La Europa de los vecinos
El soci¨®logo Sztompka defiende una relaci¨®n entre los pa¨ªses como la de los ciudadanos que se prestan cosas sin perder su identidad y certifica el fin de las fronteras como muros
Europa debe ser como un jard¨ªn. Un jard¨ªn dividido por verjas que los vecinos pueden franquear con facilidad. Vecinos que se prestan cosas, que se ayudan, que aprenden unos de otros y disfrutan de su mutua compa?¨ªa. Vecinos que no son homog¨¦neos, que mantienen su identidad, su lengua, su religi¨®n, sus h¨¢bitos, pero que han preferido construir verjas accesibles a muros. Es la idea de Europa que postula el soci¨®logo Piotr Sztompka. "Una Europa cosmopolita, como la que defienden mis colegas, los soci¨®logos alemanes, de vecinos que respetan sus identidades, porque sin ellas ser¨ªa una Europa muy pobre. Estoy muy contento de poder salir y visitarles a ustedes aqu¨ª, en Valencia, y tambi¨¦n de volver a casa. Aunque he viajado mucho y he dado clases por todo el mundo, el momento m¨¢s fant¨¢stico es cuando vuelves a tu casa", se?ala el prestigioso pensador polaco en la conferencia sobre las fronteras f¨ªsicas y mentales de Europa que ha impartido en el Centre de Cultura La Nau, dentro de Claustre Obert, el espacio de reflexi¨®n y debate creado por EL PA?S y la Universitat de Val¨¨ncia.
Que Sztompka (1944) ha viajado mucho es evidente si se echa un vistazo a su extenso curr¨ªculum. Se trata, no en vano, de uno de los "m¨¢s importantes soci¨®logos europeos de la actualidad", seg¨²n apunta Ernest Garc¨ªa, en la presentaci¨®n de quien le proporcion¨® a ¨¦l, y a otros muchos profesores de sociolog¨ªa, el manual de referencia sobre el cambio social. A su Polonia natal, sometida al r¨¦gimen comunista, apela buena parte de su discurso.
En 1981 ten¨ªa que cruzar varias fronteras desde Cracovia para dar un curso en Italia. El soci¨®logo recuerda las alambradas de la frontera checa, la incertidumbre, la humillaci¨®n de que no sirva la moneda de tu pa¨ªs, las inspecciones del pasaporte, todo el papeleo que ten¨ªa que hacer para que le dejaran salir.... Lo recuerda porque mucha gente no tiene ni idea de c¨®mo era el mundo en la Europa del Este hace tan s¨®lo 30 a?os. Los incre¨ªbles cambios que se han operado sobre todos los ¨®rdenes de la vida. "Ahora he venido a Espa?a v¨ªa Munich y nadie me pregunt¨® durante el trayecto, no me pidieron el pasaporte, ni necesit¨¦ visados. Este peque?a historia personal nos dice mucho sobre el significado de las fronteras en el vida diaria de la gente", explica.
En su disertaci¨®n, habla de 10 fronteras "creadas tras las Segunda Guerra Mundial, en lo que nosotros llamamos la traici¨®n de Yalta y Potsdam, porque los poderes occidentales aceptaron la divisi¨®n de Europa y el tel¨®n de acero cort¨® el continente. Un tel¨®n tan f¨ªsico como el muro de Berl¨ªn". Est¨¢ la frontera geopol¨ªtica (Este y Oeste); la militar (tropas sovi¨¦ticas, bases americanas); la econ¨®mica (planificaci¨®n econom¨ªa de carencias frente a consumismo y opulencia); la cultural (censura); la de civilizaci¨®n (retraso hist¨®rico); religiosa (ortodoxia y catolicismo frente a protestantismo y secularizaci¨®n); la de vida diaria (el gris frente al color abigarrado de Occidente); la ling¨¹¨ªstica ("nos hac¨ªan aprender ruso, aunque nos neg¨¢bamos como reacci¨®n y ahora ser¨ªa ¨²til"); la mental (la idealizaci¨®n de Occidente, el complejo de inferioridad del Este); y la frontera f¨ªsica (alambradas, soldados)
Todas estas fronteras entre el Este y el Oeste se han ido eliminando gracias a la globalizaci¨®n que propiciaron las tecnolog¨ªas de la comunicaci¨®n, a la oposici¨®n democr¨¢tica dentro de los reg¨ªmenes comunistas (Solidaridad, Gorbachov) a la que ayud¨® el "anticomunismo de Reagan" y a la integraci¨®n europea, "un proyecto pol¨ªtico promovido no por la voluntad del pueblo, como pas¨® en la los pa¨ªses del Este, sino por voluntad de los l¨ªderes europeos, que so?aron una Europa en paz". Ilustra su discurso recurriendo a Polonia y la "confianza que dio la incorporaci¨®n en la OTAN a un pa¨ªs sometido a lo largo de su historia por alemanes, rusos, austroh¨²ngaros e incluso sueco". Tambi¨¦n subraya la inyecci¨®n de autoestima a su pueblo que supuso el nombramiento del papa polaco Juan Pablo II y como benefici¨® el proceso posterior de apertura.
"Hay fronteras, sin embargo, que permanecen casi intactas", explica en alusi¨®n a lo que denomina fronteras de la mente. Dice que un art¨ªculo de 1989 en la revista 'Newsweek' fue prof¨¦tico. Se titulaba 'El muro sigue en la mente'. "Aunque hay diferencias axiol¨®gicas, los marcos mentales a¨²n eran muy visibles". Era muy visible el llamado homo-sovieticus, que condensaba una serie actitudes, como "la estrategia adaptativa para sobrevivir y conseguir tus objetivos bajo un sistema restrictivo, la pasividad pol¨ªtica, el distanciamiento de la esfera pol¨ªtica y de la participaci¨®n en la sociedad civil que distingue a las democracias, el ¨¦nfasis por la seguridad (prefer¨ªa un salario bajo pero seguro, con unos servicios sanitarios b¨¢sicos adecuados) frente al riesgo que caracteriza al capitalismo, o culpar al sistema de todos sus fracasos frente a la asunci¨®n personal de Occidente. "El homo-sovieticus est¨¢ ya agonizando", apostilla Sztompka, pero ha marcado la mentalidad de los pa¨ªses del Este durante mucho tiempo.
El complejo de inferioridad, sin embargo, sigue vivo entre las sociedades de la Europa del Este. "Estamos intentando estar a la altura de Occidente, pero el desarrollo requiere tiempo". Tambi¨¦n sobrevive la frontera mental de los malos recuerdos. "Son ansiedades generales pero tambi¨¦n recuerdos muy concretos dif¨ªciles de eliminar para que den paso a la reconciliaci¨®n". Sztompka se refiere a la ocupaci¨®n de Polonia en el siglo XIX y al "terrible recuerdo de la Segunda Guerra Mundial; el de los nazis son los peores, pero los de los rusos tampoco son positivos", se?ala el soci¨®logo que habla de pie en todo momento e invita a los oyentes a formular preguntas.
?Y c¨®mo afecta la crisis financiera a Europa y sus fronteras?
Sztompka apunta que Polonia y los pa¨ªses escandinavos no est¨¢n padeciendo tanto la crisis, tal vez porque no tienen el euro. Pero la econom¨ªa no es su campo, recuerda. El diagn¨®stico de los soci¨®logos atiende a los "factores blandos de la vida social, de la mentalidad, frente a los factores duros de las inversiones, las infraestructuras, el empleo". Lo cual no significa que no sean factores importantes a la hora de realizar un an¨¢lisis completo de la crisis, porque est¨¢ "relacionada tambi¨¦n con la confianza". "El principal problema que ahora penetra en los mercados mundiales es el derrumbe s¨²bito de la confianza. Mi diagn¨®stico es que en el proceso de la globalizaci¨®n, dirigido por avances tecnol¨®gicos impresionantes que abarcan a toda la sociedad (Manuel Castells habla de la sociedad de las redes) ha conducido a nuevas oportunidades y tambi¨¦n a nuevos peligros al estar todos interconectados". La interconexi¨®n unida al anonimato, a la no identificaci¨®n de los lugares donde se producen los problemas, quiebra la confianza y provoca fricciones hasta el estallido de una crisis. El dinero ha dejado de ser un s¨ªmbolo de representaci¨®n del oro y de la producci¨®n material de un pa¨ªs para convertirse en un intercambio aut¨®nomo operado por gente an¨®nima. La cantidad de dinero que se mueve es muy superior a la cantidad total de bienes reales. "No hay relaci¨®n entre los fundamentos de la econom¨ªa, que se ha convertido en un juego, como dice Krugman, que lo denomina capitalismo de casino, en el que juegan un enorme ej¨¦rcito de personas an¨®nimas con un ordenador", indica. "Falta transparencia y confianza y las consecuencias son dram¨¢ticas", concluye el soci¨®logo polaco.
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