La cuadrilla redentora
La nostalgia hace que determinadas ¨¦pocas de la vida pasada se vean como mejores de lo que realmente fueron. Y ello se pone de manifiesto cuando, en una reuni¨®n con ¨ªnfulas de catarsis colectiva, se rememora lo que se fue, lo que se es, y se elucubra sobre lo que se ser¨¢. Pel¨ªculas como Los amigos de Peter (Kenneth Branagh, 1992) y la espa?ola Marta y alrededores (Ruiz, P¨¦rez de la Paz, 1999) han tratado sobre el tema, en el que ahora tambi¨¦n indaga La torre de Suso, redentorista historia de amistad escrita y dirigida por el novel Tom Fern¨¢ndez, en la que casi nada funciona, aparte del buen trabajo de un reparto, en general, conjuntado.
La estructura dram¨¢tica viene a ser la de siempre, lo que en principio no tiene por qu¨¦ ser negativo: reuni¨®n de la antigua pandilla (y alrededores); puesta al d¨ªa de la existencia; mentiras, medias verdades, verdades finales; catarsis colectiva; redenci¨®n personal. S¨®lo que los procesos de cambio no se producen porque unos lleven a otros, sino simplemente porque s¨ª, porque toca esa determinada parte en la estructura elegida. Si a ello le unimos una configuraci¨®n bastante m¨¢s mundana y menos cinematogr¨¢fica, basada en las famosas fases de la borrachera (exaltaci¨®n de la amistad, negaci¨®n de la evidencia, cantos regionales?), tendremos un producto demasiado banal como para que temas tan importantes como las drogas en la cuenca minera, la inmigraci¨®n en el oficio de la construcci¨®n y en la prostituci¨®n, pasen de ser meras bromas epid¨¦rmicas envueltas en chistes de cuadrilla.
Dos lastres m¨¢s acaban por hundir a la pel¨ªcula, ambos relacionados con un gui¨®n repleto de agujeros. El primero, la tendencia a hacer chistes basados simplemente en la repetici¨®n de la misma broma (a Javier C¨¢mara le dicen "?engordaste!" cada 10 minutos; la madre tira la comida al huerto no menos de cuatro veces?), partiendo de la base de que su gracia ya es dudosa la primera vez. Y segundo, una f¨®rmula de escritura dif¨ªcilmente comprensible, consistente en que los personajes hacen justo lo que est¨¢n diciendo que no van a hacer. Puede que Fern¨¢ndez quiera indicar que todos los personajes carecen de personalidad, pero aunque esto sea as¨ª, no es normal que tantas veces en una pel¨ªcula uno de sus protagonistas afirme una decisi¨®n que luego no se confirma, previo paso por una elipsis narrativa consistente en un mero cambio de plano y de secuencia. Esto puede funcionar como chiste una vez (lo que tambi¨¦n es dudoso), pero no cuando el n¨²mero de ocasiones en que se ejercita la f¨®rmula se acerca m¨¢s a 14 que a 4.
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