La 'capilla sixtina' del jazz
El club neoyorquino Village Vanguard cumple 75 a?os en la brecha - Todos los grandes han tocado sobre sus tablas
La escena pudo tener lugar cualquier noche de cualquier a?o en el club de jazz m¨¢s famoso del mundo. En alg¨²n momento de la actuaci¨®n, un turista japon¨¦s de visita en Nueva York hace adem¨¢n de retratar al artista con su tel¨¦fono m¨®vil. De repente, surge de las sombras la figura de una dama entrada en a?os que le conmina a guardar "inmediatamente" el artefacto en el bolsillo: "Se?or m¨ªo, en este lugar est¨¢ prohibido hacer fotos desde hace 75 a?os".
Lorraine Gordon, actual propietaria del Village Vanguard , en el 178 de la 7? Avenida, es lo que podr¨ªa decirse una mujer de armas tomar. "La primera vez que toqu¨¦ ah¨ª", recuerda el trompetista Roy Hargrove, "estaba muerto de miedo por ella". A sus 90 a?os cumplidos, Lorraine sigue abriendo todos los d¨ªas a las tres de la tarde la cancela que conduce al s¨®tano escasamente iluminado que alberga la mayor cantidad de leyendas sobre jazz por metro cuadrado del mundo. Es la heredera de la empresa fundada por su difunto marido, Max Gordon, en 1935. "Su idea era crear un sitio al que acudir de noche", recuerda desde su mesa y punto de observaci¨®n en el club, "hab¨ªa j¨®venes escritores que recitaban sus poemas y luego la gente les tiraba monedas y con eso viv¨ªan, supongo, pero entonces el Village era el centro de la vida bohemia".
En tiempos de la Guerra Civil espa?ola, el club se convirti¨® en un foro a favor de la Rep¨²blica (el propio Max Gordon ten¨ªa varios amigos luchando en Espa?a). Su escenario se mantuvo abierto a quien tuviera algo que decir sin distinci¨®n de estilos, credos ni razas, hecho que llev¨® a que estuviera vigilado de cerca por el Comit¨¦ de Actividades Antiamericanas. En una primera hornada, pasaron por el mismo Pete Seeger and the Weavers, el cantante y distinguido miembro del PC americano Josh White, y The Revuers, con la actriz Judy Holiday (entonces Judy Tuvim) y un joven pianista llamado Leonard Bernstein. A diferencia de otros due?os de clubes, Gordon nunca dud¨® en contratar a los nuevos valores del jazz -Bill Evans, Charles Mingus, John Coltrane, Sonny Rollins...- que iban a convertir el lugar en su segunda casa (a veces, la primera). El 14 de septiembre de 1948 hizo su debut el pianista Thelonious Monk gracias a la recomendaci¨®n de Lorraine Gordon, entonces Lorraine Lion (por Alfred Lion, su primer marido, y m¨¢ximo responsable de la discogr¨¢fica Blue Note). La primera noche, el pianista toc¨® para s¨ª mismo: no hab¨ªa un solo cliente en la sala. "El resto de la semana no fue mucho mejor", recuerda Lorraine, "sin embargo, Max tuvo el coraje de volver a contratarle".
No todo ha sido jazz. Por el escenario del Vanguard han pasado Jack Kerouac, Lenny Bruce, Allen Ginsberg, Andy Warhol y Timothy Leary: "Eso s¨ª", recuerda Gordon, "esa noche tuvimos la precauci¨®n de cambiar el LSD por gelatina de jud¨ªas". Miles Davis estaba ensayando una tarde cuando Gordon le present¨® a una cantante de 19 a?os para una prueba. La respuesta del trompetista fue contundente: "No voy a tocar detr¨¢s de ninguna cantante". Finalmente, Barbra Streisand cant¨® en el Vanguard con un gran ¨¦xito... y sin Miles.
Cansado y enfermo, en 1989 Max Gordon pretendi¨® vender el club a un holding japon¨¦s. Su fallecimiento, el 11 de mayo de ese a?o, se?ala la ¨²nica noche en la reciente historia del club en que cerr¨® sus puertas. "La siguiente ya estaba de vuelta con mis hijas, Deborah y Rebecca, manteniendo las l¨ªneas esenciales de la casa: el mejor jazz del mundo y todo tipo de bebidas, excepto t¨¦ y caf¨¦".
La etiqueta "Live at the Village Vanguard" figura en la cabecera de m¨¢s de un centenar de discos esenciales en la historia del jazz. S¨®lo este mes se han publicado media docena y, entre ellos, al menos, dos obras maestras indiscutibles: Lost in a dream (ECM), a cargo del tr¨ªo del baterista Paul Motian; y Live at the Village Vanguard (ACT), protagonizado por el saxofonista Lee Konitz.
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