Bruselas y Google acercan posturas
La Comisi¨®n Europea quiere nuevas leyes de derechos de autor del libro para facilitar procesos de digitalizaci¨®n como el de EE UU - Editores y libreros muestran su rechazo
La controvertida iniciativa de Google para digitalizar libros, cuestionada en duros t¨¦rminos por editores, libreros y algunos Gobiernos de la UE, ha llevado a la Comisi¨®n Europea a plantearse la necesidad de actualizar la legislaci¨®n europea sobre derechos de autor para adaptarla a los desaf¨ªos de la era digital. "Si la UE lo consigue se podr¨ªan sentar las bases para una nueva era de crecimiento cultural en Europa", aventuran los comisarios Viviane Reding y Charlie McCreevy. No es un problema de f¨¢cil soluci¨®n. "Lo que tienen que hacer los comisarios es construir sobre lo ya existente y dejarse de seguir modelos extranjeros", replica Olga Mart¨ªn Sancho, de la Federaci¨®n Europea de Editores.
La Comisi¨®n organiz¨® ayer una audici¨®n de la partes integrantes del mundo editorial europeo (autores, editores libreros, bibliotecarios, Gobiernos) para examinar a fondo las repercusiones en Europa del acuerdo alcanzado por Google Books con los editores y autores americanos para digitalizar y comercializar inmensos fondos de libros de dominio p¨²blico (aquellos cuyo derecho de propiedad intelectual privado ha caducado) o hu¨¦rfanos (que no tienen derechohabiente claro) en todo el mundo.
El acuerdo ha levantado ampollas en Europa, con acusaciones pr¨®ximas a la pirater¨ªa intelectual contra Google, pero ha dejado en evidencia una vez m¨¢s la agilidad del sistema americano frente al retraso, parsimonia y fragmentaci¨®n del modo de hacer europeo. Lo que objetaban ayer los europeos es que Google quisiera imponer una pol¨ªtica de hechos consumados con la oferta posterior de remedios paliativos que no cuestionan la mayor.
La Comisi¨®n se aline¨® con el sistema americano cuando la comisaria de Sociedad de la Informaci¨®n y el responsable de Mercado Interior emit¨ªan un comunicado conjunto que debi¨® de sonar a m¨²sica celestial a Google. "Nuestro objetivo es acabar con los viejos estereotipo que han entorpecido el debate en el pasado y centrarnos en encontrar la mejor soluci¨®n que la tecnolog¨ªa de hoy nos permita para el futuro", anunciaron Reding y McCreevy. A su juicio, la UE necesita un nuevo marco legal que catalice un desarrollo de servicios semejante al facilitado por el acuerdo que Google acaba de conseguir en EE UU, aunque pendiente de ratificaci¨®n judicial.
"La digitalizaci¨®n de libros es una tarea herc¨²lea que el sector p¨²blico necesita guiar", se?alan los comisarios, antes de abrir el resquicio por el que se cuela Google o cualquier otro que se atreva con el desaf¨ªo: "Pero tambi¨¦n necesita apoyo del sector privado". Seg¨²n Reding y McCreevy "ha llegado la hora de reconocer que la asociaci¨®n entre organismos p¨²blicos y privados puede combinar el potencial de las nuevas tecnolog¨ªas y las inversiones privadas con las ricas colecciones que las instituciones p¨²blicas han formado a los largo de los siglos. Si somos excesivamente lentos, la cultura europea podr¨ªa sufrir en el futuro".
Las bases de partida son claras: respeto a los derechos de autor y debida retribuci¨®n a los creadores, principales beneficiarios de un mejor acceso de los ciudadanos a sus obras digitalizadas, subrayan los comisarios antes de lanzar la bomba: "Necesitamos analizar con atenci¨®n el r¨¦gimen de derechos de autor que tenemos en Europa". Y se preguntan: "?Se adapta a la era digital?". "Esa es la cuesti¨®n", responde Milagros del Corral, directora de la Biblioteca Nacional de Espa?a. "Hasta qu¨¦ punto la concepci¨®n jur¨ªdica del derecho de autor a la europea se presta a la explotaci¨®n digital".
En conflicto entran los intereses de las diversas partes en escena, como se vio en el debate de ayer. Los autores son m¨¢s favorables a la innovaci¨®n tecnol¨®gica que d¨¦ nueva vida a sus obras. "Los autores de libros descatalogados vemos que nuestra obras llegan a un mercado completamente nuevo", coment¨® el escritor James Gleick, converso a Google Books. Editores y libreros, que viven del comercio de los libros, temen que la irrupci¨®n del gigante les robe negocio. Antonio ?vila, de la Federaci¨®n de Gremios de Editores y Libreros de Espa?a, acus¨® a Google de violar los derechos de autor y el convenio de Berna al tomar la iniciativa de escanear libros en Estados Unidos sin consultar previamente a los derechohabientes europeos. El representante franc¨¦s, procedente de Hachette, abund¨® en la idea y adelant¨® que Francia ir¨¢ hasta el final para que tal acuerdo no afecte a libros y autores franceses. Para los editores, el acuerdo de Google en Estados Unidos no es aplicable en Europa.
Olga Mart¨ªn Sancho, de la Federaci¨®n Europea de Editores, estaba inc¨®moda con la Comisi¨®n. "Espero que tenga en cuenta la posible infracci¨®n del convenio internacional sobre derechos de autor" que supone la iniciativa de Google, y no ocult¨® su desacuerdo con la idea de replantearse la adaptaci¨®n a la era digital de la legislaci¨®n europea. "No hace falta reabrir la directiva de derecho de autor de 2001, que fue muy dif¨ªcil de negociar. Sobre ella deber¨ªan construir Reding y McCreevy y no sobre acuerdos extranjeros. Que miren lo que ya se est¨¢ haciendo en Europa".
En la UE, adem¨¢s del lento proyecto de Europeana, el escaparate digital de la cultura europea, hay iniciativas nacionales como Libreka en Alemania, Gallica2 en Francia o Enclave, que se presentar¨¢ en la pr¨®xima edici¨®n de Liber, en Espa?a. Milagros del Corral, que particip¨® en la sesi¨®n en representaci¨®n de la bibliotecas nacionales europeas, comentaba c¨®mo en conflicto hay cuestiones filos¨®ficas, econ¨®micas y culturales. "La idea de Google es la eterna de la humanidad, poner todo en un mismo lugar", dice. Lo intent¨® la biblioteca de Alejandr¨ªa y lo so?¨® el bibliotecario Jorge Luis Borges. "Ahora con las nuevas tecnolog¨ªas esa posibilidad existe. Pero al condici¨®n humana est¨¢ contra la homogeneizaci¨®n".
Dan Clancy, el ejecutivo responsable de Google Books que ayer llev¨® el peso de la audiencia en Bruselas, hizo un gesto hacia los editores, comunicado por carta, al prometer que ning¨²n libro que est¨¦ comercializado por los canales cl¨¢sicos en Europa ser¨¢ comercializado por Google Books aunque no est¨¦n en circulaci¨®n comercial en Estados Unidos. A los editores no les pareci¨® suficiente.
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