Fervor apasionado por Buenos Aires
Serrat y Sabina rememoran su relaci¨®n con Argentina
Es posible que a las multitudes no se les pare el tiempo cuando escuchan en Buenos Aires a Joan Manuel Serrat o a Joaqu¨ªn Sabina, pero a ellos s¨ª se les subleva el coraz¨®n y se les para el tiempo. Est¨¢n enamorados de Argentina, y m¨¢s espec¨ªficamente de Buenos Aires. Sabina dice que cuando baja del avi¨®n, en Ezeiza, ejercicio que hace con frecuencia desde 1984, se siente en su sitio, "yo soy de all¨ª". Y a Serrat le pasa eso desde 1969, hace cuarenta a?os, y el coraz¨®n no ha dejado de latirle bonaerense.
Este fervor por Buenos Aires le viene a Serrat desde que fue all¨ª. Antes del golpe militar actu¨® ah¨ª, y esa fue, en 1974, su ¨²ltima actuaci¨®n en la libertad argentina, hasta que pudo volver en 1983. "Despu¨¦s del golpe decid¨ª no volver; al principio pensamos todos que aquello no durar¨ªa mucho". Pero el golpe se consolid¨® y el r¨¦gimen militar cre¨® un universo terrible de horror y de persecuciones.
"Me integr¨¦ r¨¢pidamente porque sab¨ªa lo que era la m¨²sica porte?a"
Eran antol¨®gicas las eternas zapadas de Sabina con Charly Garc¨ªa
"La huella del peronismo ha hecho mucho da?o", sostiene Sabina
"Cuando llenes el Rex puedes decir que has triunfado", apostilla Serrat
Sabina tuvo una relaci¨®n distinta. ?l lleg¨® a Argentina en 1984, cuando ya la democracia gobernaba de nuevo el pa¨ªs, presidida en este caso por Ra¨²l Alfons¨ªn. "Serrat entonces ya era Dios", dice Sabina, que cant¨® con su amigo ("mi primo") catal¨¢n en 2008 en el marco de la gira que los junt¨®, Dos p¨¢jaros de un tiro. "Acababa la tragedia, en 1984, y yo llegu¨¦ a cumplir un sue?o de la infancia, conocer Buenos Aires".
No era tanto conocer Argentina, dice Joaqu¨ªn, como conocer Buenos Aires. "Yo ten¨ªa una fascinaci¨®n adolescente. Viene de cuando le¨ªa o escuchaba a los artistas hablar de sus viajes a Buenos Aires. Quer¨ªa conocer esa experiencia, pero no imaginaba que alg¨²n d¨ªa iba a ser tan decisiva en mi vida".
A los dos les entr¨® este fervor por Buenos Aires a trav¨¦s de la cultura y de la m¨²sica, y ahora es una pasi¨®n por todo, por la comida, por las plazas, por las calles, "por las minas, qu¨¦ minas hay en Buenos Aires", dice Joaqu¨ªn Sabina.
A Serrat la m¨²sica argentina le entr¨® muy pronto. "Fue un gran impacto conocer el pa¨ªs; entonces era un pa¨ªs extraordinario, muy distinto de aquella Espa?a oscura y reprimida en la que nosotros viv¨ªamos a¨²n. Argentina era y es un pa¨ªs que forma parte de una Am¨¦rica muy din¨¢mica en la que entonces ocurr¨ªan cosas que no pasaban en Espa?a".
En aquel entonces, y luego, dice Joan Manuel Serrat, "el futuro se peleaba con mucho entusiasmo, y eso ten¨ªa que entusiasmar a un muchacho que ten¨ªa ganas de ilusionarse".
Y el ambiente musical "era fant¨¢stico; la vida intelectual era muy intensa..." ?l lleg¨® en el gran momento de Astor Piazzolla, de Mercedes Sosa..., "y me integr¨¦ muy r¨¢pidamente, porque yo sab¨ªa ya lo que era la m¨²sica porte?a". Hab¨ªa seguido el folclor, y conoc¨ªa el tango. "Hab¨ªa cantado mucho el folclor argentino, y conoc¨ª all¨ª a m¨²sicos tan importantes como Pugliese, An¨ªbal Troilo, Horacio Salg¨¢n... Tuve la fortuna de tener mucha cercan¨ªa con todo este mundo musical que lleg¨® a convertirse en el fondo de mi propia m¨²sica, y de mi experiencia".
Todo eso llev¨® a Serrat "a integrarme en el pa¨ªs, a cultivar relaciones personales, y amores, que son tan importantes..."
A Joaqu¨ªn Sabina, Argentina le entr¨® tambi¨¦n por la m¨²sica, y fue determinante. Un periodista argentino, Mariano del Mazo, editor musical del suplemento Espect¨¢culos del diario Clar¨ªn, dice de la relaci¨®n de ambos con Buenos Aires y la m¨²sica:
-El amor entre Serrat y la Argentina tiene un origen m¨¢s politizado. Desde sus primeras llegadas al pa¨ªs, a fines de los 60, Serrat cal¨® fuerte en una sociedad con una clase media altamente comprometida (los que sobrevivieron partir¨ªan al exilio a mediados de los 70). Al nivel de sus canciones habr¨¢ que a?adir el car¨¢cter tanguero de muchas de sus composiciones (Mi ni?ez es el mayor ejemplo). De aquellos a?os es el famoso encuentro con An¨ªbal Troilo en el boliche tanguero Ca?o 14, en el que Serrat cant¨® varios tangos. Ya con el regreso de la democracia, el amor se volver¨ªa simb¨®lico e indestructible.
- ?Y Sabina?
- El caso de Sabina tiene que ver m¨¢s con la posmodernidad. Vino tard¨ªamente a la Argentina (ya ten¨ªa toda una obra detr¨¢s) y yo creo que entr¨® a trav¨¦s de la porte?idad de Con la frente marchita. Despu¨¦s creo que ¨¦l mismo se encarg¨® de escudri?ar el alma de Buenos Aires, con largas estancias aqu¨ª durante las cuales viv¨ªa de noche. Eran antol¨®gicas las eternas zapadas con Charly Garc¨ªa en cuevas y boliches. Su pulso de compositor, y esa voz cascada, creo que tambi¨¦n tienen un anclaje tanguero.
Con Del Mazo coincide el editor de ADN, la revista cultural del diario La Naci¨®n, el escritor Jorge Fern¨¢ndez D¨ªaz: Serrat y Sabina son queridos de una forma entra?able y profunda en Buenos Aires, pero ambos son dos casos diferentes, "como diferentes", dice Del Mazo, "son sus perfiles art¨ªsticos".
As¨ª expone Fern¨¢ndez D¨ªaz su juicio sobre lo que ambos suponen para Buenos Aires (y para ¨¦l):
- A esta altura, Serrat y Sabina son artistas populares argentinos. Contrabande¨¢bamos en las catacumbas de la dictadura militar los discos prohibidos del Nano, hac¨ªamos el amor con sus canciones y nos inici¨¢bamos en los versos de Machado, Hern¨¢ndez y Le¨®n Felipe gracias a sus deslumbrantes rescates. Luego, en la ¨¦poca de los desenga?os pol¨ªticos y personales, lleg¨® Sabina con sus cr¨®nicas gozosas del pecado y nos ayud¨® a cruzar la crisis de la mitad de la vida. Yo no quiero un amor de invernadero es un himno, y Nunca es triste la verdad/ lo que no tiene es remedio, un refr¨¢n que cita cualquiera en cualquier esquina de Buenos Aires. Estos dos p¨¢jaros de cuenta se apoderaron del Teatro Col¨®n, el Gran Rex y la Bombonera; de Maradona, Fontanarrosa, la Negra Sosa y Les Luthiers. Son unos malditos: ya no sabr¨ªamos vivir sin ellos. Y lo saben.
El fervor es mutuo, pues. Y naci¨® en momentos inolvidables, duros y especiales. Serrat recuerda aquella interrupci¨®n de la libertad en Argentina. ?Que si el golpe le sorprendi¨®? Sorprende, dice, todo lo que no te esperas, pero en este caso ya estamos acostumbrados a que "los militares expresen siempre cierta tendencia a reconducir situaciones..." No ocurri¨® de un d¨ªa para otro, as¨ª que nos fuimos acostumbrando a fuera posible. "Hasta que ocurri¨®". Se ve¨ªa venir, dice Joan Manuel Serrat, "a partir de la vuelta de Per¨®n, cuando se constituy¨® la Triple A y los cr¨ªmenes se volvieron algo horrorosamente cotidiano..." La normalidad del crimen, dice el cantautor catal¨¢n, "es lo peor que nos ha tocado vivir, y ahora ocurre igualmente, por ejemplo, en M¨¦xico, donde se producen hasta cuarenta asesinatos diarios y eso se recibe tambi¨¦n con normalidad".
Aquella normalidad violenta en Argentina hizo que durante a?os aparecieron muertos en las cunetas y en los bald¨ªos, y esa perversa cotidianeidad "fue repercutiendo en la mente hasta dejar una huella que es la huella que deja la maldad".
Nunca ha habido la sensaci¨®n de que todo aquello se acab¨®; "no se acaban de situar las cosas en su lugar, aun hay desapariciones, persecuciones de aquellos que pudieron haber sido testigos... Se tiene que juzgar aquel tiempo sin rencor pero con justicia". No es un caso ¨²nico, se?ala Serrat. "En Espa?a nos pasa. Aqu¨ª hay un juez al que se persigue porque defiende el derecho de las familias a querer saber qu¨¦ pas¨® con sus seres queridos en la guerra y despu¨¦s de la guerra".
Esa tragedia, dice Sabina, "los argentinos la llevan en el ADN. Nunca se rindieron; la gente pele¨®, hubo movimientos pol¨ªticos muy serios; yo no he visto nunca a los argentinos vencidos. Es un pueblo que no se rinde f¨¢cilmente". Es cierto, comenta, que "la huella del peronismo ha hecho mucho da?o, y all¨ª desde el Gobierno a la oposici¨®n son peronistas, pero es un pueblo culto que se levanta siempre, y cuando se levanta es maravilloso, llena los teatros, las librer¨ªas, las plazas y las discotecas, y es mi pueblo, desde que desembarco yo soy de Buenos Aires".
Hablamos con ellos cuando Argentina y Uruguay iban a enfrentarse para estar (o no) en la Copa del Mundo. Los dos se mord¨ªan las u?as..., por Argentina. Es su equipo (y, en el caso de Serrat, no s¨®lo porque est¨¦ ah¨ª el barcelonista Messi), porque es su pa¨ªs, cuya m¨²sica adoran, cuya capital veneran, y cuyas vicisitudes viven como si esa fuera una nacionalidad del alma.
Los dos han vivido esa atracci¨®n con un divertido esp¨ªritu competitivo. Un d¨ªa, en casa de Joaqu¨ªn, ¨¦ste se vanagloriaba de sus llenos espa?oles, y su primo Serrat le dijo:
- No te sientas tan orgulloso: cuando seas capaz de llenar el Gran Rex de Buenos Aires ya puedes decir que has triunfado en la vida.
Ese momento lleg¨®, y Sabina le envi¨® a Serrat una foto suya triunfando en ese escenario m¨ªtico bonaerense.
Los dos comparten m¨²sica y literatura como s¨ªmbolo tambi¨¦n de su relaci¨®n con la cultura argentina. Sabina desgrana nombres de autores que tambi¨¦n son para Serrat fundamentales. ?sta es la lista de Sabina: "Borges, Cort¨¢zar, Bioy Casares..., y nuestro querido amigo Juan Gelman".
A los dos les lleg¨® el momento de despedir a una amiga fundamental que les hizo amar tambi¨¦n Buenos Aires y la m¨²sica. Sabina escribi¨® estos versos sobre La Negra Sosa: "Canto ancestral de Argentina, la m¨¢s frutal de las minas, todo es nada, no sabe c¨®mo la lloro, desafinando en el coro de las hadas". Y los dos pudieron haberle puesto l¨¢grimas y m¨²sica, como le pondr¨ªan juntos m¨²sica a su fervor por Buenos Aires.

Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.