En el desierto no hay atascos
El escritor tuareg Moussa AgAssarid visita la feria del libro de Guadalajara y cuenta c¨®mo se podr¨ªa ayudar a ?frica
Moussa AgAssarid no sabe qu¨¦ edad tiene, y tampoco conoce realmente de d¨®nde procede. Es un n¨®mada. Pero sabe qu¨¦ quiere: educaci¨®n para los ni?os de ?frica. La met¨¢fora de esa pasi¨®n es un libro que lleva consigo a todas partes, El Principito, de Antoine de Saint-Exup¨¨ry, que est¨¢ en el principio de su historia.
Cuando ten¨ªa diez o 12 a?os pas¨® el Par¨ªs-Dakar por los montes en los que pastaban las camellos, los corderos y las cabras de su padre en alg¨²n lugar de Mali. Dos automovilistas le regalaron a Moussa aquel libro legendario, pero el chico no pod¨ªa leerlo. Convenci¨® a su padre, analfabeto como ¨¦l, para que le dejara ir a una escuela, en Gao; aprendi¨® a leer y jam¨¢s, desde que lo ley¨®, ha dejado atr¨¢s El Principito peque?o pr¨ªncipe.
La lectura fue fundamental para ¨¦l, y ahora, que es escritor, y activista a favor de la causa africana, quiere que todo el mundo lea en ese continente. "Es la manera de evitar que nos consideremos inferiores, y es la manera de ganar una vida m¨¢s digna". Es el ¨²nico africano que est¨¢ en esta feria; viene con un nuevo libro suyo, En el desierto no hay atascos, que le ha publicado en Espa?a Sirpus y del que se llevan vendidos m¨¢s de 80.000 ejemplares.
Naci¨® en torno a 1975, un tuareg como sus 13 hermanos, hijo de padres n¨®madas; aquella lectura del libro de Saint-Exup¨¨ry le hizo a¨²n m¨¢s viajero; se fue a Francia en 1999, y all¨ª se sorprendi¨® de la abundancia que se gasta en un mundo en el que, como en sus pueblos movibles, no hay ni agua ni alimentos.
Su libro anterior, publicado tambi¨¦n por Sirpus, es su manifiesto a favor de la educaci¨®n en ?frica. Se titula Los ni?os del desierto y en ¨¦l cuenta su lucha para crear escuelas para los n¨®madas como ¨¦l. Para conseguir ese prop¨®sito han conseguido, ¨¦l y su hermano Ibrahim, el apoyo de la familia del piloto que escribi¨® El Principito, cuya sombra ben¨¦fica alienta desde al menos 20 a?os la ilusi¨®n de Moussa de aliviar el desierto en el que naci¨® de la miseria en la que ha vivido siempre.
No es un idealista, ni un demagogo. Es el ¨²nico africano en la feria del libro de Guadalajara. Va por estos pasillos con su traje azul de tuareg; especialmente amable y exquisito. Viene de un mundo "en el que mi padre cambia una cabra por un saco de arroz" y aqu¨ª, como en Francia, observa al hombre comprando y vendiendo, "saliendo de su ser". En el desierto, dice, "el hombre est¨¢ en relaci¨®n con el ser", y aqu¨ª el hombre est¨¢ en relaci¨®n "con las cosas materiales". En ese ir y venir en el que est¨¢ ahora (entre alg¨²n lugar de Mali, donde a veces tiene que buscar durante d¨ªas a su padre n¨®mada, y Francia) "busco el punto de equilibrio, y lo logro gracias al recuerdo que tengo de la vida sencilla en mi infancia".
Su padre le dec¨ªa "que lo que tenemos en las manos a lo mejor desaparece. Pero lo que tenemos en la mente y en el coraz¨®n no desaparecer¨¢ nunca". Leer sirve para conservar lo que nos dice la mente, "y en el caso de los africanos educarse sirve para trabajar mejor, para usar mejor los medios, y para no dejarse llevar por el victimismo". Los que tienen sed, hambre e ignorancia, "por m¨¢s que tengan medios para cultivar el campo, si no tienen educaci¨®n jam¨¢s podr¨¢n avanzar".
?l avanza aqu¨ª, en la feria, desprendiendo una paz ins¨®lita en este ajetreo. Cuenta que ya hay 100 ni?os aprendiendo en su nueva escuela, entre Tombuct¨² y Gao, en un pueblo que se llama Taboye; los padres de los ni?os son n¨®madas, y han puesto la escuela, en la que los ni?os est¨¢n internos, al lado de un r¨ªo, "al lado del agua". Dice Moussa que la escuela se nutre de sus derechos de autor y de la ayuda de la familia Saint-Exupery. Su lucha lleva ya trece a?os. "La escuela es la luz". A ella va a volver a Mali ahora, y va a volver a buscar a su padre. "Preguntar¨¦ d¨®nde est¨¢, nunca est¨¢ en el mismo sitio, pero seguramente estar¨¢ donde est¨¢ el agua, haciendo lo que hicieron siempre sus ancestros: cuidar a los camellos, a los corderos, a las cabras. Y buscando agua". Y luego a?ade:
-?l busca agua, y yo trato de dar a los ni?os otra agua. El agua es la vida. Eso es lo que se dice en el desierto.
Babelia
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