La creaci¨®n y el veneno de los compromisos
Cuarta entrega del Debate cultural latinoamericano con Juan Villoro, Laura Restrepo, Pablo Casacuberta, Guillermo Arriaga y Lucrecia Martel. Hoy sobre las tentaciones de los compromisos de los escritores y los artistas
![Calle Jaleo y Mayte Bajo en una actuaci¨®n en la explanada de la Expo de Guadalajara, dentro de las actividades de la FIL. (Foto de Guillermo G¨¢lvez, corted¨ªa de la FIL)](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/GPVFLSZZTIAEVC75SJSFIRS4BQ.jpg?auth=5265a2a66efff75b2aba83d2836fbff47db7e7769ccdc0cd10886ec5b25ab25b&width=414)
"Nuestro compromiso como creadores es con la obra, no con la pol¨ªtica; otra cosa es que a veces dichas obras tengan una repercusi¨®n pol¨ªtica", asegura el escritor y cineasta mexicano Guillermo Arriaga. "Cada movimiento nuestro es a favor de la felicidad o infelicidad de los otros", advierte la directora de cine argentina Lucrecia Martel. "No podemos asumir nunca la experiencia integral del otro, ni la podemos sustituir", reconoce el escritor mexicano Juan Villoro. "La tradici¨®n intelectual latinoamericana tiene una dificultad y un rechazo al an¨¢lisis de la mejoras marginales", afirma el escritor y artista uruguayo Pablo Casacuberta. "Ahora nos enfrentamos no a un p¨²blico, sino a clases de p¨²blico. Ha cambiado esa actitud pasiva de que la cultura se recibe y la aprendemos", dice la narradora colombiana laura Restrepo.
Son las cinco voces de los cinco creadores que intervienen en la cuarta, y pen¨²ltima, entrega del Debate cultural latinoamericano convocado por Babelia con motivo del Bicentenario de las independencias de las rep¨²blicas latinoamericanas. Un encuentro realizado el oto?o pasada en Casa de Am¨¦rica, en Madrid, cuando empezaban las conmemoraciones del Bicentenario. Hasta ahora, los cinco creadores han abordado el tema de la lucha contra los t¨®picos, las trampas de la b¨²squeda de la identidad latinoamericana y la manera equivocada como el resto del mundo tiende a ver a los 19 pa¨ªses hispanohablantes como naciones uniformes, olvidando su diversidad. Hoy el encuentro deriva hacia el compromiso o compromisos del creador ante la pol¨ªtica y la sociedad y la evoluci¨®n de la cultura.
?Compromiso con la obra o con la pol¨ªtica y la sociedad?
Winston Manrique Sabogal. ?Cu¨¢les y c¨®mo son las fronteras de un artista frente a su obra y su compromiso con la sociedad y la pol¨ªtica?
GUILLERMO ARRIAGA. Quiero retomar lo que dice Lucrecia, sobre si vale la pena como creador tener un compromiso pol¨ªtico, o si por el contrario el arte de crear en s¨ª es un compromiso pol¨ªtico. A lo que temo es a las visiones patriarcales de que un artistas sienta que como otros no pueden hablar o expresar sus problemas, ¨¦ste se atribuya ese derecho a servir de interlocutor, sin verdaderamente tener una conexi¨®n profunda con lo que est¨¢ haciendo.
Entones, ?cu¨¢l puede ser nuestro compromiso como creadores? Yo insisto en que nuestro compromiso como creadores es con la obra, con las historias que contamos. En algunas ocasiones esas obras pueden tener repercusiones pol¨ªticas. Yo siento que el arte es completamente incapaz de dar respuestas, pero s¨ª tiene una capacidad de generar preguntas, y si el arte genera preguntas, a la larga puede generar respuestas en la sociedad.
Esta discusi¨®n siempre ha estado. La de los intelectuales al servicio del Estado, de los grupos derechas o de izquierdas y que tiene que articular su discurso. Garc¨ªa M¨¢rquez, por ejemplo, en ese sentido fue muy claro, mi posici¨®n de izquierda en la vida es una, mi posici¨®n como creador es otra. Porque insisto en que no hay voluntad en el arte. No hay voluntad de: Voy a hacer una denuncia pol¨ªtica, porque a lo mejor puede quedar como algo pretencioso.
LUCRECIA MARTEL. Pero la vida de cada uno es una lectura de nuestro tiempo. Nos movemos en el terreno de la felicidad o infelicidad de los otros. Cada movimiento nuestro es a favor de la felicidad o infelicidad de los otros. Si uno hace una obra que tiene el raro car¨¢cter de ser p¨²blica es que algo quiere compartir con los dem¨¢s y lo dem¨¢s resultan ser los que pueden acceder a la obra. La ci¨¦naga, por ejemplo, solamente la pudieron ver las personas que compraron la entrada. Y las personas que pueden comprar la entrada son una parte ¨ªnfima de la sociedad. Yo creo que estamos en una l¨®gica que es una articulaci¨®n del mercado, de la producci¨®n , pero la sociedad es m¨¢s compleja y el rol que nos toca cumplir es mucho m¨¢s complejo tambi¨¦n. Ojal¨¢ encuentre una forma posible de articular todo esto, pero creo que como se est¨¢n dando las cosas todav¨ªa no se hace lo suficiente.
JUAN VILLORO. No la vas a encontrar, y eso me parece muy bonito. Me parece muy interesante lo que dices Lucrecia. El movimiento que tu haces de decir: esto no es suficiente y entonces te planteas desde una irritaci¨®n o impotencia, desde una imposibilidad de incluir al otro, que son los que no pueden entrar ni en el tema ni en el consumo de la pel¨ªcula, ese es un desaf¨ªo, pero desde esa impotencia, irritaci¨®n o insatisfacci¨®n surge tu siguiente pel¨ªcula. Sin embargo, pregunto: ?C¨®mo podemos nosotros dar cuenta de lo que sufri¨® alguien en el Holocausto, en el ultimo momento ya final y la muerte? No podemos asumir nunca la experiencia integral del otro, no podemos sustituir la experiencia integral del otro, porque evidentemente no vamos a correr su suerte para morir. O no vamos a ser nosotros los descastados de Am¨¦rica Latina que no tienen acceso a la cultura, pero reconocer esa irritaci¨®n, esa impotencia, escribir desde esa dificultad creo que es lo que puedes hacer con un tipo de literatura, de cine, de arte que incorpore por alusi¨®n, por angustia, por desesperaci¨®n eso que no se puede decir; no creo que no haya un camino m¨¢s all¨¢. Por eso te digo que afortunadamente no se puede dar ese paso m¨¢s.
L. MARTEL. Pero todo esto yo no lo digo desde la frustraci¨®n o el dolor .... creo que existe una felicidad mayor.
PABLO CASACUBERTA. En lo que ustedes dicen veo yo dos cosas interesantes. Una, que la tradici¨®n intelectual latinoamericana tiene una dificultad y un rechazo al an¨¢lisis de las mejoras marginales. Nos gusta jugar el todo, poner todas las fichas encima de la mesa y ver qu¨¦ sali¨®. Es decir, nos cuesta el an¨¢lisis de las mejoras marginales. Una mejora es, por ejemplo, saber que la exclusi¨®n en Brasil ha disminuido desde hace diez a?os hasta hoy; en Uruguay y en la India tambi¨¦n. El otro aspecto se relaciona con la integridad del individuo. Cuando Lucrecia nos contaba la an¨¦cdota de la joven de 16 a?os, lo que pens¨¦ fue que gracias a una obra art¨ªstica esa persona multiplic¨® su sentido de lo cotidiano. La sensaci¨®n que a veces tengo es que hay una subestimaci¨®n de la medida en que la cultura provee esas mejoras marginales. A veces pensamos en los problemas estructurales mayores y no apreciamos esos peque?os cambios. Entonces, cuando dec¨ªs, que una de las consecuencias de La ci¨¦naga es que gener¨® una serie de estudios, pero marginales, a m¨ª me parece genial, aunque haya sido marginal.
LAURA RESTREPO. Otro aspecto que se puede considerar como una mejora marginal es que quienes hacemos arte o literatura ya no nos enfrentamos a un p¨²blico, sino a clases de p¨²blico. En la actualidad todo el que toma clases de literatura es porque esta escribiendo, en eso hay un cambio. Ha cambiado esa actitud pasiva de que la cultura solamente se recibe. Yo percibo esto por todos lados.
P. CASACUBERTA. Recuerdo dos cosas sorprendentes que han sucedido en Colombia. Una, cuando empezaron a recogerse de manera literaria los testimonio de los desplazados por la violencia y la cantidad incre¨ªble de textos que esto gener¨®; y la otra, un concurso que se hizo de libros escritos por ni?os para el cual se presentaron varios miles.
L. RESTREPO. En ese concurso Tomas Eloy Mart¨ªnez y yo fuimos los jurados. Se trataba de un concurso de novela infantil. Se presentaron 500 trabajos, muchos estaban escritos con p¨¦sima ortograf¨ªa, pero eran las historias de ese pa¨ªs secreto que de pronto parec¨ªa entender que en el lenguaje, en la literatura, hab¨ªa una forma de ganar identidad. Esa iniciativa tambi¨¦n ha hecho que la gente ya no sea tan pasiva frente a la cultura, sino que la entienda como un veh¨ªculo
G. ARRIAGA. Yo creo que la obra siempre tiene misterios y uno nunca sabe qu¨¦ repercusiones pueda tener, incluso pol¨ªticas. Yo tengo unos amigos, los Estrada, campesinos analfabetos, muy pobres, pero somos amigos y compadres. Una vez escrib¨ª una pel¨ªcula que quiso homenajear a uno de ellos, a Melqu¨ªades Estrada, pues por razones del neoliberalismo hab¨ªan sido expulsados de sus tierras, dejaron de vivir en M¨¦xico, se fueron. Yo lo que hice fue contar el valor de la amistad que para m¨ª tiene mi amigo Melqu¨ªades Estrada y que se tuvo que ir y le imagin¨¦ una muerte. El compromiso era contar esa historia; y las repercusiones pol¨ªticas que esa obra tuvo rebasaron lo que yo cre¨ª. Algo similar ocurri¨® con Amores Perros. Recuerdo que la mostraron a todo el Ej¨¦rcito Zapatista para hacer una reflexi¨®n sobre lo que significaba ser guerrillero y las consecuencias que esto tiene. Entonces, yo creo que nunca podemos conocer bien los misterios que puede tener nuestra propia obra. Por eso siento que el compromiso tiene que ser con la obra misma y creer que lo que estamos contando puede tener una capacidad de reverberaci¨®n en la sociedad.
W. MANRIQUE SABOGAL. Pero en Am¨¦rica Latina siempre se les ha exigido a los creadores una mayor participaci¨®n real con lo que est¨¢n contando. Ya ha pasado el momento en el cual los voceros eran los intelectuales, ?quiere decir que se ha avanzado respecto a lo que se esperaba de los creadores en la regi¨®n?
J. VILLORO. Hemos hablado de los caudillos. Una de las paradojas del caudillo cultural latinoamericano es que requiere de un trasfondo de ignorancia para poder predicar como una persona que trae la diferencia a trav¨¦s de la cultura. S¨®lo en un pa¨ªs con muy poco lectores los escritores son candidatos a la presidencia, esto es una paradoja en una sociedad del atraso. En el siglo XIX hubo muchos casos de escritores que eran indistintamente diputados, gobernadores, novelistas. Eso ha cambiado y me parece sano. Sin embargo, lo que estaba planteando Lucrecia tiene que ver con un compromiso hacia la propia obra, y a m¨ª me parece muy importante. En lo personal me parece irrenunciable, es decir no escribir un libro como primer paso de campa?a para ser diputado sino incorporar esta reflexi¨®n a lo que estamos tratando de decir nosotros, mas all¨¢ de la postura que como ciudadanos tengamos o de que militemos en un partido o en una ONG.
P. CASACUBERTA. Hay algo muy caracter¨ªstico de los artistas y los escritores, y es una tendencia a la apreciaci¨®n m¨¢s intensa de los casos particulares, que de los patrones generales; me parece que est¨¢ bien, que es razonable. Sin embargo, en general yo soy muy poco entusiasta de la idea de que estamos peor. Me parece que es una idea francesa, no est¨¢ sustentada en el contacto con datos generales. De otro modo, no ves esa historia como una sucesi¨®n de historias marginales y ahora los chiquilines tienen acceso a la penicilina. La vida de los uruguayos es el doble de larga que en 1910. Y yo aprecio la vida.
L. MARTEL. ?Se podr¨ªa decir que la educaci¨®n p¨²blica tambi¨¦n ha mejorado?
P. CASACUBERTA. Tiene luces y sombras. Si la educaci¨®n p¨²blica se deteriora hay una cantidad de cuestiones .
J. VILLORO. Otro cambio marginal con las democracias es que son imperfectas, son aburridas, son malas.
P. CASACUBERTA. Las definiciones en trazos generales tienen a veces demasiado presente los casos particulares. Cuando le¨ª Arte de amar, de Publio Ovidio, me impact¨® mucho. All¨ª se dec¨ªa: "Es el acabose, la juventud ha perdido todos sus valores , las chicas solo se preocupan por sus cosm¨¦ticos, por salir a sus balcones para que los j¨®venes las pasen a buscar". Cuando le¨ª eso me vinieron dos sensaciones: O siempre ha sido el acabose o no hay acabose. En general, mi sensaci¨®n es que hace 600 a?os todos nosotros habr¨ªamos sido esclavos. Entonces trato de pensar que lo que me hace hoy en d¨ªa estar sentado aqu¨ª en el Palacio de Linares al lado de ustedes es una sucesi¨®n de mejoras marginales.
L. MARTEL. Pero vuelvo y te digo, para que vos est¨¦s mejor hoy ?sabes cu¨¢nta sangre ha corrido? ?las revoluciones que han sucedido?
P. CASACUBERTA. Tambi¨¦n ha sido la extensi¨®n de la cultura . Tambi¨¦n estoy ac¨¢ por una cantidad de hechos no sangrientos
L. MARTEL. Lo que creo es que hay una articulaci¨®n del mercado con la cultura y la relaci¨®n de nosotros ah¨ª con otras realidades de los lugares donde vivimos que necesitan ser repensadas todo el tiempo... El trabajo nuestro es eso, no estar tranquilos.
J. VILLORO. Espero que no encuentres el punto de llegada . Porque es justamente eso, no perder el motor de la intranquilidad.
Ma?ana, quinta y ¨²ltima entrega: El atajo de Internet para acabar con la incomunicaci¨®n.
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