Gary Moore, que est¨¢s en los cielos
Nadie pod¨ªa esperarse la muerte de Gary Moore , con s¨®lo 58 a?os. El guitarrista segu¨ªa en activo y en buena forma, viviendo la acogedora calidez de la vida de una estrella de peque?o calibre. Aunque Moore siempre pareci¨® condenado a la "second line", Irlanda ha perdido a uno de sus hijos musicales predilectos. Nunca ser¨¢ tan emblem¨¢tico como su viejo amigo Phil Lynott pero, como guitarrista, se merece el segundo puesto en la historia irlandesa del rock (con permiso de The Edge de U2), por detr¨¢s del gran Rory Gallagher.
Moore debut¨® profesionalmente a finales de los 60 tocando en grupos como Granny's Intention, Dr. Strangely Strange y, especialmente, Skid Row (no confundir con la banda de New Jersey liderada por Sebastian Bach), en donde coincidi¨® con Lynott, que poco despu¨¦s formar¨ªa su propio proyecto, llamado Thin Lizzy. En 1974 Moore se uni¨® a esa m¨ªtica banda -tras el abandono de Eric Bell- durante cuatro meses y, a partir de entonces, volvi¨® a ella de manera intermitente, llegando a grabar como guitarrista oficial de Thin Lizzy el ¨¢lbum Black Rose (1979). Tres meses despu¨¦s de la aparici¨®n del mismo, Moore abandon¨® el grupo abruptamente en mitad de una gira, aunque su relaci¨®n con Lynott continu¨® hasta la muerte de ¨¦ste, tanto en lo profesional como en lo personal.
Antes de finalizar la d¨¦cada Moore ya contaba con un par de ¨¢lbumes a su nombre y un single en el Top 10 brit¨¢nico, Parisienne Walkways (co escrito, precisamente, por Lynott). Llegaron los 80 y, con ellos, una serie de grabaciones que le situaron en el firmamento del heavy blando o del rock duro, seg¨²n se mire. Corridors of Power, Victims Of The Future, After The War y, sobre todo, los exitosos Run For Cover y Wild Frontier definieron un perfil de Moore basado en su asombrosa destreza con la guitarra y en buenos estribillos con alma de hard rock y un sonido demasiado obediente con la ¨¦poca. Grandes nombres como Ozzy Osbourne, Jack Bruce, Glenn Hughes o el propio Lynott aparec¨ªan en sus discos y poco a poco se iba labrando una reputaci¨®n discreta, pero intachable. As¨ª que decidi¨® torcer su camino y tocar lo que le apetec¨ªa: blues.
Still Got The Blues [ver v¨ªdeo] consigui¨® llevar a las listas de ¨¦xitos dos cosas dif¨ªciles de ver en este negocio: un tema centrado en la guitarra el¨¦ctrica (Santana lo ha conseguido en varias ocasiones) y un disco con el blues como premisa. Pero el blues de Moore arrastraba un bagaje que le pas¨® cierta factura. No resultaba f¨¢cil dejar atr¨¢s sus antecedentes rockeros y el estilo fren¨¦tico e hipertrofiado del guitarrista quedaba en evidencia ante el lenguaje del blues, m¨¢s a¨²n con Albert King y Albert Collins como invitados. A¨²n as¨ª, las ventas fueron tan bien que, de una forma u otra, Moore intent¨® repetir la f¨®rmula en varias ocasiones. De hecho, en casi todos los discos del guitarrista posteriores a 1990 hay alg¨²n tema que emula el formato o estilo del popular single, en ocasiones rozando lo sonrojante.
Despu¨¦s de After Hours y del fabuloso directo Blues Alive, Moore consigui¨® grabar finalmente un verdadero disco de blues, Blues For Greeny, dedicado a su mentor (y una de sus principales influencias) Peter Green. El tortazo comercial fue lo suficientemente importante como para intentar reconducirse hacia el rock (Dark Days In Paradise) e incluso tontear con programaciones electr¨®nicas (A Different Beat). En la ¨²ltima d¨¦cada de su carrera puso rumbo de nuevo hacia el blues con resultados m¨¢s (Power Of The Blues) o menos (Back To The Blues) dignos. Segu¨ªa teniendo un p¨²blico reducido pero fiel, algo que tal vez le llev¨® a cierto estado de paz. Su ¨²ltimo disco de estudio, Bad For You Baby, mostraba a un Moore relajado y natural, consciente de s¨ª mismo y fiel a ese estilo blues-rock tan suyo. Nadie, ni siquiera ¨¦l, sab¨ªa que era el ¨²ltimo cap¨ªtulo de su discograf¨ªa.
A partir de su giro hacia el blues a primeros de los 90, Gary Moore tuvo la maldici¨®n de quienes est¨¢n en tierra de nadie. Los heavys le consideraron un traidor y los aficionados al blues nunca le aceptaron, teni¨¦ndole por un rockero reciclado. Nada m¨¢s lejos. Con los a?os, el irland¨¦s fue desarrollando un estilo muy personal en el que consigui¨® aunar la contenci¨®n emocional del blues con el desenfreno del rock. Como ocurre con los grandes, adquiri¨® una forma de tocar ¨²nica y completamente reconocible que le acompa?ar¨ªa hasta el fin de sus d¨ªas.
Observando atentamente la portada de Still Got The Blues se puede hacer un retrato pertinente de la inspiraci¨®n de Moore, adem¨¢s de su propia personalidad. En ella se ve a un ni?o sentado en la cama de su dormitorio practicando con su guitarra Gibson Les Paul. En la pared, un gran p¨®ster de Jimi Hendrix y, esparcidos por la cama y el suelo, una docena de LPs entre los que es posible distinguir algunos de Albert King, John Mayall, B.B. King y Fleetwood Mac. En la contraportada del ¨¢lbum, un Gary Moore adulto toca en la cama de un hotel, rodeado, en este caso, de un pu?ado de CDs. En la fotograf¨ªa, Moore mira fijamente al ¨²nico disco que se repite en ambas im¨¢genes: el legendario Bluesbreakers de John Mayall y Eric Clapton. Los a?os pasan pero la m¨²sica permanece. Esa es una buena forma de recordar a Gary Moore, con la mirada en sus ra¨ªces y las manos en su guitarra.
Yahv¨¦ M. de la Cavada es colaborador del blog 'Muro de sonido'
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