Carlos Fuentes: "No s¨¦ lo que est¨¢ pasando. El mundo se transforma"
El escritor mexicano presenta en Barcelona sus dos ¨²ltimos libros y aboga por la despenalizaci¨®n de la droga
En 2004, Carlos Fuentes present¨® un libro, recopilaci¨®n de art¨ªculos period¨ªsticos, titulado Contra Bush. Las cosas estaban claras: era el momento ¨¢lgido de la protesta contra la invasi¨®n de Irak, ordenada por el entonces presidente norteamericano, y el escritor mexicano se despachaba a gusto contra el l¨ªder del Tr¨ªo de las Azores. El mundo todav¨ªa pod¨ªa explicarse en funci¨®n de unos valores, a favor o en contra, y Fuentes tomaba partido.
En estos siete a?os el mundo ha cambiado hasta hacerse irreconocible, admite.
"No s¨¦ nada, no s¨¦ lo que est¨¢ pasando. Hay una especie de hartazgo con los partidos pol¨ªticos, se est¨¢ buscando algo nuevo entre gente muy joven y vamos a llevarnos sorpresas. Estamos frente a uno de esos cambios, como los de 1848 o 1868, en los que el mundo se transforma y nadie sabe en qu¨¦ direcci¨®n. Es otro mundo. S¨¦ que est¨¢n pasando muchas cosas, pero no se qu¨¦ est¨¢ pasando".
Fuentes (Panam¨¢, 1928) ha estado en Barcelona para presentar sus dos ¨²ltimos libros: el ambicioso ensayo La gran novela latinoamericana y el volumen de relatos Carolina Grau, ambos publicados por Alfaguara. En el primero recorre la historia de la narrativa latinoamericana, de Rub¨¦n Dar¨ªo a Borges, pasando por los escritores del boom, a cuya generaci¨®n pertenece, "el b¨²meran, el post-boom y el crack", hasta llegar a la actualidad, que considera imposible de clasificar. "Lo que hay ahora es una diversidad. La variedad es demasiado grande como para agruparla bajo un ¨²nico nombre", se?ala. Tal vez por eso no incluye en su ensayo a uno de los m¨¢s notables escritores -al menos a decir de los cr¨ªticos- del pasado reciente, el chileno Roberto Bola?o, aunque a esta pregunta prefiere responder con un simple "no est¨¢, simplemente porque no lo he le¨ªdo, y no me gusta opinar de lo que no conozco". Admite, eso s¨ª, que en cuento tenga un poco de tranquilidad, leer¨¢ al autor de Los detectives salvajes.
Sigue muy de cerca lo que sucede es su pa¨ªs, M¨¦xico, y especialmente la impresionante erupci¨®n de violencia relacionada con el narcotr¨¢fico. "Siempre han existido las bandas de narcos en M¨¦xico", asegura, "pero los anteriores Gobiernos las pon¨ªan a pelearse entre s¨ª. El actual presidente, Vicente Calder¨®n, decidi¨® enfrentarse a ellas y ha sido una mala pol¨ªtica porque han derrotado a la polic¨ªa, est¨¢n derrotando al ej¨¦rcito y el presidente se est¨¢ quedando sin barajas". El autor de Cambio de piel ironiza con la posibilidad de combatir la violencia con mayores dosis de violencia: "Traer a M¨¦xico a polic¨ªas franceses, israel¨ªes o a los de la antigua RDA que llevan muchos a?os de vacaciones...".
Pero su apuesta va -como la de muchos otros l¨ªderes latinoamericanos- en la direcci¨®n de la despenalizaci¨®n de las drogas. "Soy de los que piden que se tomen paulatinamente medidas para la despenalizaci¨®n . Es una soluci¨®n pac¨ªfica, porque el problema de la droga nos viene dado por la existencia de quienes la consumen, los ciudadanos de Estados Unidos, al otro lado de la frontera. Una vez ha cruzado ya no podemos hacer nada". En EE UU, en su opini¨®n, la droga es una cuesti¨®n estabilizada que no causa graves problemas ni sociales ni criminales, lo que ya le va bien a las autoridades norteamericanas. El problema es para M¨¦xico; no desde el punto de vista del consumo, sino por el de la criminalidad.
Piensa que M¨¦xico ha dejado de ser "una dictadura perfecta del PRI, como lo llam¨® Mario Vargas Llosa y se convirti¨® en una democracia muy imperfecta". Ahora se enfrenta a problemas muy graves, a?ade, que si no los resuelve el pr¨®ximo presidente pueden acabar siendo resueltos "por otros, y no quiero pensar en qu¨¦ y qui¨¦nes intervengan para poner el orden en M¨¦xico". Por esta raz¨®n considera que es muy importante que las pr¨®ximas elecciones "sean cre¨ªbles, democr¨¢ticas y con un buen candidato".
?Cu¨¢l es el buen candidato?, le pregunta el periodista. "Marcelo Ebrard", responde sin dudarlo.
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