M¨²sica de Paul Bowles para versos de Garc¨ªa Lorca
Un disco reivindica la faceta musical del autor de 'El cielo protector'
Dos particulares iconos presiden la exposici¨®n El mundo de los Bowles en la galer¨ªa Alfredo Vi?as de M¨¢laga . En una pared, el delicado retrato de Jane dibujado en enero pasado expresamente para la muestra por Miquel Barcel¨® en un papel artesanal de tama?o de un folio. En la pared de enfrente, la ampliaci¨®n de una instant¨¢nea ya hist¨®rica. En ella se ve a Emilio Sanz de Soto, Pepe Carleton, Truman Capote, Jane y Paul Bowles. Est¨¢n el jard¨ªn del hotel El Fajar de T¨¢nger un d¨ªa del verano de 1959. Carleton, que en la imagen lleva corbata, camisa blanqu¨ªsima y unos pantalones con la raya trazada con tiral¨ªneas, es el ¨²nico de los cinco que queda vivo.
Delante de la foto recuerda que la tom¨® un empleado del hotel. Tambi¨¦n recuerda a sus amigos: "Paul era algo m¨¢s serio, pero Truman y Jane no paraban de re¨ªr y de hacer re¨ªr". Carleton tiene ahora 94 a?os, el pelo completamente blanco y los ojos a¨²n m¨¢s claros que entonces. Viste todav¨ªa como un c¨®nsul honorario. Hijo de diplom¨¢ticos cuyas ra¨ªces no cuesta mucho cruzar con la de los Carlton brit¨¢nicos, naci¨® en T¨¢nger en los tiempos en los que tenis -el deporte chic del momento- se escrib¨ªa todav¨ªa con dos enes. "Bohemio, decorador y anarquista" seg¨²n su propio definici¨®n, cambi¨® de orilla hace 40 a?os y se trajo su bohemia y parte de sus amistades a Marbella cuando T¨¢nger perdi¨® su m¨ªtica condici¨®n de ciudad internacional.
Pepe Carleton est¨¢ en M¨¢laga para asistir al ciclo dedicado al matrimonio Bowles, una serie de coloquios, conciertos y proyecciones de cine organizados por el Instituto Municipal del Libro y coordinados por el poeta Rodolfo H?sler. En la propia galer¨ªa de Alfredo Vi?as y rodeada de tangerinos de pro como Rachel Muyal, de la librer¨ªa Des Colonnes, Ana H?sler, hermana de Rodolfo, habla de Paul Bowles y Espa?a (Columna M¨²sica ), el disco que presenta esta noche en el teatro Echegaray de M¨¢laga acompa?ada por el pianista Enique Bernaldo de Quir¨®s. En ¨¦l se recogen por primera vez juntas las canciones espa?olas y francesas del m¨²sico y escritor estadounidense que hubiera cumplido cien a?os en diciembre pr¨®ximo. Composiciones sobre letras de Federico Garc¨ªa Lorca y versos populares conviven en el disco con las que el mismo Bowles escribi¨® a partir de poemas de Jean Cocteau o George Linze. Sin olvidar una en la que ¨¦l firma tanto la m¨²sica como la letra, en franc¨¦s.
"Paul Bowles era un amante de la literatura, de ah¨ª la importancia que da a la voz cantada", explica la cantante. Formada con Teresa Berganza, H?sler recuerda que tuvo ocasi¨®n de interpretar las canciones lorquianas delante del propio Bowles en T¨¢nger en 1998, un a?o antes de la muerte del escritor: "Fue una de sus ¨²ltimas salidas de casa. Ya apenas se levantaba de la cama". Un gesto hacia la hija de su amigo, el pintor suizo Rudolf H?sler, que la hizo un famoso retrato reproducido ahora en el libreto del disco. Los dos hab¨ªan dejado la m¨²sica por otras expresiones. Uno por la pintura, el otro por la escritura.
Con la nueva grabaci¨®n se salda parte de la deuda espa?ola con un artista que fue m¨²sico antes que escritor, pero queda todav¨ªa mucha tela que contar. "De entrada, hacer una edici¨®n cr¨ªtica de las partituras para que el repertorio est¨¦ al alcance de cualquier inte¨¦rprete". Lo dice Bernaldo de Quir¨®s mientras recuerda los estudios de Bowles al lado de Aaron Copland en los a?os treinta y el estreno, en 1943 y dirigida por Leonard Berstein, de su obra l¨ªrica The wind remains, basada en As¨ª que pasen cinco a?os, del propio Lorca. In¨¦dita est¨¢ todav¨ªa su versi¨®n oper¨ªstica de otro monumento lorquiano, Yerma, estancada desde los a?os cincuenta por un problema de derechos. "Como m¨²sico", explica De Quir¨®s, "Bowles es igual de inclasificable y ecl¨¦ctico que como novelista. Tienes todas las influencias -del jazz al dodecafonismo- pero est¨¢ al margen que cualquier corriente. Ten¨ªa una s¨®lida formaci¨®n musical pero era muy intuitivo. Es cierto que dej¨® de componer para escribir, pero la m¨²sica fue siempre decisiva en su obra. De hecho, lleg¨® a Marruecos como etnomusic¨®logo y grab¨® decenas de cassettes con m¨²sica popular registrada en los pueblos".
Aunque cambiara el pentagrama por la p¨¢gina en blanco, Paul Bowles nunca olvid¨® su vocaci¨®n primera. En 27 de agosto de 1989 escribi¨® en el diario que llevaba ocasionalmente a prop¨®sito de la adaptaci¨®n al cine de El cielo protector, de cuya banda sonora se ocup¨® Richard Horowitz, que ayer toc¨® algunas composiciones en el homenaje a Jane Auer Bowles en el cementerio de San Miguel de M¨¢laga, donde est¨¢ enterrada: "Ahora Bertolucci piensa que yo deber¨ªa aparecer en algunas escenas de la pel¨ªcula. No comprendo por qu¨¦ exactamente y supongo que esto es un capricho que probablemente acabar¨¢ por desechar. Richard Horowitz est¨¢ muy atareada reuniendo material para la banda sonora; conf¨ªo en que no piense que la m¨²sica marroqu¨ª ha de ser un fondo sonoro satisfactorio para el Sahara argelino".
![De izquierda a derecha, Emilio Sanz de Soto, Carleton, Capote, y Jane y Paul Bowles](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/K5U6PBRKUIWRBANAVFGZYWX7ZE.jpg?auth=ab40ac517be3e56715303772a40e88382219ea7fb6dd42db0503566126cb7255&width=414)
![Miquel Barcel¨®, Jane Bowles, 2010, T¨¦cnica mixta sobre papel, 31,5 x 20,5 cm.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/IAQWCZEKTJ3QOHVXM3SM7ZEILI.jpg?auth=e74ca6efb7c2d935c48aec16dae00ed7ac42fe4f802b002fb96669c138ed0144&width=414)
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