El canto de sirenas del ladrillo
Max Lemcke estrena 'Cinco metros cuadrados', su tercer largometraje que narra el drama de un joven que invierte todos sus ahorros en un piso que jam¨¢s se llega a construir
A Max Lemcke le sobran razones para estar feliz. De un momento a otro va a nacer su primer hijo, hoy se estrena su tercer largometraje y tiene "siete cupones para la loter¨ªa de la ONCE". Algo parecido a una semana perfecta, o por lo menos una de las m¨¢s "trepidantes y emocionantes" de su vida, seg¨²n escrib¨ªa el martes el cineasta en su cuenta de Twitter. As¨ª que por mucho que se hable de dramas y crisis, asuntos centrales de Cinco metros cuadrados, la pel¨ªcula con la que gan¨® el pasado festival de M¨¢laga, resulta dif¨ªcil quitarle la sonrisa de la cara a este madrile?o de 44 a?os.
Bastante menos alegre es la vida de Alejandro, el protagonista del drama rodado por Lemcke. Timonel de una existencia anodina y sin sobresaltos, el joven navega pl¨¢cidamente rumbo a sue?os comunes. "Los de cualquiera: un piso en propiedad, un coche en propiedad, una familia. Desde todos los ¨¢mbitos, ya sea pol¨ªtico, social, cultural, nos han metido en la cabeza que nos hacen falta esos elementos para ser felices", resume Lemcke.
El canto de sirena de un amigo, agente inmobiliario, enloquece la br¨²jula de Alejandro, que acaba invirtiendo todos sus ahorros en comprar un piso con su pareja en un complejo residencial a punto de ser edificado. Aunque en una zona ilegal, lo que convierte el a punto en jam¨¢s y borra el sue?o del joven bajo las pinceladas deprimentes de la realidad. Sin dinero y sin casa, Alejandro emprende una lucha desesperada contra la agencia inmobiliaria, en una batalla que busca conseguir un hogar pero acaba dej¨¢ndole solo y presa de sus paranoias hasta consecuencias inesperadas. "Es un justiciero moderno. Su meta es pelear por la dignidad y para cambiar una situaci¨®n inaceptable, aunque a ratos termina luchando solo por luchar", describe su personaje Lemcke.
Una historia terriblemente veros¨ªmil en la Espa?a de la burbuja inmobiliaria, un espejismo en forma de ladrillo que sedujo y dej¨® tiradas a miles de personas. "El filme no est¨¢ basado en hechos reales; naci¨® de la visi¨®n de un tipo que lo perd¨ªa todo y acababa viviendo en un garaje. Pero a medida que avanz¨¢bamos con el guion vimos que la realidad estaba en la pel¨ªcula, que se hab¨ªa impuesto a la ficci¨®n", explica Lemcke. Ambas, realidad y ficci¨®n, deslumbran en dos personajes que ¨²ltimamente pisan a menudo el escenario espa?ol: el constructor sin escr¨²pulos y el pol¨ªtico corrupto. A ellos Lemcke dirige el mensaje de Cinco metros cuadrados: "Los aut¨¦nticos culpables de esta crisis no pueden salir ganando, premiados con jubilaciones millonarias. Aunque no nos devuelvan lo que nos robaron, por lo menos que pidan disculpas".
Una melod¨ªa agradable que suena sin embargo a utop¨ªa. O tal vez no. "Hace meses tambi¨¦n parec¨ªa una utop¨ªa que la gente saliera a la calle a decir: 'Basta, hasta aqu¨ª hemos llegado' y ahora las plazas de medio mundo est¨¢n llenas de indignados", compara el cineasta, que debut¨® en las grandes pantallas en 2003 con Un mundo fant¨¢stico, un filme sobre el sexshop m¨¢s grande de Madrid. "Era muy mala", asegur¨® Lemcke a?os despu¨¦s. Respeto al debutante, el director de hoy ha aprendido un par de lecciones. "A trabajar m¨¢s con los actores, a pulir las obras y a entender las relaciones duras con productores y distribuidores, que suelen tener una opini¨®n distinta a la tuya", enumera Lemcke. Tan distinta era esa opini¨®n que Cinco metros cuadrados, cuyo rodaje termin¨® en enero, no encontr¨® una distribuidora hasta despu¨¦s de ganar en abril en M¨¢laga. "Les da miedo apostar por los dramas, creen que solo funcionan la comedia y el cine de g¨¦nero", defiende Lemcke.
Su cine en cambio "intenta ser humanista y preocupado por los problemas cercanos y tambi¨¦n -afirma Lemcke- busca que nos riamos de nosotros mismos". Suele hacerlo con cierto humor negro, tal y como ense?a uno de sus referentes, Luis Garc¨ªa Berlanga. El director valenciano fue profesor del poco m¨¢s que adolescente Lemcke en un taller en la Gran V¨ªa madrile?a. "De cine, de t¨¦cnica no aprend¨ª nada. Pero me explic¨® que para el cineasta es fundamental observar, ser una especie de mir¨®n", recuerda Lemcke.
Seguramente el director haya observado muy bien su pel¨ªcula, ya que, cuenta, la ha visto al menos 200 veces: "Es doloroso, acabas fij¨¢ndote solo en las pegas. Me gustar¨ªa poderla ver con el ojo de un espectador virgen". Aunque el dolor solo es un par¨¦ntesis. Pronto nacer¨¢ su hijo. Y a saber qu¨¦ pasa con los cupones.
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