Un hotel con vistas a la guerra
Nancy Johnstone revive la vida cotidiana en Tossa entre 1934 y 1939
La guerra civil espa?ola fue un autentico reclamo para los intelectuales de la d¨¦cada de 1930. Pablo Neruda, Ernest Hemingway, John Dos Passos, George Orwell, Andr¨¦ Malraux o Alejo Carpentier, por citar solo algunos, se dejaron caer por un pa¨ªs "peculiar y aislado" que se hab¨ªa convertido en el s¨ªmbolo de una lucha global porque encarnaba las cuestiones pol¨ªticas fundamentales de la ¨¦poca. Esta gente y los corresponsales de guerra escribieron sobre las grandes batallas, sobre el hero¨ªsmo de los combatientes y sobre las veleidades de la pol¨ªtica.
Algunos, en cambio, hab¨ªan llegado a Espa?a por razones que nada ten¨ªan que ver con la Historia con may¨²sculas, y se encontraron atrapados por el remolino. Su testimonio es distinto, pero muy revelador. Es el caso de Nancy Johnstone.
El verano de 1934 Nancy y su marido Archie decidieron abandonar Londres y montar un peque?o hotel en un pueblo de la Costa Brava. El era periodista del News Chronicle, el diario de la izquierda brit¨¢nica de aquel momento y a ella le interesaba la escritura. Escogen Tossa de Mar, probablemente, porque ya existe all¨ª una notable colonia de artistas extranjeros que buscan el para¨ªso perdido o bien huyen del inquietante ascenso del nazismo en Alemania. Son hedonistas, quieren vivir bien i barato, lo que parece muy posible para muchos europeos en la Espa?a de aquel momento. Pero nada m¨¢s acabados de llegar ya tienen el primer susto: el 6 de octubre el presidente Companys proclama el Estado catal¨¢n. Los Johnstone siguen los acontecimientos desde Tossa mientras construyen su hotel y ven como pronto se restablece la tranquilidad. No pasa nada, se dice, y lo repiten a sus clientes. Pero se equivocan. Las elecciones de 1936 dan la victoria al Frente Popular y aquel verano estalla la guerra civil. Tozudos, los Johnstone se niegan a abandonar su para¨ªso pese a los buques brit¨¢nicos que vienen a buscarlos.
Nancy escribe sobre su aventura. En 1937, Faber & Faber, la editorial que dirige T. S. Elliot, le publica Hotel in Spain, que llega hasta el final del verano de 1936, cuando desde la id¨ªlica terraza del hotel contemplan, entre fascinados y horrorizados, el bombardeo de Roses por el Canarias. El segundo libro: Hotel in flight, llega hasta la retirada republicana. Ahora, Miquel Berga ha recuperado este cl¨¢sico que nunca hubiera debido caer en el olvido y la editorial Tusquets lo ha publicado en catal¨¢n con el t¨ªtulo de Un hotel a la costa.
Tossa ya acog¨ªa una colonia internacional formada por artistas, muchos jud¨ªos o gente de izquierdas que hu¨ªan del nazismo, en un cierto paralelismo con la Ibiza que, en aquellos momentos, giraba en torno a Walter Benjamin. De hecho, en 1934 la revista Art dedica un n¨²mero especial a esta colonia de artistas entre los que figuran desde Georges Bataille ?son sus a?os m¨¢s canallas en Barcelona? o Arthur Cravan, hasta pintores como Marc Chagall, Andr¨¦ Masson, Oskar Z¨¹gel o la misma Dora Maar.
Nancy no ejerce de intelectual, es la patrona del hotel y una excelente narradora que bajo el formato de un diario escribir¨¢ un texto ir¨®nico y mordaz, preciso y de una amabilidad extrema con los ind¨ªgenas. Pregunta sobre todo lo que pasa, recoge las costumbres locales, las fiestas y los cotilleos de las mujeres y los pescadores, y todo con una evidente intenci¨®n pedag¨®gica hacia sus compatriotas.
Un hotel a la costa es clave porque explica la guerra civil desde un prisma ins¨®lito, desde la cotidianeidad de un peque?o pueblo de pescadores que se va transformando y deteriorando conforme avanza la guerra; un crescendo magistral que acaba en la huida hacia la frontera con un cami¨®n repleto de ni?os que los Johnstone han adoptado y deben dejar, una vez ya en Francia, en Perpin¨¢n, solo para reencontrarlos brevemente unos meses m¨¢s tarde en un convento de Besan?on.
"Una de las cosas m¨¢s fant¨¢sticas de la vida en Tossa es que no hay conciencia de clase", escribe Nancy, acostumbrada al sistema de clases ingl¨¦s. Y es cierto; desde el primer momento los Johnstone se integran en una comunidad que les abre las puertas de par en par; desde los pr¨®ceres locales, como el alcalde o el propietario del principal hotel a quien no parece importarle la competencia, hasta los pescadores o quienes desfilar¨¢n como empleados en su hotel.
El proceso de construcci¨®n del hotel, los viajes a Barcelona para solucionar problemas burocr¨¢ticos, las an¨¦cdotas locales recogidas por la escritora ofrecen un divertid¨ªsimo mosaico de una Catalu?a id¨ªlica, que ella bautiza como el para¨ªso azul. La llegada de los primeros clientes es toda una fiesta para el pueblo. Lo que m¨¢s abunda en Casa Johnstone son, obviamente, periodistas, miembros de la tribu de Fleet Street y de su c¨ªrculo personal. Carles Sent¨ªs, que ya ejerce, escribe un reportaje para L'Instant, el verano de 1935, en el que cuenta hasta una decena de colegas.
Parte de esta visi¨®n local es la poca importancia que, en un primer momento, Nancy le da al levantamiento militar del 18 de julio. Tienen colgado el cartel de completo y se preparan para recibir la primera oleada importante de turistas. El recuerdo del escaso impacto de los hechos de 1934, les lleva a pensar que no ser¨¢ m¨¢s que una tormenta pasajera. Las noticias que llegan de Barcelona y el ruido sordo de los ca?onazos del Canarias sobre Roses acaba imponiendo una inevitable solemnidad en la terraza donde todos toman el aperitivo contemplando el mar. La temporada tur¨ªstica se va al garete, pero, como escribe Nancy, en el hotel la vida segu¨ªa m¨¢s o menos como siempre, nada parec¨ªa capaz de romper el encanto del para¨ªso.
Los Johnstone se negaron tres veces a abandonar Tossa. En cada ocasi¨®n aparec¨ªa un crucero brit¨¢nico para ofrecerles el regreso seguro a su pa¨ªs. Los oficiales que bajaban hasta la playa llegaban convencidos de que encontrar¨ªan a sus compatriotas aterrorizados por los cr¨ªmenes de "la horda roja". Nada de esto, les dec¨ªa Nancy, suban al hotel a tomar el aperitivo.
Esto no quiere decir que no estuviera al corriente de lo que suced¨ªa. A lo largo del libro son constantes las cr¨ªticas a la prensa conservadora de Londres. Archie hizo diversos viajes al frente para el Chronicle, y los viajes a Barcelona eran corrientes, sin contar con que las noticiias ya llegaban por muchas otrras v¨ªas. Ella describe meticulosamente como Tossa se adapta a las reglas de la guerra.
No era f¨¢cil para los extranjeros que, seg¨²n empeoraba el conflicto pasaban a ser m¨¢s sospechosos e incluso chivos expiatorios. A Fritz Marcus, el arquitecto, le encontraron en su casa una linterna y un comp¨¢s y lo metieron en la c¨¢rcel. La linterna, dec¨ªan los comisarios, serv¨ªa para hacer se?ales al enemigo y el comp¨¤s para dibujar mapas. Cuando lo pusieron en libertad se alist¨® en las Brigadas Internacionales.
Al final, el relato de Nancy da un giro tr¨¢gico. Durante un tiempo la pareja acoge en el hotel una treintena de ni?os refugiados que se llevan consigo cuando emprenden la retirada hacia Francia ante el avance de las tropas franquistas. El episodio de los bombardeos de Figueres, cuando est¨¢n instalados en la platea vac¨ªa del teatro Edison, es especialmente emotivo. Ya en Perpi?an, se ven obligados a dejarlos en manos de las autoridades, aunque ella volver¨¢ a verlos brevemente cuando se entera de que est¨¢n en un convento en Besan?on.
La historia de los Johnstone despu¨¦s de su salida de Espa?a se bifurca. Ella parte hacia M¨¦xico donde a¨²n escribir¨¢ dos libros m¨¢s: Sombreros are becoming y Temperate zone. Su pista se pierde en Guatemala en 1950, donde tiene un accidente de autom¨®vil con su amiga Constancia de la Mora, la esposa del jefe de la aviaci¨®n de la Rep¨²blica, Hidalgo de Cisneros, que muere. Miquel Berga ha intentado encontrar su rastro y todo lo que ha encontrado es que, posiblemente, contrajo un segundo matrimonio, lo que explicar¨ªa la falta de rastros por el cambio de nombre. Archie, vuelve a Londres, ejerce de periodista durante la II Guerra Mundial y en 1947 se incorpora a la Embajada brit¨¢nica en Mosc¨². Dos a?os despu¨¦s decide quedarse, como otros intelectuales de izquierdas brit¨¢nicos, y lo hace p¨²blico en un art¨ªculo en Pravda. Muere en la URSS.
El arrepentimiento tard¨ªo de W. H. Auden
En plena guerra, incluso la Generalitat republicana se da cuenta de la utilidad que puede tener Casa Johnstone y les env¨ªa a ilustres visitantes extranjeros que, despu¨¦s de pasar por Barcelona, toman el camino de la frontera. Uno de estos es el poeta W. H. Auden que pasa una temporada en el hotel a mediados de 1937, cuando estaba elaborando su famoso poema Spain 1937, que escribir¨¢ a su vuelta a Gran Breta?a. Es una de sus piezas m¨¢s famosas, escrito en una estructura de cuartetas en verso libre, con un ritmo ¨¦pico, repetitivo, un aut¨¦ntico himno a la revoluci¨®n que tuvo un impacto inmediato y un gran ¨¦xito de cr¨ªtica. Se vend¨ªa por las calles de Londres para recoger fondos para la causa republicana.
El poema tiene una historia pol¨ªtica muy particular, que explica perfectamente el tipo de tensi¨®n ideol¨®gica en la que viv¨ªan los intelectuales de izquierdas de aquellos momentos. Auden lo escribe en la l¨ªnea de la m¨¢s pura ortodoxia comunista, siguiendo las consignas del partido comunista, cuando algunos como Orwell ya se han dado cuenta que una dictadura no sirve para luchar contra otra dictadura, sea o no del proletariado. Tal vez por esto, m¨¢s tarde Auden se arrepiente y en 1966 prohibe que el poema se incluya en sus Collected Shorter Poems 1927-1957 y establece que sea excluido de todas las ediciones y antolog¨ªas de su obra.
La paradoja es que los dos libros de Nancy Johnstone reciben una mala cr¨ªtica por parte de Orwell, que los considera excesivamente positivos, incluso fr¨ªvolos. Pero la verdad es que, mientras Hotel in Spain y Hotel in flight se venden bien, e incluso son editados en Estados Unidos, el ahora cl¨¢sico Homenaje a Catalu?a, vende tan solo unos centenares de ejemplares.
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