Corte de mangas a Hollywood
Hellman ataca en 'Road to nowhere' el metacine con el rodaje de una pel¨ªcula que en realidad resulta ser un rodaje sobre un rodaje
Monte Hellman se ha disfrazado hoy de Robert Altman en el primer pase para la prensa en la Mostra de Venecia de Road to nowhere, su primera pel¨ªcula desde 2006 y una de esas obras que le sacan la lengua a Hollywood (otros ver¨¢n m¨¢s un corte de mangas, cuesti¨®n de opiniones) y se sacuden los complejos como un perro al salir del agua. Hellman ataca en Road to nowhere aquello tan socorrido del metacine, con el rodaje de una pel¨ªcula que en realidad resulta ser un rodaje sobre un rodaje. Parece dif¨ªcil trag¨¢rselo con palabras, pero en pantalla el montante final es un producto fresco, divertido, con un punto ir¨®nico y media docena de personajes que entran y salen de sus roles, como si todo el asunto no fuera m¨¢s que un rompecabezas sin troquelar al que el espectador debe ponerle ranuras. Eso s¨ª, puede pon¨¦rselas donde le de la real gana.
As¨ª, sin insultar la mirada del observador le sale a Hellman un filme a contrapi¨¦, m¨¢s setentero que moderno, m¨¢s inteligente que listo, donde sobresale el talento de Shannyn Sossamon, aquella belleza hawaiana que se present¨® un d¨ªa en Hollywood dispuesta a com¨¦rselo todo hasta que Hollywood se la comi¨® a ella. El director la rescata y la pone a encabezar un reparto de imposibles, acompa?ando a otra ni?a prodigio, Dominique Swan, convertida ahora en mujer-prodigio y a Tygh Runyan, un actor canadiense de medio pelo que luce aqu¨ª como todo un pura sangre. Runyan juega a realizador atormentado enamorado de su musa mientras el gui¨®n de Steve Gaydos se empe?a en zarandearle como a una farola en medio de un hurac¨¢n. Con eso y tres patadas se planta Hellman en el meollo del cine: dos horas de idas y venidas, entradas y salidas, con gui?os a ambos lados de la c¨¢mara. Unos lo llamar¨¢n cine independiente y otros otras cosas. Por si acaso vale la pena aclarar que este se?or Hellman produj¨® en 1992 una pel¨ªcula que llevaba por t¨ªtulo Reservoir dogs, as¨ª que -digan lo que digan algunos- el talento no le ha llamado a filas en forma de epifan¨ªa: y es que el que tuvo retuvo.
Uno que no tiene (pero esperemos que tenga) es La soledad de los n¨²meros primos, la adaptaci¨®n del best seller de Paolo Giordano que utiliza la excusa matem¨¢tica para contra una historia de amor de esas que no caminan rectas ni con un palo. Lamentablemente las curvas no le sientan bien al adaptador del libro, un tal Saverio Costanzo, al que el proyecto le viene m¨¢s bien grande. Isabella Rossellini hace lo que puede y los otros le ponen ganas, pero ni por esas. Al final, otra pel¨ªcula italiana que se despe?a en competici¨®n y otro harakiri local. Y es que el cine italiano no est¨¢ estos d¨ªas para muchas celebraciones. La historia de Alice y Mattia, protagonistas del filme de Costanzo, casi parece la relaci¨®n que estos d¨ªas tienen con la Mostra los periodistas acreditados: no se encuentran ni a tiros. De hecho la frase m¨¢s repetida de estos dos ¨²ltimos d¨ªas ha sido "el a?o que viene me voy a Toronto". Muy posiblemente en 2011 los canadienses sufran un overbooking de narices porque la situaci¨®n en Venecia se volver¨¢ ca¨®tica (m¨¢s ca¨®tica, si es que eso es posible) cuando se cierre el hotel Excelsior, el ¨²nico punto m¨ªnimamente decente en el que los periodistas pueden trabajar con garant¨ªas. Si adem¨¢s Marco M¨¹ller abandona la direcci¨®n del festival y el Gobierno sigue empe?ado en ignorar el certamen el panorama podr¨ªa compararse a uno de esos cuadros en las postrimer¨ªas de la carrera del genial Mark Rothko: negro sobre negro.
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