Ese maldito carrill¨®n
Russian Red deslumbra en su regreso a Madrid despu¨¦s de un verano de conciertos por todos los rincones del pa¨ªs
Hay personas que no le piden demasiado a la vida. Algunos, incluso, s¨®lo vivir, ser razonablemente felices mientras esta pasa y que, de vez en cuando, alguien se la alegre, se la endulce y se la entristezca. Y que sea precisamente en ese orden. Y de noche. Y, a poder ser, al ritmo del carrill¨®n amarillo de esa ni?a mayor llamada Lourdes Hern¨¢ndez que responde al nombre de Russian Red.
Esta madrugada, a su regreso a Madrid tras su tour veraniego por todos los principales festivales del pa¨ªs, el ambiente que se respiraba en Alcal¨¢ de Henares estaba trabado de emociones y de futuros recuerdos. Los que Lourdes fue capaz de transmitir con su peculiar voz, sus cadencias y su delicada sencillez a un p¨²blico entregado a la consagrada diva del indie-folk patrio, esa tendencia que demuestra que algo se est¨¢ moviendo en el terreno musical espa?ol.
Poco antes de la medianoche, junto al complutense Palacio Arzobispal, los sombreros, las camisetas de rayas y los labios pintados de rojo de quienes hac¨ªan cola para escuchar nuevamente las melod¨ªas candorosas de la autora de Cigarettes se segu¨ªan mezclando, hoy como hace m¨¢s un a?o, con las preguntas de quienes acud¨ªan -quiz¨¢ arrastrados, seguramente curiosos- a descubrir c¨®mo suena en directo la sencillez que desprenden las 20.000 copias que consigui¨® vender su disco debut (I love your glasses, 2008).
Con Lourdes sobre el escenario y los primeros acordes de Take me home, se acaban definitivamente los "?se dice rusian o rasian?", los "ten¨ªas que haberla visto en el FIB" y los "aqu¨ª huele a mar¨ªa". Con su m¨²sica, con su voz, comienza a aparecer la respuesta a por qu¨¦ sus ac¨®litos se beben sus historias a largos tragos y sin mezclar. No past land, Gone, play on o uno de los temas no grabados en el disco, Gaviotas, dejan claro que las letras, las melod¨ªas y las fantas¨ªas musicales de aquella desconocida que un d¨ªa venci¨® su timidez para abrir un perfil en MySpace conforman en s¨ª mismas la realizaci¨®n, l¨ªnea por l¨ªnea, de un cuento infantil imposible.
A la altura de Nice thick feathers, la impaciencia del personal por escuchar el tema que la populariz¨® a lo largo y ancho de la red, Cigarettes, es evidente. Y con Loving strangers o Title of my life, otros dos temas nuevos, dos de los m¨²sicos hab¨ªan decidido ya preguntarse por qu¨¦ no disfrutar del momento encendiendo precisamente un cigarrillo. Como si la interpretaci¨®n de esas melod¨ªas necesitara del humo en la misma medida en que otras requieren de la arm¨®nica o el ukelele... O quiz¨¢ en la misma proporci¨®n en que a veces pareciera necesitarlo la escucha de algunos temas de Damien Rice o de Feist, o muchos de Marlango o Tom Waits.
"Es adorable", se pod¨ªa escuchar ya a la media hora entre canci¨®n y canci¨®n. Hasta que lleg¨® el turno de The letters y, con ¨¦l, el carrill¨®n. Ese instrumento infantil, amarillo, perfecto, que se utiliza tambi¨¦n de aderezo en Cigarettes y que le viene como anillo al dedo al ambiente, al v¨ªnculo, a la relaci¨®n que durante una hora se establece entre la artista y su p¨²blico. "A esas melod¨ªas que compongo, l¨¢nguidas, preciosas, les falta algo", debi¨® pensar Lourdes un d¨ªa. Y decidi¨® incluir en uno de los temas, junto a esas guitarras, esa bater¨ªa, ese teclado, ese peque?o instrumento de colores...
Como si no supieras que hay carrillones que matan.
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