"S¨¦ que la gente que me lee se va a alegrar"
Jos¨¦ Luis Sampedro recibe el Nacional de las Letras de camino a su refugio invernal de la Costa del Sol
Pocos apartamentos de alquiler de Mijas Costa -territorio de un urbanismo tan cl¨®nico como muchos de los turistas que lo pueblan- pueden presumir de albergar entre sus paredes los 40 tomos de la Enciclopedia Brit¨¢nica y sus anexos. Sin embargo, si el piso es el refugio de invierno de Jos¨¦ Luis Sampedro (y de su esposa Olga Lucas), que ¨²nicamente se distingue de los pisos colindantes por una placa con la inscripci¨®n "Avenida de la Rep¨²blica", la presencia de esta magna obra de consulta ya extra?a menos. Al escritor le ha cogido la llamada de la ministra de Cultura, ?ngeles Gonz¨¢lez-Sinde, para comunicarle la concesi¨®n del Premio Nacional de las Letras, en medio de su viaje desde Madrid a la Costa del Sol. En el sal¨®n de la casa, con magn¨ªficas vistas a la playa de la Butibamba, todav¨ªa reposa una fiambrera con la cena para esta noche y una bolsa del Hotel Tembleque -un ¨¢rea de servicio de la provincia de Toledo- donde la pareja ha parado para comprar unos quesos.
Pese a la improvisaci¨®n del momento y las seis horas de viaje, Sampedro y Lucas reciben a los periodistas que van llegando con los brazos abiertos. "Est¨¢n todos en su casa", les dice el escritor, y se nota que lo hace sinceramente. Tras someterse entre bromas al "fusilamiento" de los reporteros gr¨¢ficos, Sampedro, de 94 a?os, afirma que ha recibido el galard¨®n con una mezcla de "estupor, asombro, emoci¨®n y gratitud". "Hay mucha gente que me lee y me tiene cari?o y que s¨¦ que se va a alegrar", afirma. A rengl¨®n seguido a?ade: "Nunca trabaj¨¦ para premios, sino para expresarme".
Sampedro considera que el galard¨®n "se inserta en una vida cuyo objeto ha sido el aprendizaje de mi propia vida, como un ¨¢rbol que se desarrolla a partir de una semilla". Sentado en una butaca, a pocos metros de su "despacho" -una modesta mesa de tablero en escuadra- afirma: "tenemos no solo el derecho a la vida, sino el deber de vivir esa vida, yo he tratado de averiguar qui¨¦n era yo y hacerlo totalmente". Sampedro, en su jovial lucidez, es consciente de que a sus a?os afronta la recta final de la vida: "Encaro la muerte con toda la serenidad. Mi mujer hace que mi moribundez sea muy satisfactoria", bromea el autor de La sonrisa etrusca.
"Yo sin ti no soy yo"
Con el paso de los a?os, la sala de estar ha perdido su car¨¢cter impersonal de residencia de paso y se ha ido poblando con recuerdos de Sampedro y Olga Lucas, a la que el escritor no deja de prodigar gestos de cari?o. "Yo sin ti no soy yo. Sin esta mujer yo ya me habr¨ªa muerto hace a?os. Y eso no es literatura. Sin lo que hace por m¨ª, y no s¨®lo en lo material, yo ya habr¨ªa fallecido. Mi vida no ser¨ªa la felicidad que es si no fuera por ella, y eso es puro testimonio notarial", asegura. En la estanter¨ªa del recibidor hay una foto de Sampedro con la camiseta del No a la Guerra. Respecto al recorrido del movimiento de los indignados, del que ha sido una de las caras visibles, afirma: "Estamos en un momento de cambio social profundo, que llegar¨¢ quieran o no quieran".
A fe que Lucas, que se ha pasado la tarde colgada del tel¨¦fono atendiendo a amigos y a medios de comunicaci¨®n, le cuida bien. "Te ha llamado Goizueta, [su m¨¦dico de cabecera]", le recuerda, para que no haga excesos atendiendo a todo aquel que le requiere.
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