Joaquin Phoenix se merienda la Mostra
El documental de Casey Afleck sobre Joaquin Phoenix apabulla en la Mostra
Muchas bocas abiertas y otras tantas miradas perdidas han subrayado la proyecci¨®n oficial del documental I'm still here, el trabajo de Casey Afleck sobre el ex-actor (aunque sobre eso de "ex" habr¨ªa mucho que discutir) Joaquin Phoenix. El protagonista de cintas como Gladiador, La noche es nuestra, En la cuerda floja o, m¨¢s recientemente, Two lovers decidi¨® hace m¨¢s de un a?o dejar la actuaci¨®n para perseguir una supuesta vocaci¨®n musical: Phoenix quer¨ªa ser rapero y pensaba poner toda la carne en el asador para conseguirlo.
Su cu?ado Casey Affleck (¨¦ste sale con la hermana de Phoenix, Summer) le pidi¨® permiso para rodar un documental sobre el giro en cuesti¨®n y el actor acept¨® sin m¨¢s e incluso accedi¨® a una cobertura "sin l¨ªmites" del proceso que llevar¨ªa a Joaquin Phoenix, el actor, a J.P., el rapero... o algo parecido.
Lo que deb¨ªa ser una pieza sobre los misteriosos caminos que rigen la vida de alguien que un d¨ªa decide dejar de ser quien es porque quiere ser alguna otra persona, se convierte en realidad en un autorretrato de la destrucci¨®n, una dur¨ªsima introspecci¨®n a terceros donde el actor se desintegra delante del objetivo.
Desde ese punto de vista I'm still here pasa por ser lo m¨¢s potente que se ha visto hasta ahora en la Mostra, la autopsia de alguien que vive encajado en un puzzle donde siempre faltan piezas y que es incapaz de reconocer que viaja en ca¨ªda libre, aunque el suelo est¨¦ cada vez m¨¢s cerca.
Sin embargo y ah¨ª radica la paradoja, no son pocos los que creen que en realidad el documental es una parodia, un proyecto de dos mentes con un punto s¨¢dico (Phoenix y Affleck) que persigue crear pol¨¦mica con una retorcida y perversa f¨¢bula moral, donde el bueno es el malo y viceversa.
Lo mejor de todo es que sea verdad o mentira I'm still here tiene tal potencia visual y retrata tan despiadadamente aquello tan publicitado del "descenso a los infiernos" que uno no puede por menos que asumir que, si todo es un bulo, Joaquin Phoenix es el mejor actor de nuestros tiempos. As¨ª, en may¨²sculas.
El sacrificio de dejarse filmar mientras cae a plomo en el pozo de la miseria y repetir la toma las veces que haga falta revela a un tipo sin miedo, que seguramente coquetea con la locura en su d¨ªa a d¨ªa hasta el punto de haber intimado con ella en los ¨²ltimos tiempos. Algunas risas han acompa?ado la proyecci¨®n, la mayor¨ªa de ellas incomprensibles ya que no existe ni un solo instante en que uno pueda carcajearse de nada: si Phoenix estaba actuando el Oscar ya tiene due?o (y nadie osar¨ªa levantar la voz); si no lo hac¨ªa es que est¨¢ completamente chiflado y necesita urgentemente atenci¨®n m¨¦dica. En ninguno de los dos casos hay motivo para sonre¨ªr, a menos que ver a un hombre partirse por la mitad nos parezca gracioso (pat¨¦tico parecer¨ªa un adjetivo m¨¢s justo). En cualquier caso el documental se ha proyectado fuera de concurso, una bendici¨®n para los dem¨¢s cineastas a competici¨®n. Al menos as¨ª podr¨¢n seguir teniendo esperanzas de ganar algo.
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