Cr¨®nica de una juventud estrangulada por Mao Zedong
El dibujante Li Kunwu evoca en el ¨¢lbum 'Una vida en China' su adolescencia bajo el totalitarismo del Gran Timonel
No era m¨¢s que un beb¨¦ pero su padre se empe?¨®. Se asom¨® a la cuna y le pidi¨® que emitiera sus primeros balbuceos. Y no quer¨ªa o¨ªr "pap¨¢" ni "mam¨¢". "Para empezar, di: presidente Mao". El peque?o, claro, no hizo m¨¢s que repetir "Ma-ma" y "Pa-pa". Pero a su progenitor no le hizo ninguna gracia que su reto?o no supiera articular el nombre del insigne l¨ªder comunista y mont¨® en c¨®lera. "?No te pido que digas papa, sino presidente Mao, idiota!", le espet¨®. La violencia de su reacci¨®n da una idea del sometimiento del pueblo Chino bajo la dictadura del Gran Timonel.
Aquel beb¨¦ se convertir¨ªa con los a?os en el dibujante de c¨®mics Li Kunwu (Yunnan, China, 1955), que ahora recuerda su infancia y adolescencia bajo el r¨¦gimen comunista en el ¨¢lbum Una vida en China (Astiberri), firmado junto al guionista P. ?ti¨¦ y que acaba de llegar a las librer¨ªas. Son p¨¢ginas autobiogr¨¢ficas que comienzan cuando su padre, un oficial del partido comunista, y su madre, una obrera no cualificada, salen desde su provincia natal de Yunnan e inician un peregrinaje a lo largo y ancho de China. A trav¨¦s de sus andanzas muestra un pa¨ªs que asiste al triunfo de la Revoluci¨®n comunista dirigida por Mao Zedong, y a la draconiana aplicaci¨®n del programa socioecon¨®mico del Gran Salto Adelante y de la Revoluci¨®n Cultural.
Sin ¨¢nimo de reivindicar ninguna ideolog¨ªa, Li, ex dibujante de propaganda para la Rep¨²blica Popular China y con una trayectoria de 30 a?os en el noveno arte, describe de primera mano los trastornos que sufri¨® la poblaci¨®n del pa¨ªs m¨¢s populoso del mundo. A trav¨¦s de su relato, compuesto por m¨¢s de 200 p¨¢ginas de trazos expresionistas en blanco y negro, Li recuerda c¨®mo siendo un ni?o creci¨® en la adoraci¨®n al l¨ªder comunista, convertido por la propaganda oficial en casi un ser semidivino. Las sentencias de su Libro rojo eran repetidas y memorizadas obsesivamente. Los ni?os eran adoctrinados en el parvulario: "El pensamiento de Mao Zedong es la alegr¨ªa de la revoluci¨®n/ el que se opone a ¨¦l, ¨¦se es nuestro enemigo!", repet¨ªan los alumnos al un¨ªsono. Mientras, se creaban las grandes comunidades populares, piedra angular del movimiento del Gran salto adelante.
Los estragos del Gran salto adelante
En su carrera para rivalizar con Occidente, el Partido Comunista chino inici¨® una fren¨¦tica producci¨®n de acero para superar a la de Reino Unido y alcanzar al gran rival capitalista, Estados Unidos, seg¨²n describe Li en las p¨¢ginas de su obra. En el empe?o de proclamar la supremac¨ªa nacional, el pa¨ªs parec¨ªa convertirse en unos "grandes altos hornos", a costa de imponer las colectivizaciones, deforestar el territorio y devastar la fertilidad del suelo chino.
De manera que el joven Kunwu asisti¨®, tambi¨¦n, a la salvaje hambruna que dur¨® de 1959 a 1961. En medio de escenas de horror en la lucha por la supervivencia, el narrador recuerda c¨®mo uno de sus t¨ªos muere tras recibir una cornada de una vaca a la que intentaba robarla el forraje, o c¨®mo otro t¨ªo, totalmente desesperado, intenta comer tierra. "Los historiadores", recuerda el narrador, "no se ponen de acuerdo sobre las cifras de muertos, ?5, 8 o 10 millones?". Perecieron esas mismas masas a las que Mao llam¨® "los h¨¦roes de la Revoluci¨®n". El recorrido de Li contin¨²a, con pulso notarial pero sin caer en el tremendismo, hasta 1976, cuando el relato se cierra con la muerte del implacable Gran Timonel.
Babelia
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