70 a?os del poema imborrable de Neruda
Espa?a y Chile recuerdan la llegada a Valpara¨ªso del barco con 2.500 republicanos enviado por el poeta
"Que la cr¨ªtica borre toda mi poes¨ªa, si le parece. Pero este poema, que hoy recuerdo, no podr¨¢ borrarlo nadie", escribi¨® Pablo Neruda. El poema ten¨ªa nombre de barco, Winnipeg, el que ¨¦l mismo envi¨® a Chile en septiembre de 1939 con 2.500 republicanos rescatados de campos de concentraci¨®n franceses. Acaban de cumplirse 70 a?os de la proeza. La pasajera m¨¢s joven, Elena Castedo, y el embajador chileno en Espa?a, Gonzalo Martner, compartieron con EL PA?S los recuerdos de aquella gran operaci¨®n de rescate.
"Cumpl¨ª dos a?os el d¨ªa que vimos Valpara¨ªso", recuerda Castedo, de 72 a?os. "Fui la m¨¢s pasajera m¨¢s joven hasta que nacieron dos ni?os durante la traves¨ªa. Uno muri¨®. Las condiciones higi¨¦nicas no eran muy buenas..."
El Winnipeg era un barco preparado para llevar a 78 personas. Subieron 2.500. El propio Neruda eligi¨® por orden del presidente chileno, Pedro Aguirre Cerda, a los pasajeros con dos criterios. El primero, las habilidades de cada uno, porque la selecci¨®n se llev¨® a cabo como una masiva entrevista de trabajo. "Necesit¨¢bamos especialistas. El mar chileno me hab¨ªa pedido pescadores. Las minas me ped¨ªan ingenieros. Los campos, tractoristas", escribi¨® Neruda. "A veces, entrevistaba a alg¨²n escritor y le pon¨ªa que era abogado. Hubo una campa?a de presi¨®n muy fuerte en Chile contra la llegada de 'los rojos espa?oles", explica Martner. "Por eso Neruda le dio aquel formato: se trataba de buscar a los espa?oles que pudieran contribuir con su oficio al desarrollo de Chile".
El segundo filtro eran las antipat¨ªas y simpat¨ªas pol¨ªticas del propio poeta. "Neruda no fue muy generoso con los anarquistas", explica Marther. En cambio, fue benevolente con algunos de los republicanos cuyos oficios no encajaban en aquella gran operaci¨®n de recursos humanos. "A uno que dec¨ªa ser escritor, le inscribia como abogado. Y tiene una an¨¦cdota muy bonita con un trabajador del corcho. Neruda le dijo: 'En Chile no hay alcornoques'. Y ¨¦l le contest¨®: 'Pues los habr¨¢' y s¨®lo por eso le dej¨® subir".
Deshechos por la guerra -"ven¨ªan de la angustia, de la derrota", describi¨® Neruda- los republicanos llegaban en trenes para subir al barco. "Las mujeres reconoc¨ªan a sus maridos por las ventanillas de los vagones. Hab¨ªan estado separados desde el fin de la guerra. Y all¨ª se ve¨ªan por primera vez frente al barco que los esperaba. Nunca me toc¨® presenciar abrazos, sollozos, besos, apretones, carcajadas de dramatismo tan delirantes", confes¨® el poeta.
Heridas imborrables
El padre de Elena llevaba consigo la humillaci¨®n de haber perdido y heridas graves hechas en el frente de Madrid. Leopoldo Castedo, que luego se convirtir¨ªa en el historiador de referencia de Chile, y su padre, el abuelo de Elena, hab¨ªan estado recluidos en el campo de concentraci¨®n de Arg¨¨les sur Mer, al sur de Francia. Elena y su madre, en un centro de detenci¨®n. Por eso, cuando a?os m¨¢s tarde, Elena Castedo se reencontr¨® con Neruda le salud¨® diciendo: "Estoy viva gracias a ti".
Estuvo a punto de no viajar en aquel barco. "No dejaban subir a nadie con infecciones y yo ten¨ªa tosferina. Mi madre temblaba mientras nos entrevistaban porque pensaban que no nos iban a dejar subir. Cada vez que yo tos¨ªa, ella me pon¨ªa la cabeza contra su falda y un se?or que estaba detr¨¢s de nosotros en la cola y se dio cuenta de lo que pasaba, hablaba en voz alta para disimular".
Elena no lo recuerda. Olvid¨® toda la traves¨ªa porque cuando subi¨® al Winnipeg a¨²n no ten¨ªa edad para tener memoria. Los recuerdos que conserva se los han contado otros: su madre, su padre, su abuelo. De la misma manera, cuando regres¨® a Espa?a, en los a?os 70, no reconoc¨ªa a aquellas personas que dec¨ªan ser sur primos o sus t¨ªos.
"Perdimos nuestro pa¨ªs, nuestra familia, nuestra casa, todo. El exilio es un descalabro. Yo le achaco a la guerra mi car¨¢cter n¨®mada. Soy de donde vivo y vivo en muchos sitios: EE UU, Chile, Espa?a....", explica Castedo. Con ese sentimiento, el del desarraigo, escribi¨® ya siendo abuela una novela que le vali¨® una nominaci¨®n a uno de los premios literarios m¨¢s importantes de EE UU, el National Book Award y quen titul¨® El Para¨ªso.
La operaci¨®n del Winnipeg fue financiada por el Gobierno Republicano en el Exilio, con Juan Negr¨ªn a la cabeza, y por los cu¨¢queros, una sociedad religiosa que pidi¨® el anominato de su generosidad. Preguntado por si cree que hoy, cuando se cierran las fronteras a los inmigrantes, ser¨ªa posible repetir un acto de solidaridad igual, el embajador de Chile responde: "Yo creo que s¨ª. Espa?a ya nos devolvi¨® aquel gesto acogiendo a los chilenos que hu¨ªan de la dictadura de Pinochet".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.