103 velas junto a Oscar Niemeyer
Avil¨¦s inaugura el edificio del arquitecto brasile?o en su cumplea?os
Primero desafi¨® al espacio y le declar¨® la guerra a la l¨ªnea recta, ese invento con el que sus colegas llevaban siglos levantando construcciones para aguantar el peso del cielo sobre la tierra. ?l nunca crey¨® en esa forma, menos todav¨ªa en el reino de los cielos. La curva, la de la monta?a, la de las olas de su Copacabana, la de la mujer, esa fue su particular conquista de la libertad. Pero luego, qui¨¦n sabe si aburrido ya de esa batalla, Oscar Ribeiro de Almeida Niemeyer Soares se enfrent¨® al tiempo y, con uno de sus ya contad¨ªsimos Davidoff entre los dedos, decidi¨® ayer cumplir 103 a?os . En un d¨ªa tan se?alado, el Centro Niemeyer, la primera obra del arquitecto que se erige en Espa?a, qued¨® inaugurado en Avil¨¦s.
Hubo un tiempo en el que Niemeyer se ocup¨® de dise?ar el futuro, un lugar donde las enroscadas construcciones parec¨ªan platillos volantes y el hormig¨®n blanco reflejaba una luz como del espacio. Pero el milagro hoy, arcanos de la naturaleza, es que el arquitecto brasile?o ha sobrevivido a su propia prospecci¨®n. Ese advenimiento, el suyo y el de sus ideas, le ha alcanzado pensando en su estudio de Copacabana, en el 3940 de la avenida Atl¨¢ntica, donde ayer pas¨® la tarde, como las ¨²ltimas 100 o 200, mirando al mar y a la tormenta y despachando con sus amigos y colegas sobre los proyectos e ideas que todav¨ªa pone en marcha.
Entonces, ?era este el futuro que imagin¨® un d¨ªa? "Bueno, yo soy una persona muy simple. Me gusta estar con la gente que quiero, hablar, trabajar... supongo que deb¨ªa de ser as¨ª", musita sentado en un sill¨®n de piel de su estudio que recoge todo su menudo cuerpo. De repente, cuando parece que estaba dormido o despistado, Niemeyer se yergue un poco en el respaldo, recupera el ¨¢nimo y busca conversaci¨®n. "Lo estoy pasando muy bien, pero ha sido muy exagerado. Ha venido demasiada gente...", dice quit¨¢ndose importancia.
Esta vez Fidel Castro no ha mandado ning¨²n traje varias tallas grande: "No, pero le quiero mucho. Mi amor por ¨¦l es m¨¢s importante que la arquitectura". Y lo mismo opina de Ch¨¢vez y de Evo Morales, de quienes dice que se han preocupado como nadie por Am¨¦rica Latina. Poco a poco va despachando asuntos de la actualidad. Habla de Obama y de las expectativas que ha generado ("tiene mucho trabajo"), del problema nuclear ("hay que ir con cuidado con eso"). Est¨¢ encantado con Lula y la herencia que ha dejado en el pa¨ªs, le gustan los nuevos arquitectos... Ah, por cierto, ?fuma todav¨ªa, se?or Niemeyer? "Bueno, lo justo y necesario". Y as¨ª la tarde se consume en el d¨¦cimo piso del edificio Ypiranga mientras llegan periodistas, documentalistas, colaboradores, amigos...
Pero el primer regalo vino por la ma?ana. Una multitud le esperaba al otro lado de la bah¨ªa de R¨ªo, en la costa de Niteroi, la ciudad donde m¨¢s obra tiene despu¨¦s de la insuperable Brasilia. Con los ojos cubiertos por unas grandes gafas de sol y desliz¨¢ndose en una silla de ruedas que pilotaban por turnos sus hijos, sobrinos, nietos y bisnietos (todos de un inquietante parecido al patriarca) lleg¨® puntual a la inauguraci¨®n del edificio que albergar¨¢ su fundaci¨®n en Brasil. "Mis amigos vinieron a verme, todo es muy agradable, es una recompensa por mi trabajo", murmur¨® en una declaraci¨®n que logr¨® arrancarle la histeria de cientos de periodistas que le esperaban como si fuera un ¨ªdolo de adolescentes.
Era su d¨ªa y cada vez que alguien pronunciaba su nombre, a cada instante que alg¨²n invitado se refer¨ªa a su obra, el p¨²blico se destrozaba las palmas de las manos. Y ¨¦l, agradecido, mov¨ªa un poco la cabeza hacia atr¨¢s y alcanzaba a tensionar las comisuras de los labios, y sonre¨ªa, sobre todo, cuando su mujer Vera Luc¨ªa, con la que se cas¨® a los 98 a?os y a la que adora contemplar tocando el piano, le susurraba algo a la oreja y le agarraba la mano con una ternura infinita.
Y con la solemnidad musical de su centenario aniversario, al otro lado del Atl¨¢ntico Avil¨¦s celebr¨® tambi¨¦n la efem¨¦ride con la inauguraci¨®n del centro que acoger¨¢ su fundaci¨®n en Espa?a. Su ¨²ltima gran creaci¨®n, su "proyecto m¨¢s importante en Europa". Un enorme complejo situado en los antiguos terrenos de Ensidesa, junto a la r¨ªa, llamado a liquidar para siempre el oscuro fantasma de la reconversi¨®n industrial. "Es mi primer proyecto en Espa?a y estoy muy contento". Su legendaria edad y su desprecio a volar han impedido que pueda bendecir su creaci¨®n en persona.
Cuando hoy amanezca, con 103 a?os y un d¨ªa, la mano centenaria que durante a?os ha dibujado los trazos de la modernidad no tiene pensado tumbarse a descansar. "Estar¨¦ con los amigos, trabajar¨¦, colaborar¨¦ con todos para que el mundo sea mejor, har¨¦ mis cursos sobre los problemas de la naturaleza y el cosmos... es que tengo un profesor muy inteligente y me muestra la grandeza del universo y lo peque?os que somos". Y entonces s¨ª, se r¨ªe.
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