Libros sin due?o
Millones de vol¨²menes gratuitos de Google Books obligan a revisar en todo el mundo las leyes de derechos de autor - Editores y escritores discrepan sobre las ventajas del proyecto
La primera p¨¢gina indica que el libro fue impreso en 1865. Se trata de una edici¨®n de lujo de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. Es poco probable que sus editores imaginaran que, casi 150 a?os despu¨¦s, cualquier lector, en cualquier parte del mundo, se podr¨ªa hacer con una copia. S¨®lo basta con acceder al portal de Google Libros (books.google.es), almacenarlo en el ordenador e imprimir sus 566 p¨¢ginas. El documento electr¨®nico no escatima en detalles. Incluye las tapas, los 30 grabados que ilustran la obra, el escudo de la edici¨®n original de 1605 y hasta el sello de la biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid, el lugar donde ha permanecido durante todos estos a?os y la primera biblioteca no anglosajona que ha llegado a un acuerdo con Google para digitalizar sus fondos.
La obra es una entre los millones que est¨¢n disponibles en el portal de Google. Su antig¨¹edad la convierte del dominio p¨²blico, es decir, que no tiene que pagar derechos de autor. E ilustra "la gran idea" de Sergey Brin y Larry Page, cofundadores de Google: "Que la gente de todo el mundo pueda buscar cualquier libro entre todos los libros del mundo". El buscador se?ala, en una entrada del blog de Google Books, que Brin y Page "nunca habr¨ªan imaginado que un d¨ªa iban a iniciar un proyecto para hacerlo posible". El entusiasmo de sus creadores les ha llevado a comparar el proyecto con la antigua biblioteca de Alejandr¨ªa o con la so?ada biblioteca de Babel del escritor Jorge Luis Borges. Pero la pol¨¦mica desatada por la idea es menos rom¨¢ntica.
No son libros como El Quijote los que centran el problema. ?ste se resume en una palabra: copyright. Las bibliotecas no son las ¨²nicas propietarias de los t¨ªtulos, y los derechos sobre las obras que no son del dominio p¨²blico y que est¨¢n protegidas por leyes de derechos de autor, -distintas en cada pa¨ªs del mundo- se han convertido en el centro de la pol¨¦mica. La colecci¨®n que Google ha recopilado entre las 20 bibliotecas que se han sumado al proyecto hasta el momento (dos de ellas espa?olas: adem¨¢s de la Complutense, tambi¨¦n est¨¢ disponible el cat¨¢logo de la biblioteca de Catalu?a) incluye un amplio n¨²mero de ediciones publicadas antes de 1923. "Estamos abriendo literalmente nuestra biblioteca al mundo. Las oportunidades educativas son excelentes y estamos encantados de colaborar con Google en este proyecto", apunta el rector de la universidad madrile?a, Carlos Berzosa, en el blog de Google Books.
Los libros publicados despu¨¦s de esa fecha est¨¢n disponibles para el usuario, pero ¨¦ste no puede ver el libro entero. Por ejemplo, una b¨²squeda sobre El gran Gatsby s¨®lo arrojar¨¢ copias con "vista restringida": es decir, el lector s¨®lo ver¨¢ unas cu¨¢ntas p¨¢ginas y no podr¨¢ disponer de una copia de la totalidad. Eso s¨ª, Google recomienda en estos casos un pu?ado de librer¨ªas on line para obtener una copia de la obra de F. Scott Fitzgerald. Fue precisamente en el caso de este tipo de libros donde las asociaciones de editores y autores de Estados Unidos iniciaron la protesta. Un acuerdo de 90 millones de euros, alcanzado en octubre de 2008, puso fin a una querella impuesta en un tribunal estadounidense contra el gigante de la web. Si Google ofrece el acceso libre a los usuarios y los editores y autores obtienen ganancia, ?cu¨¢l es el problema?
Adem¨¢s de los libros de dominio p¨²blico y los protegidos bajo las leyes de derechos de autor, existen los llamados "libros oscuros", como los define el periodista y escritor Farhad Manjoo. "Digamos que, si haces una investigaci¨®n y navegas por Google Books, encuentras en el cat¨¢logo de la Universidad de Michigan un libro sobre un autor del que nunca hab¨ªas o¨ªdo hablar, publicado por una editorial que ya no existe pero que es el que mejor se ajusta a lo que estabas buscando. El libro est¨¢ protegido por derechos de autor pero no est¨¢ disponible en las librer¨ªas. Google Books ser¨ªa la ¨²nica ventana para obtenerlo".
?Y d¨®nde ir¨ªan a parar estas ganancias? Google ha previsto la creaci¨®n de un registro de libros (Book Right Registry, en ingl¨¦s) que funcionar¨¢ como una organizaci¨®n sin ¨¢nimo de lucro y que distribuir¨¢ el 63% de ganancias entre los autores y editores de los libros que han agotado edici¨®n. La manera en que se distribuir¨¢ el dinero, sin embargo, no ha sido detallada hasta ahora. Adem¨¢s, si los autores desconocen que sus obras est¨¢n disponibles en la red o no desean anotarse en el registro, autom¨¢ticamente estar¨ªan fuera de cualquier ganancia. El acuerdo tampoco prev¨¦ el caso de autores que deseen que sus obras sean gratuitas. Los cr¨ªticos, adem¨¢s, apuntan que la empresa obtendr¨ªa el control de la industria de los contenidos digitalizados. Google alega que su objetivo es hacer m¨¢s asequible la informaci¨®n para el usuario; de forma que si un internauta desea hallar una frase en cualquier libro del mundo, pueda hacerlo en unos segundos. "Si el contenido entero de cualquier web est¨¢ disponible a trav¨¦s de sus mecanismos de b¨²squeda -sin pagar un c¨¦ntimo por el uso de esta informaci¨®n-, ?por qu¨¦ no hacerlo con los libros?", explica Marjoo.
Luis Collado, responsable del buscador de libros de Google en Espa?a y Portugal, justifica que la capacidad del mecanismo de b¨²squeda brinda una oportunidad "in¨¦dita" al usuario para explorar los libros. "Un lector puede hallar una frase entre cientos de p¨¢ginas. Es una potencia de b¨²squeda nunca vista", asegura.
Eric Schmidt, cofundador de Google, se defiende con el argumento de que el gran beneficiado es el autor. En una columna publicada en 2005 en The Wall Street Journal, relata que el d¨ªa que Joseph Ratzinger se convirti¨® en Benedicto XVI, "millones de personas que buscaron su nombre" hallaron que en Google Books estaba disponible su libro En el principio. "Miles de ellos ojearon una o dos p¨¢ginas del libro y muchos hicieron clic para comprarlo. ?Cu¨¢ntos autores de libros que han agotado ediciones ser¨¢n beneficiados?". El proyecto suma, hasta el momento, unos diez millones de obras, a?ade Collado.
M¨¢s de uno, no obstante, duda de la buena fe del proyecto. El Gobierno alem¨¢n cree que el acuerdo alcanzado en EE UU no es suficiente para los escritores y editores alemanes. "En Europa s¨®lo se han digitalizado libros que est¨¢n en dominio p¨²blico de acuerdo con la legislaci¨®n", explica Collado, que agrega que la intenci¨®n de la empresa es "fomentar el debate" para alcanzar una soluci¨®n.
Es un hecho que el debate remonta a los tiempos iniciales de Internet. El sitio www.mp3.com convirti¨® decenas de miles de canciones al formato digital sin pedir permiso a nadie. Su meta inicial era que s¨®lo los que pudieran probar que hab¨ªan comprado el disco pudieran bajarlas. La revoluci¨®n desatada en la industria musical puede sentar un precedente para las editoriales y los escritores.
El escritor Mauricio Montiel explica que la herramienta le causa "emociones encontradas". "Apoya la divulgaci¨®n, pues no todos los escritores somos Dan Brown. Hace m¨¢s asequible nuestro trabajo a los escritores; pero un acuerdo es necesario para que los escritores obtengan un beneficio por su trabajo", comenta.
Las ganancias son, precisamente, el meollo del asunto. No est¨¢ claro ni c¨®mo se repartir¨¢n ni entre qui¨¦nes. El hecho es que Google, en su af¨¢n por gestionar el conocimiento del mundo, se ha convertido en el centro de reyertas similares frente a los medios de comunicaci¨®n, como en el uso que hac¨ªa de la informaci¨®n Google News, que origin¨® sendas demandas de Associated Press y France Presse; o con los contenidos audiovisuales -el portal de YouTube ha alcanzado acuerdos con cadenas de televisi¨®n estadounidenses para difundir sus contenidos- e incluso hasta con las calles de las ciudades. El street view de Google Maps ha levantado m¨¢s de una ceja alrededor del mundo pues algunos cr¨ªticos apuntan que invade la privacidad de los ciudadanos.
"Internet seg¨²n Google es democracia para algunos y anarqu¨ªa para otros. El usuario puede disponer de la informaci¨®n que desee de forma gratuita y los creadores de contenidos est¨¢n desorientados, como gallinas a las que les acaban de cortar la cabeza", describe el periodis.
Pero el objetivo de Google, afirma Marjoo, guarda una buena recompensa para el lector. "Cualquier persona que desee hacer una investigaci¨®n agradecer¨¢ que el contenido de las bibliotecas est¨¦ disponible. Su mecanismo de b¨²squeda permite revisar cientos de p¨¢ginas en un segundo y la navegaci¨®n es f¨¢cil y sencilla", comenta. "Cuando hice una investigaci¨®n utilic¨¦ tanto Google Books como Google Scholar
[una herramienta de b¨²squeda de textos acad¨¦micos] y hubiera pagado con gusto por la ayuda brindada", justifica.
Pero no todo son buenas noticias para el usuario. La ONG estadounidense Electronic Frontier Foundation reconoce que la creaci¨®n de la biblioteca virtual de Google "aumentar¨¢ dram¨¢ticamente el acceso p¨²blico a los libros" pero advierte que la empresa no garantiza la privacidad del lector. "En el mundo anal¨®gico, un lector cuenta con toda la privacidad para elegir los libros que desee. En el campo digital, sin embargo, Google dispone de sistemas que monitorizan los libros digitales que busca un usuario, las p¨¢ginas en concreto que lee, el tiempo que pasa ley¨¦ndolas y hasta las l¨ªneas que decide seleccionar", afirma la organizaci¨®n en un comunicado. Collado responde que la principal preocupaci¨®n de Google es el usuario. "Tenemos una pol¨ªtica de privacidad muy clara: la informaci¨®n de cada usuario no puede salir del entorno de Google" y a?ade que s¨®lo ser¨¢ utilizada para "mejorar la experiencia de servicio de la herramienta".
En cualquier caso, no hay un argumento firme que plante cara a la meta final del proyecto de Google Books. "Google cuenta con mucho dinero, empleados inteligentes y aliados. Pero su mayor fortaleza es la convicci¨®n de que est¨¢ del lado de la historia. La empresa cree firmemente que su ideolog¨ªa de apertura es la correcta", explica el escritor y profesor de la Universidad de Columbia, Tim Wu. La informaci¨®n en los tiempos de la red busca (y generalmente encuentra) un cauce. Y Google es el m¨¢s dispuesto y, al parecer, el m¨¢s apto para ofrecerlo.
Un largo camino
Fue en 2002 cuando un grupo de trabajadores de Google comenz¨® a trabajar en el proyecto de los libros, que se mantuvo secreto en un inicio. El equipo visit¨® bibliotecas con proyectos similares en el mundo, como el American Memory de la biblioteca del Congreso de EE UU, el Gutenberg, el Million Book y el Universal Library. Cuatro a?os despu¨¦s, la empresa anunci¨® formalmente su proyecto en la Feria de Libro de Francfort. Ese mismo a?o alcanz¨® un acuerdo con 15 bibliotecas y editoriales y en diciembre se anunci¨® el proyecto para digitalizar los contenidos de fondos bibliogr¨¢ficos asociados con las universidades de Harvard y Michigan, as¨ª como las bibliotecas p¨²blicas de Nueva York, Oxford y Stanford. Las colecciones combinadas superaban los 15 millones de vol¨²menes. Un a?o despu¨¦s, las asociaciones de escritores y editores de EE UU presentaron una demanda en un tribunal estadounidense sobre los derechos de autor de las obras y alcanzaron un acuerdo en octubre de 2008 por un valor de 125 millones de d¨®lares (90 millones de euros).
El 1 de septiembre de este a?o, el Gobierno alem¨¢n ha presentado una demanda sobre los derechos de autor en nombre de los creadores de su pa¨ªs bajo el argumento de que el acuerdo alcanzado con la industria de EE UU no respeta la ley alemana. Est¨¢ previsto que la UE se re¨²na de nuevo en octubre para debatir el copyright.
Detalles del proyecto
- Google Books est¨¢ disponible en m¨¢s de 35 idiomas.
- M¨¢s de 10.000 editores y autores de m¨¢s de 100 pa¨ªses se han sumado al programa de afiliaci¨®n de la b¨²squeda de libros de Google.
- El proyecto para digitalizar los contenidos de las bibliotecas cuenta con 28 entidades afiliadas, la mayor¨ªa estadounidenses. S¨®lo siete no pertenecen a EE UU, entre ellas dos espa?olas: la biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid y la Biblioteca de Catalu?a.
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