Una Mostra con pies de barro
El certamen se tambalea por culpa de la crisis, el agotamiento del modelo y la feroz competencia de Toronto
Esto se acaba. Podr¨ªa aplicarse la frase a esta edici¨®n del festival o, si nos ponemos duros, al propio festival. El modelo de Marco M¨¹ller parece agotado, agarrotado por el esfuerzo que supone dirigir un certamen tan grande con unas infraestructuras tan deficitarias y un presupuesto cada vez m¨¢s menguado. A ello se une el cuento del nuevo Palazzo del Cinema, una construcci¨®n que parec¨ªa el Santo Grial de la Mostra y que sigue haciendo subir la marea cada vez que se menciona el asunto: lo ¨²ltimo fue el intercambio de mensajitos entre Vincenzo Spacianti, encargado del proyecto, y Paolo Baratta, presidente de la Biennale, a cuenta de la reducci¨®n de la partida financiera, que conseguir¨ªa -de llevarse a cabo- dejar obsoleta la joya del festival incluso antes de su inauguraci¨®n, prevista para 2012. No hab¨ªa acuerdo siquiera sobre si se pod¨ªa reducir el aforo de la sala principal del edificio, que en principio se hab¨ªa proyectado como un espacio que acoger¨ªa a m¨¢s de dos mil personas.
Todo ello ha cimentado una pol¨¦mica que se ha unido a la desorganizaci¨®n del festival, con m¨²ltiples retrasos en pases y ruedas de prensa, pel¨ªculas solapadas, problemas en las proyecciones de algunas secciones paralelas, colas que se bifurcaban, un servicio de seguridad poco seguro y la ausencia de las majors estadounidenses. Esto ¨²ltimo, que deber¨ªa ser un problema colateral pero que es la madre del cordero de todos los cert¨¢menes de categor¨ªa A, ha hecho huir del evento (a las primeras de cambio) a un buen n¨²mero de medios de comunicaci¨®n mientras que otros ni siquiera han acudido. La ausencia de estrellas es un problema menor para los cr¨ªticos, centrados en la secci¨®n oficial; sin embargo, es el hombre del saco para los periodistas a la caza de entrevistas, aquellos que frecuentan Cannes, Berl¨ªn y Toronto (este ¨²ltimo creciendo a pasos agigantados y aposentado ya como el gran mercado cinematogr¨¢fico del continente americano) y que ven como el festival no ofrece nombres propios. Hollywood sigue vendiendo su producto a precio de oro y un festival sin ¨¦l -por muy injusto que esto sea- es menos festival.
Hoy ha remachado el festival (a falta del filme clausura, La tempestad, de Julie Taymor) una pel¨ªcula de color canadiense y pretensiones internacionales: Barney's version. De buenas a primeras parecer¨ªa que una pel¨ªcula con Paul Giamatti, Dustin Hoffman, Rosamund Pike y Minnie Driver en el reparto es una apuesta segura... pero no, en realidad es todo un farol. La pel¨ªcula se despereza durante dos largu¨ªsimas horas aunque nunca llega a despertarse, y a eso a pesar de los esfuerzos de un inmenso Giamatti, un tipo capaz de cabalgar cualquier proyecto, por ind¨®mito que sea. Obviamente, el bostezo acaba llegando y es de esos capaces de desencajar la mand¨ªbula.
La historia de Barney, basada en el c¨®mic de Mordecai Richler, todo un cl¨¢sico en Canad¨¢, quiz¨¢s ten¨ªa inter¨¦s en papel impreso, pero en pantalla resulta ser un paneg¨ªrico incomestible, un drama con brotes verdes y gui¨®n de lija que rasca pero no emociona. El cuento del tipo perpetuamente divorciado y m¨¢s amargo que la cerveza ya lo hemos visto, y eso de tratar a toda costa que el espectador adore al protagonista puede acabar siendo contraproducente. As¨ª que el filme de Richard J. Lewis no funciona, ni al principio, ni al final. Quiz¨¢s el problema sea lo artificial de sus di¨¢logos, recitados m¨¢s que interpretados, y -sobretodo- lo obvio de sus chistes, unos gags que parecen comprados a peso y metidos en el filme con un arado. Al final ni empat¨ªa ni leches, que se le va a hacer.
A un d¨ªa para el final del festival no parece que haya claros favoritos, y de hecho ni la prensa italiana se atreve a vaticinar premios. El Corriere se deleita con la presencia en el certamen de Tilda Swinton y la mala cara de Tarantino cuando una periodista le pregunt¨® en directo y en la alfombra roja por su padre (que le abandon¨® de ni?o) y La Repubblica se pregunta por la ausencia en Venecia de Pier Silvio Berlusconi, vicepresidente del Grupo Fininvest. El hermano del presidente del consiglio deb¨ªa presentarse all¨ª para apoyar a La soledad de los n¨²meros primos, la pel¨ªcula de Saverio Costanzo, pero finalmente cancel¨® todos sus compromisos y se qued¨® en casita. El a?o pasado le silbaron de mala manera en la alfombra roja... igual ser¨¢ por eso que no se le espera.
Los que si tienen favoritos son los cr¨ªticos italianos y para ellos la chilena Post Mortem de Pablo Larrain, 13 assassins de Takashi Miike, Detective Dee de Tsui hark, el filme italiano La passione de Carlo Mazzacurati, y The ditch, furioso filme chino sobre los campos de concentraci¨®n de aquel pa¨ªs en los a?os sesenta pasan por ser los favoritos para el Le¨®n de Oro. Sin filtraciones del jurado a la vista parece que no va a quedar m¨¢s remedio que esperar a ma?ana a las siete de la tarde. Por cierto, no faltan los que dicen que a Alex de la Iglesia y a su Balada triste de trompeta le puede caer uno de los premios especiales del jurado. Veremos.
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