Tras la pista de los patos (de goma) n¨¢ufragos
Un periodista estadounidense reconstruye en un libro la aventura de 29.000 juguetes que se cayeron de un carguero en el oc¨¦ano y flotaron durante a?os.- Su destino sirvi¨® a los ocean¨®grafos para estudiar las corrientes marinas
Probablemente al principio tuvieran miedo. Una cosa es una ba?era. Otra, el oc¨¦ano. Pero finalmente debieron de cogerle gusto, dado que algunos siguen dando vueltas por el globo 19 a?os despu¨¦s. Ahora, los 28.800 patos amarillos (la mayor¨ªa), castores rojos, ranas verdes y tortugas azules de pl¨¢stico que en 1992 cayeron de un barco que navegaba por el Pac¨ªfico, hasta podr¨ªan volver a encontrar a sus antiguos amigos. Ni que fuera Perdidos. El periodista estadounidense Donovan Hohn ha reconstruido, en su primer libro Moby Duck (que se puede adquirir en Amazon) trayectos y destinos de la mayor¨ªa de los juguetes y de otros objetos que flotaron por el mar, en una mezcla de ternura, picos sonrientes, corrientes oce¨¢nicas y poluci¨®n. "Ten¨ªa que ser un trabajo corto. Me ha costado sin embargo cinco a?os y viajes por todo el planeta", cuenta el autor por tel¨¦fono desde Nueva York.
El 10 de enero de 1992 una tormenta sorprendi¨® cerca de las Islas Aleutianas a un carguero que cruzaba el oc¨¦ano Pac¨ªfico de Hong Kong a Washington. 12 contenedores cayeron por la borda, uno se abri¨® y llen¨® el mar de miles de juguetes producidos por la compa?¨ªa china First Years Inc. Los animalitos se dispersaron, presas de las corrientes oce¨¢nicas. Un naufragio conmovedor que una compa?¨ªa de coches aprovech¨® a?os despu¨¦s para un v¨ªdeo publicitario. Pero desde el principio el asunto cogi¨® tambi¨¦n otro camino, m¨¢s serio.
Varios ocean¨®grafos se dieron cuenta de que los patos que tocaban tierra sol¨ªan desembarcar en determinadas zonas. Hasta llegaron a realizar un mapa que se basaba en las corrientes y reconstru¨ªa los trayectos de navegaci¨®n de los patitos. El ocean¨®grafo y cazador de juguetes n¨¢ufragos Curtis Ebbesmeyer encontr¨® el punto exacto en el que el container se hab¨ªa ca¨ªdo. Y, seg¨²n cont¨® a The Independent, aprovech¨® los movimientos de los juguetes para estudiar el giro oce¨¢nico (una gran corriente constante y circular) del Pac¨ªfico Norte, entre Jap¨®n, Alaska e Islas Aleutianas, descubriendo por primera vez que un objeto tarda tres a?os en completar el ciclo.
En 2005 Hohn, fascinado por esta aventura, empez¨® a tirar del hilo. Su investigaci¨®n le llev¨® a contactar con Ebbesmeyer, del que recibi¨® una sorprendente respuesta: "No puede cazar a los patos por tel¨¦fono. Tiene que salir de casa y buscar", como public¨® The New York Times. Hohn le tom¨® la palabra. "Primero fui a China, a la f¨¢brica donde construyeron los patos", explica. Y luego empez¨® a recorrer los sitios del mapa. Escocia, Hawai, incluso cogi¨® un crucero para viajar por el mar ?rtico. Una larga ruta con un imprevisto agradecido: "En una playa escondida y desierta, en Alaska, encontr¨¦ a un castor de pl¨¢stico, escondido bajo un ¨¢rbol. No contaba con que a lo largo de mi ruta hallar¨ªa a uno de los animalitos".
El castor, que en un tiempo fue rojo y ahora es m¨¢s bien blanco, est¨¢ en su casa. Pero, ?c¨®mo puede estar seguro de que sea uno de los miembros de la flota de juguetes? "Por la marca, el color, el material. Hay pruebas ciertas. En cambio despu¨¦s de los primeros hallazgos se desat¨® un entusiasmo por el que todo el mundo dec¨ªa que hab¨ªa encontrado uno de los animalitos famosos".
La mayor¨ªa de los patos han acabado en las playas del mapa, tras un viaje largo y peligroso. Seg¨²n Hohn, "la imagen m¨¢s encantadora de todo esto es la de un min¨²sculo pato amarillo que desaf¨ªa en solitario al oc¨¦ano salvaje". Muchos le han ganado el pulso a la naturaleza, a costa de perder su color original y est¨¢n a salvo, en casas de coleccionistas o cazadores casuales. Centenares de juguetes sin embargo se han deteriorado y han acabado hechos pedazos. Pero "debe de haber cientos que todav¨ªa est¨¢n flotando", sostiene Hohn. Y cuenta: "Varias veces me he imaginado estar tumbado en la playa y de repente ver aparecer en el horizonte un patito amarillo". Ese patito ser¨ªa hoy 19 a?os m¨¢s viejo y tendr¨ªa el pico sonriente de quien ha sobrevivido al oc¨¦ano.
Una armada de objetos
Los patos no est¨¢n solos. Uno de los objetivos del libro Moby Duck es llamar la atenci¨®n sobre el problema de los objetos que se caen de los barcos y acaban da?ando al medioambiente y al mar, degrad¨¢ndose o hundi¨¦ndose a lo largo de los a?os. Las cifras, seg¨²n Hohn, son significativas: "Hay cientos de containers y en consecuencia miles de objetos que acaban en el oc¨¦ano cada a?o. Un cifra exacta es imposible dado que las compa?¨ªas de transporte mar¨ªtimo no est¨¢n interesadas en contabilizarlo. A menudo estos incidentes pasan desapercibidos. En mis b¨²squedas me he encontrado con estimaciones de m¨¢s de 10.000 objetos al a?o".
Un caso ejemplar se dio en 1998, cuando un carguero perdi¨® en el Pac¨ªfico 407 contenedores. "Conten¨ªan de todo: bicicletas, tel¨¦fonos inal¨¢mbricos, ropa. Las consecuencias para el medioambiente son muy da?inas", sostiene Hohn. El da?o proviene tambi¨¦n de tierra, de los objetos abandonados en el mar. "Los m¨¢s frecuentes son botellas, juguetes y zapatos".
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