Pionero de pioneros
La Fundaci¨®n Carlos de Amberes expone las im¨¢genes de Andr¨¦ Kert¨¦sz, que llev¨® la vida cotidiana a las vanguardias
Las fotograf¨ªas de Andr¨¦ Kert¨¦sz cruzan el siglo XX como las puntillas de bailarina: vuelan sin dejar nunca de pisar tierra. La exposici¨®n que desde hoy le dedica la Fundaci¨®n Carlos de Amberes de Madrid (100 im¨¢genes que permanecer¨¢n los pr¨®ximos tres meses) demuestran por qu¨¦ Kert¨¦sz inspir¨® a los pioneros de un arte que llev¨® la vida cotidiana a las vanguardias. De ¨¦l dijo Henri Cartier-Bresson: "Inventemos lo que inventemos, Kert¨¦sz siempre fue el pionero".
Hungr¨ªa, Francia y Estados Unidos fueron los tres pa¨ªses que marcaron su vida y por eso la exposici¨®n que ahora se inaugura divide su obra en esas tres paradas geogr¨¢ficas. El recorrido arranca con la fotograf¨ªa, de 1912, de un joven durmiendo, y acaba, en 1984, con una polaroid tomada desde su casa de Nueva York. Nacido en el seno de una familia jud¨ªa de la Budapest austroh¨²ngara, Kert¨¦sz se alist¨® como alf¨¦rez en 1914, tras estallar la Gran Guerra. Ah¨ª, con su c¨¢mara, dar¨¢ cuenta de la vida cotidiana de los soldados. El destino quiso que una herida en un brazo le alejara de la contienda. En el hospital empieza a experimentar con su c¨¢mara. Las formas torcidas (en la exposici¨®n se puede contemplar una serie de desnudos tan deformes como hermosos) fueron una de sus se?as de identidad.
De ¨¦l dijo Cartier-Bresson: "Inventemos lo que inventemos, Kert¨¦sz siempre fue el pionero"
Pero fue Par¨ªs la que cambi¨® al fot¨®grafo h¨²ngaro y es all¨ª donde arranca su fama. Retrata a sus amigos (Mondrian, Chagall, Collete o Eisenstein) y ejerce una notable influencia en compatriotas suyos que empiezan, como Brassa?. Otro h¨²ngaro, el c¨¦lebre Robert Capa, lleg¨® de su mano a Par¨ªs. "La influencia de Kert¨¦sz es enorme y su legado incomparable", afirma el comisario de la exposici¨®n, Peter Baki, director del Museo H¨²ngaro de la Fotograf¨ªa, que posee un fondo de 100.000 im¨¢genes que pretenden reivindicar la importancia de los fot¨®grafos h¨²ngaros en la historia del arte (de Capa a Brassa?, Laslo Moholy-Nagy y, por supuesto el propio Kert¨¦sz, quien don¨® toda su obra a esta instituci¨®n).
Huy¨® del nazismo
Kert¨¦sz muri¨® en 1986 en Nueva York, hab¨ªa llegado all¨ª con su mujer Elisabeth Sali huyendo del nazismo. Su suerte cambi¨® cuando la editorial Cond¨¦ Nast se fij¨® en ¨¦l, empieza a trabajar para algunas de sus publicaciones (Vogue, Harper's Bazaar) y pocos a?os despu¨¦s logra la nacionalidad. En los a?os cincuenta ya es un fot¨®grafo consagrado. "Cambi¨® el paisaje del campo h¨²ngaro por el paisaje urbano de Nueva York. Su ¨¦poca parisina estuvo m¨¢s volcada en el retrato", explica Peter Baki.
La muerte de su mujer, compa?era desde los felices a?os de Par¨ªs y en los terribles de la hu¨ªda a EE UU, le llev¨® a encerrarse en su casa, deprimido, donde inici¨® su maravillosa serie de polaroids dedicadas a los objetos de la vida con su mujer. Vivi¨® el duelo de la ¨²nica manera que sab¨ªa: disparando una fotograf¨ªa detr¨¢s de otra, sacando con ellas los gritos que se ahogaban en su cuerpo. La sobrevivi¨® casi una d¨¦cada, pero nada volvi¨® a ser igual. En una de sus im¨¢genes m¨¢s terribles (presente en Madrid) fotografi¨® un muro derribado sobrevolado por unos p¨¢jaros. Fue en su ¨²ltimo viaje a Hungr¨ªa, buscando un pa¨ªs que ya no reconoc¨ªa. Esper¨® una hora a encontrar la imagen que buscaba para explicar aquel ¨²ltimo viaje.
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