Miguel Hern¨¢ndez m¨¢s a la luz
Rehabilitado ya por la historia, Miguel Hern¨¢ndez debe vivir en este a?o de su centenario la reivindicaci¨®n m¨¢s justa y luminosa de su figura. El poeta autodidacto, el poeta con tres heridas: la de la vida, la de la muerte y la del amor, ha conseguido el reconocimiento a su martirio tras haber sido arrojado a una muerte que pudo haberse evitado por las autoridades franquistas, como muy bien prueba Eutimio Mart¨ªn en su biograf¨ªa publicada por Aguilar.
Pero una vez construida la leyenda y el mito de un autor singular y poco afortunado en vida, caben otros riesgos. Su obra, corta, pero memorable, desde, Perito en lunas a El rayo que no cesa, Labrador de m¨¢s aire o el Cancionero y romancero de ausencias, fue forjada entre reba?os, c¨¢rceles y frentes de guerra.
Alimentada por inspiraciones transparentes de sus lecturas entre m¨ªsticos, G¨®ngoras y contempor¨¢neos, alentada por verdaderos amigos como Ram¨®n Sij¨¦, Jos¨¦ Mar¨ªa de Cossio o Vicente Aleixandre y perdonada por otros poetas consagrados de la ¨¦poca que miraban al pastor con aspiraciones l¨ªricas por encima del hombro.
Sufri¨® desprecios y desgracias en vida, desde el hambre y la pobreza que tuvo que soportar por su condici¨®n humilde al ninguneo de su categor¨ªa por algunos que no quer¨ªan dejarle entrar en los c¨ªrculos. Fue por un tiempo fervoroso cristiano y en otro comprometido soldado republicano. Su vida transcurri¨® a mitad de camino entre muchos bandazos, como hijo de la luz y de la sombra.
Que la posteridad no le manche ni le humille ahora tampoco. Que la gesti¨®n de sus derechos por parte de los herederos y esa oscura marca que los gestiona a trav¨¦s de la Sociedad Centenario Miguel Hern¨¢ndez no den al traste por ceguera con la justa y necesaria celebraci¨®n de su obra. Que salga todo lo bueno a la luz y regatee por una vez las sombras. Sobre todo las de la explotaci¨®n avariciosa de su limpio legado.
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