Odisea de un antih¨¦roe en furgoneta
'El viaje del director de recursos humanos', el nuevo filme del director israel¨ª Eran Riklis, narra las peripecias del protagonista para enterrar en Rumania a una empleada a la que apenas conoc¨ªa
Una furgoneta recorre el hielo de Rumania con un ata¨²d amarrado a su techo. En las paredes de madera descansa el cad¨¢ver de la rumana Yulia Petracke. Cent¨ªmetros m¨¢s abajo viaja una mezcla peculiar de personajes que el destino ha decidido juntar para que cumplan una misi¨®n: ofrecerle un digno entierro en su pueblo natal a la mujer. El jefe de recursos humanos israel¨ª de la panificadora donde Petracke trabajaba en Jerusal¨¦n, el hijo de la fallecida, su exmarido, un periodista, el esposo de la c¨®nsul israel¨ª en Rumania: estas figuras sin nombre pueblan El viaje del director de recursos humanos, cuento de hadas moderno y melanc¨®lico del director israel¨ª Eran Riklis (Los limoneros) que se estrena hoy viernes en las salas espa?olas.
"Me gustan los road movies. Un viaje puede provocar cambios en los personajes y convertirse en un recorrido tambi¨¦n emocional", asegura Riklis, en el madrile?o cine Dor¨¦, tras la proyecci¨®n del filme. El director se refiere sobre todo a la evoluci¨®n del jefe de recursos humanos que le da el nombre a la novela de Abraham B. Yehosua y a su adaptaci¨®n cinematogr¨¢fica. El atentado suicida que mata a Petracke rompe la rutina de un hombre anodino y fiel a un guion previsible. La mujer pasa de ser una cara m¨¢s, y borrosa, de la panificadora a convertirse en la obsesi¨®n del jefe de recursos humanos. "Es un personaje que siempre ha estado haciendo cosas l¨®gicas y necesita una locura", explica Riklis.
As¨ª, el hombre (el actor ucranio Mark Inavir) deja a sus espaldas miles de kil¨®metros e imprevistos para garantizarle el merecido descanso a una desconocida y, quiz¨¢s, volverse mejor persona. "El protagonista es un antih¨¦roe. Mi desaf¨ªo era demostrar que alguien aparentemente aburrido puede tener una historia. Pese a su cargo, es un hombre seco al que se le dan muy mal las relaciones personales y que sin embargo acaba mostrando su bondad", sostiene Riklis. Bueno, "m¨¢s o menos, como todo lo que digo", se r¨ªe el director, tras pronunciar las dos palabras espa?olas que acaba de escuchar en una rueda de prensa.
Las sombras grises del protagonista bien se acompa?an con la belleza "oscura" de campos, pueblos y gentes de Rumania: "Es un pa¨ªs muy bonito con un pi¨¦ todav¨ªa en la ¨¦poca comunista y otro en la modernidad". Su experiencia personal en Rumania fue adem¨¢s una de las modificaciones que el director aport¨® a la novela. "El milagro, o m¨¢s bien truco, de un cuadro de la Virgen llorando que aparece en el filme lo vi all¨ª, en una iglesia", cuenta Riklis. Tambi¨¦n a?adi¨® algunas escenas din¨¢micas, "ya que el libro es m¨¢s filos¨®fico", y una fugaz aparici¨®n ante la c¨¢mara de un manual para aprender hebreo firmado por su abuelo.
El filme m¨¢s pol¨ªtico
Los limoneros narraba la disputa entre una viuda y el ministro de Defensa israel¨ª que por supuestas razones de seguridad quer¨ªa destruir su huerta. Con El viaje del director de recursos humanos Riklis lleva sus c¨¢maras lejos de Israel -salvo en el arranque, ambientado en Jerusal¨¦n-, pero no de sus problemas. "Los artistas tenemos un deber social y aunque los filmes no pueden cambiar el mundo s¨ª pueden despertar a las personas", defiende Riklis. Menos comprometido que su anterior trabajo, al menos en apariencia, el filme revela sin embargo un substrato impregnado de temas sociales: "Tal vez sea mi obra m¨¢s pol¨ªtica. Todo empieza por un atentado suicida en el que muere una inmigrante. Es ella la ¨²nica figura del filme con nombre y apellido. Quer¨ªa subrayar que en Israel hay centenares de extranjeros sin caras trabajando en la sombra".
Viajero experimentado (ha vivido en Brazil, EE UU y Canad¨¢), Riklis volvi¨® a Israel porque, seg¨²n declar¨® una vez, solo all¨ª se le ocurr¨ªan buenas historias. Ya no recuerda haber dicho esa frase, pero s¨ª identifica en su pa¨ªs una encrucijada fascinante: "En Israel se produce una concentraci¨®n interesante de culturas y religiones. Hay siete millones de personas pero al menos 70 millones de historias".
En esa encrucijada se encontraron, y desde hace d¨¦cadas se masacran, israel¨ªes y palestinos. Riklis, qui¨¦n combati¨® en las filas de su pa¨ªs en la guerra del Yom Kippur en 1973, hoy rechaza tomar partido en el conflicto. Equidistante de ambos bandos, el director se dedica sobre todo a buscar el lado humano, en esa guerra as¨ª como en todo lo que retrata. "M¨¢s all¨¢ de la cortina de la tragedia, est¨¢n las personas, con sus historias personales. Todo empieza y termina con decisiones humanas y de esto, al fin y al cabo, van las pel¨ªculas", sostiene Riklis.
Precisamente la humanidad constituye, seg¨²n el director, el secreto de sus historias, fabulas locales a lo Emir Kusturica cuyo mensaje alcanza sin embargo una dimensi¨®n universal. "La gente es gente, sea donde sea. Podr¨ªa hablar de un manager de Madrid llevando un cad¨¢ver a Marruecos". Un concepto simple, tanto que para entenderlo basta con una canci¨®n. "Le¨ª la novela, escrib¨ª el guion, hice el casting pero solo comprend¨ª el filme que iba a hacer cuando escuch¨¦ Lume lume (Mundo, mundo) de Maria Tanase", recuerda Riklis. No tienes lo suficiente hasta que mueres reza la melod¨ªa que acompa?a y cierra el recorrido de los protagonistas. O, dir¨ªa el director de recursos humanos, hasta que no hayas enterrado a Yulia Patracke.
Babelia
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