Muere Carlos Franqui, escritor, poeta y cr¨ªtico de arte cubano
El escritor y periodista cubano Carlos Franqui ha muerto hoy en Puerto Rico a los 89 a?os. Hab¨ªa nacido en 1921 en una zona rural del centro de la isla y dentro de una familia campesina de pocos recursos; era el intelectual disidente m¨¢s importante que a¨²n viv¨ªa y que estuvo ligado a la c¨²pula fundacional del movimiento revolucionario que llev¨® a Fidel Castro al poder en 1959. Para muchos observadores, Franqui siempre fue el m¨¢s inc¨®modo de los cr¨ªticos de Castro, siendo como era un conocedor profundo de la personalidad del dictador, su entorno y sus reacciones.
Siendo muy joven, Carlos Franqui logr¨® una beca especial cuando estudiaba en una escuela rural p¨²blica que le llev¨® a La Habana y a unirse a una c¨¦lula de luchadores sociales izquierdistas, y ya a los 20 a?os hac¨ªa tareas de organizaci¨®n entre los campesinos para el Partido Socialista Popular (PSP), en el que milit¨® brevemente hasta que lo abandon¨® en 1946 por discrepancias con los dirigentes hist¨®ricos de entonces, entre los que estaban el l¨ªder obrero Blas Roca y Carlos Rafael Rodr¨ªguez.
Franqui no volvi¨® a la militancia expresamente, pero se mantuvo en la lucha clandestina a la vez que se implicaba con grupos literarios y art¨ªsticos de la capital. En esos tiempos conoci¨® a Guillermo Cabrera Infante, con el que entabl¨® una s¨®lida y duradera amistad; tambi¨¦n se relacion¨® con el pintor Wilfredo Lam, que luego le introducir¨ªa en los c¨ªrculos art¨ªsticos europeos y especialmente en Par¨ªs.
En 1951 fund¨® junto al compositor Harold Gramatges la sociedad cultural Nuestro Tiempo, ligada al PSP. Detenido, torturado y perseguido por la represiva polic¨ªa de Batista, parti¨® al exilio y huy¨® a M¨¦xico, desde donde pas¨® a Tampa y luego a Miami. Su regreso clandestino a Cuba fue directamente para integrarse en la guerrilla de Sierra Maestra. Fue Franqui, y nunca Fidel se lo perdon¨®, el que descubri¨® el pastel del camelo que el comandante en jefe hab¨ªa preparado al periodista norteamericano Herbert L. Matthews haciendo desfilar ante el repetidamente a los mismos barbudos para fardar de tropa numerosa.
Desmont¨® mitos
Carlos Franqui fue una figura importante en el dibujo medi¨¢tico de la revoluci¨®n desde antes del triunfo de 1959, un imaginario que cal¨® hondo en las izquierdas de todo el orbe. En cierto sentido, tambi¨¦n fue el responsable de algunos mitos que luego, ya en la disidencia, analiz¨® y desmont¨® en sus propios libros.
Su abundante literatura abarc¨® la poes¨ªa, la cr¨ªtica de arte, los relatos y unas jugosas memorias: Cuba, la revoluci¨®n, mito o realidad (Pen¨ªnsula, 2006) que ten¨ªa un ir¨®nico subt¨ªtulo: Memorias de un fantasma socialista, donde pormenorizaba, entre otras, sus agrias pol¨¦micas con el Che Guevara, a quien desmitificaba con contundencia.
Para los intelectuales y artistas cubanos de varias generaciones Franqui era un mito, pues fue el hombre que hizo posible y llev¨® a Cuba el Sal¨®n de Mayo de Par¨ªs en 1967. En el Pabell¨®n Cuba de la calle 23 se expuso una explosiva y potente colecci¨®n de arte moderno que contraven¨ªa las ya muy fuertes directrices estalinistas que hablaban de arte revolucionario y comprometido, algo que a lo que Franqui se opon¨ªa f¨¦rreamente. El Sal¨®n de Mayo llev¨® a Cuba obras de Picasso, Max Ernst, Ricardo Matta, Monory, Masson, Calder y otros muchos artistas se?eros del siglo XX, y all¨ª hab¨ªa tambi¨¦n expuesta una importante muestra de arte cubano, con Camacho, Fernando Luis y Lam, entre otros. El revulsivo fue hist¨®rico y la pol¨¦mica estaba servida. La pl¨¢stica cubana nunca volvi¨® a ser la misma y el Sal¨®n de Mayo marc¨® al arte cubano contempor¨¢neo.
Exilio
Franqui se hab¨ªa instalado en Europa despu¨¦s de abandonar la direcci¨®n de diario Revoluci¨®n en 1963, publicaci¨®n que ya hab¨ªa dirigido en la clandestinidad antes de 1959 a la vez que la emisora Radio Rebelde. En el diario Revoluci¨®n fund¨®, junto a Guillermo Cabrera Infante, el suplemento cultural Lunes de Revoluci¨®n. Tras el Sal¨®n de Mayo, sali¨® de Cuba definitivamente y se instal¨® en Italia. Su producci¨®n literaria incluye t¨ªtulos como El libro de los Doce y Diario de la Revoluci¨®n Cubana, que tardaron en editarse en la isla y alrededor de los cuales Franqui reconoc¨ªa que nunca gustaron demasiado a Castro. Su ruptura con la Cuba oficialista se hizo patente y definitiva cuando firm¨® una carta en rechazo de la invasi¨®n sovi¨¦tica de Checoslovaquia.
Ya en el exilio, sus libros de arte se convirtieron en codiciadas piezas de coleccionista, al hacer colaboraciones con artistas como Antoni Tapi¨¨s, Alexander Calder y Joan Mir¨®, entre otros. Pero Franqui no tuvo un exilio f¨¢cil, ni dorado, ni tranquilo. Si bien el castrismo lo calific¨® de traidor y de hecho le persigui¨® en el extranjero con el sanbenito de agente de la CIA, parte del exilio nunca le acept¨® y le recordaban frecuentemente su papel activo el los albores de la revoluci¨®n castrista.
Ya en 1991, con una salud delicada, se traslad¨® de Europa a Puerto Rico, donde se manten¨ªa activo escribiendo. Viaj¨® varias veces a Espa?a a denunciar la represi¨®n en la isla y a presentar sus libros. Entre sus otros vol¨²menes est¨¢ el que dedic¨® al comandante Camilo Cienfuegos (Seix Barral, 2001), y donde sosten¨ªa la tesis de que hab¨ªa sido mandado asesinar por el propio Fidel Castro. Intuitivo, pasional, con un fondo l¨ªrico que afloraba en todos sus escritos, Franqui fue un eterno inconforme y una figura imprescindible de la cultura cubana del siglo XX.
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