im¨¢genes, que un d¨ªa dijo: "Quiero decirle adi¨®s a todo esto"?
P: Decirle adi¨®s al cine fue muy simple porque ya no sent¨ªa las manos. A un coche antiguo, a un Hertz o un Jaguar, le puedes meter dos motores nuevos y basta. Pero si est¨¢ muy mal a la par que antiguo, eso es otra cosa. Y as¨ª me sent¨ª yo al dejar el cine. En la ¨²ltima pel¨ªcula que rod¨¦, empec¨¦ a temblar. Esa pel¨ªcula se llam¨® Fanny y Alexander y el rodaje dur¨® siete meses. Era una serie de televisi¨®n y trabajamos todos los d¨ªas durante siete meses, sin parar. Al final del d¨ªa ten?a que tener mis tres minutos y hab¨ªa tantos actores y actrices? Me dije a mi mismo: si quieres vivir m¨¢s tiempo, tienes que prepararte para la vejez. En cierto modo, fue una despedida maravillosa. Trabajamos juntos, nos re¨ªmos juntos, lloramos juntos... Cuando estaba en la Universidad estudi¨¦ Historia de la Literatura y yo deb¨ªa tener 19 o 20 a?os. Hab¨ªa una chica guap¨ªsima en clase. La chica m¨¢s guapa que te puedes imaginar. Todos est¨¢bamos enamorados de ella. Yo sobre todo, y yo no era precisamente un chico guapo ni mucho menos. Ten¨ªa talento pero aun as¨ª nos rechaz¨® a todos y no comprendimos por qu¨¦. Despu¨¦s de unos a?os, me la encontr¨¦ y le dije: Todos est¨¢bamos enamorados de ti. ?Por qu¨¦ no te acostaste con nosotros? Ella me dijo: Ver¨¢s, dos a?os antes de la universidad, estaba en Persia y conoc¨ª a un jeque ¨¢rabe y fue el amante m¨¢s maravilloso que hab¨ªa conocido hasta entonces. ?Qu¨¦ deb¨ªa hacer? No quer¨ªa arruinar las memorias de ese hombre. Es exactamente lo que me pas¨® con Fanny y Alexander. Me lo pas¨¦ de miedo con un jeque ¨¢rabe as¨ª que, ?por qu¨¦ continuar? (se r¨ªe).
P: ?Tom¨® esa decisi¨®n antes de comenzar a rodar?
R: S¨ª, empez¨® antes, algunos a?os antes. Eso en cuanto al cine. El teatro es distinto. Acabo de hacer La Casa de Mu?ecas y en 1991 producir¨¦ una ¨®pera, de un joven compositor con mucho talento llamado Daniel Borsch. Este a?o quer¨ªa producir otra obra pero dada mi recuperaci¨®n no pude.
P: ?Tuvo alguna vez alguna experiencia con la ¨®pera?
R: S¨ª, algo pero no mucho.
P: Teniendo una personalidad tan fuerte, ?como puede leer las palabras de otros? Por ejemplo, ?es usted Ibsen cuando lee a Ibsen?
R: Soy como un director de orquesta. Miro las palabras como si fueran notas e intento comprender su significado. Ahora vuelvo a obras que le¨ª hace tiempo y tienen otro significado. Cada vez que he hecho El mis¨¢ntropo, de Moli¨¨re, he sacado significados diferentes. Hay una obra de Ibsen, que es muy enigm¨¢tica y poco a poco comprend¨ª que era una de los historias de amor m¨¢s apasionadas de la historia del drama pero lo raro es que eso nunca aparece, a lo largo de dos horas, jam¨¢s lo menciona. Ibsen me lleg¨® tarde porque yo siempre estaba entretenido con Stringberg. Quiero que mis experiencias, mi comprensi¨®n y entendimiento y talento para traducir palabras se conviertan en emociones para ofrec¨¦rselas a actores y juntos d¨¢rselo al p¨²blico? Es un mundo muy, muy apasionante. Es muy parecido al trabajo de un director de orquesta.
P: Le voy a hacer una pregunta muy period¨ªstica pero? ?Es usted espectador?
R: Soy un espectador empedernido. Me apasiona ir al cine. Pero voy a mi propio cine. En la isla en la que vivo somos unos 400 habitantes. He construido siete casas all¨ª y yo vivo en una de ellas aunque tengo un apartamento en Estocolmo. Pero siento que la isla es m¨¢s mi casa. He vivido all¨ª casi 20 a?os.
Decirle adi¨®s al teatro, despu¨¦s de la opera, ser¨¢ distinto. En el teatro tienes que ser muy fiel a pesar de que el teatro no est¨¢ obligado a mantener ninguna fidelidad contigo. Pero lo voy a hacer. Hay tantos libros que a¨²n no he le¨ªdo. Y tantas pel¨ªculas que quiero ver y volver a ver.
Rehabilit¨¦ un viejo establo que ten¨ªa 150 a?os y lo convert¨ª en una sala de cine maravillosa. Tiene 25 butacas. Todos los d¨ªas voy a este cine y tengo la suerte de tener all¨ª a un colaborador que se encarga de proyectar las pel¨ªculas. En la isla hay una filmoteca incre¨ªble con m¨¢s de 1.500 pel¨ªculas y tengo permiso para llevarme las que quiera. As¨ª que hago una lista de unos 50 pel¨ªculas que quiero ver y ellos lo tienen todo. Es maravilloso. Voy todos los d¨ªas a las 3 de la tarde. Me encanta porque as¨ª puedo controlarlo todo. Adem¨¢s es una sala de cine incre¨ªble y t¨¦cnicamente perfecta.
P: ?Qu¨¦ ha visto ¨²ltimamente?
R: Este verano he visto pel¨ªculas suecas y francesas de principio de siglo.
P:?Le gustan las pel¨ªculas que se est¨¢n haciendo en Europa?
R: Me gustan mucho, s¨ª. Pero tambi¨¦n me gustan los westerns. Y las pel¨ªculas malas. Todo me resulta interesante. Hasta las pel¨ªculas malas de los a?os 30. Aprendes mucho sobre c¨®mo se pensaba en esa ¨¦poca, la decoraci¨®n y la forma de vestir?
P: ?Ha visto usted pel¨ªculas espa?olas?
R: S¨ª, por supuesto. Hay una en particular que me gust¨® mucho. Se llamaba La Muerte de un Ciclista, de Bardem. Creo que fue su mejor pel¨ªcula. A Saura tambi¨¦n le conozco.
P: Hay un director de cine espa?ol que me recuerda mucho a usted, a sus obsesiones. Se llama V¨ªctor Urice.
R: No nos llegan muchas pel¨ªculas espa?olas y ese director le desconozco pero me gusta mucho Saura.
P: Creo que le imita, la forma que tiene ¨¦l de vestir, la manera en la que habla? ?Cree usted que ha creado una nueva manera de ser en el cine?
R: Siempre me sorprende cuando me dicen esas cosas. H¨¢bleme de m¨¢s directores espa?oles.
P: Berlanga.
R: Saura es el que est¨¢ casado con la hija de Chaplin, ?no?
P: S¨ª, estaba casado.
R: No s¨¦ mucho del cine espa?ol, pero comparado con el italiano, no se hacen tantas pel¨ªculas all¨¢. Tambi¨¦n tendr¨¢ que ver con la cuesti¨®n pol¨ªtica?
P: S¨ª, y el cine espa?ol es bastante provinciano. Desde 1982 se est¨¢n empezando a hacer otro tipo de pel¨ªcula, como las de Almod¨®var. ?Ha visto usted Mujeres al borde de un ataque de nervios?
R: Oh, me encant¨®. La vi este verano. Qu¨¦ pel¨ªcula m¨¢s maravillosa. Tambi¨¦n conoc¨ª a Rossy de Palma, que tiene una cara fant¨¢stica. Espero que contin¨²e con su carrera. La pel¨ªcula me pareci¨® tan estridente y tan acogedora al mismo tiempo. Una pel¨ªcula de las emociones humanas y la desesperaci¨®n.
P: Acabo de ver una pel¨ªcula llamada Bagdad Caf¨¦, ?la ha visto?
R: S¨ª, es una pel¨ªcula muy buena pero, ?sabe qu¨¦? Creo que ahora le toca el turno a las pel¨ªculas rusas. Veremos muchas pel¨ªculas rusas. Por lo aislados que han estado tienen su propia manera de contar historias. Yo he visto mucho cine ruso y son pel¨ªculas muy fuertes, muy creativas? Tambi¨¦n se est¨¢n haciendo buenas pel¨ªculas en Polonia, Hungr¨ªa, pel¨ªculas de Europa del Este. Me gusta mucho el esfuerzo europeo por hacer pel¨ªculas. Creo que es muy importante que el cine europeo se defienda del americano, aunque esto tiene mucho que ver con las distribuidoras, y hay tantas decisiones pol¨ªticas por medio, pero tienen que darle una oportunidad al cine que se hace en Europa. Es horrible depender solo de pel¨ªculas americanas. En la televisi¨®n sueca ponen trailers de pel¨ªculas americanas todos los d¨ªas. Las distribuidoras tienen mucho poder, pero ni siquiera intentan promocionar las pel¨ªculas que se hacen aqu¨ª. Estoy muy involucrado en este movimiento. Creo que puedo ayudar. De momento soy parte del jurado y ayudo en la selecci¨®n de pel¨ªculas. Tambi¨¦n soy miembro del consejo. Tienen mucha suerte en Espa?a porque tienen a un ministro de Cultura muy bueno [que entonces era Jorge Sempr¨²n].
Me acuerdo de Lluis Pasqual. Hizo una obra teatral fant¨¢stica, El P¨²blico, el drama de Lorca. E intentamos traerle hasta aqu¨ª para que hiciera un remake de aquella producci¨®n pero desafortunadamente no pod¨ªa. Los buenos directores, sobre todo los genios, tendr¨ªan que estar administrando sus sue?os y ambiciones en lugar de estar sentados con pol¨ªticos porque luego no les queda mucho tiempo para hacer pel¨ªculas y eso es peligroso.
P: ?l tambi¨¦n dirigi¨® Comedia sin t¨ªtulo. Es una persona maravillosa. Tiene mi edad y mi estatura. Pero siempre est¨¢ sudando y pensando.
R: Oh, pobrecito.
P: Usted dijo que est¨¢ siendo influenciado todo el tiempo. ?Como le influye vivir con alguien? ?Le influyen m¨¢s las dificultades o las alegr¨ªas de estar con alguien? ?La comunicaci¨®n o el silencio?
R: Es tan dif¨ªcil de explicar esto en ingles. Creo que lo m¨¢s importante de vivir con alguien es?.
Pasa como lo que ocurri¨® con Casa de mu?ecas. Vino un cr¨ªtico dan¨¦s muy famoso con su hermano, que hab¨ªa sido escritor, y le pregunt¨® qu¨¦ deb¨ªa escribir sobre la obra. Y su hermano le dijo: el comentario m¨¢s sincero que se ha dicho de Casa de mu?ecas es que se trata de una pasi¨®n sin amistad. Y creo que en la convivencia deber¨ªa ser as¨ª.
P: Eso es muy sabio.
R: Lo m¨¢s importante es que la gente sea vista pero que no se vean los roles que interpretan. Durante toda la vida existe una sociedad que espera que interpretes cierto rol. Si te quitas la m¨¢scara est¨¢s desnudo. Un viejo sacerdote me dijo una vez que el amor debe hacerte sentir maduro y ni?o peque?o, pero no pod¨ªas ser las dos cosas a la vez. Un d¨ªa te toca ser el ni?o y al siguiente te toca hacer de adulto maduro y esto es as¨ª. Tienes que ser la persona que eres.
P: Su trabajo no solo ha sido una b¨²squeda de la perfecci¨®n sino de la felicidad. Para usted, ?qu¨¦ quiere decir esta palabra?
R: Nada. No significa nada. Lo que he intentado hacer durante mi vida es crear cosas y darles vida. La vida creativa esta llena de destrucci¨®n y est¨¢ constantemente amenazada. Hay tantas tentaciones, tantas veces que dejas algo que has querido hacer, hay tantos compromisos? No s¨¦ lo que es la felicidad. ?Sabe usted lo que es la felicidad?
P: Es un instante.
R: La felicidad est¨¢ bien para alejarse de uno mismo de vez en cuando. Cuando te olvidas totalmente de ti mismo y est¨¢s de pronto metido en algo que es mucho mas grande que t¨², ya sea estar enamorado o aferrarte a una religi¨®n?
P: Pero incluso la perfecci¨®n no nos hace felices.
R: No puedes dejar que la perfecci¨®n sepa el alcance de su peligro. Si no, la perfecci¨®n es algo que intentas pero en el momento en el que lo alcanzas y lo tienes, se muere. En la imperfecci¨®n existe la perfecci¨®n.
P:?A que hora del d¨ªa es Ingmar Bergman un ni?o?
R: Creo que es bueno estar en contacto con el ni?o que llevas dentro todos los d¨ªas, en peque?as proporciones. Poder enfadarte y caminar por la orilla del mar y gritar. Eso es bueno. Y si ves una gaviota mirarte mientras gritas, es maravilloso. De pronto conoces tus proporciones. Ahora tengo 71 a?os y he hecho muchas cosas pero no he podido hacer todas las que me gustan as¨ª que he decidido ponerme a ello. Empezar¨¦ leyendo. Quiero leer libros.
P: Ha sido un placer. Creo que usted es un poeta y me siento muy orgulloso de haber estado con usted.
R: Muchas gracias. Al principio estaba algo nervioso pero me lo he pasado bien.
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