El sue?o literario de un economista

Pocos apartamentos de alquiler de Mijas Costa -territorio de un urbanismo tan cl¨®nico como muchos de los turistas que lo pueblan- pueden presumir de albergar entre sus paredes los 40 tomos de la Enciclopedia Brit¨¢nica y sus anexos. Si se tiene en cuenta que el piso, distinguido de los vecinos por una placa con la inscripci¨®n "Avenida de la Rep¨²blica", es el refugio de invierno de Jos¨¦ Luis Sampedro, nuevo Premio Nacional de las Letras Espa?olas, la presencia de esta magna obra de consulta ya extra?a menos.

Al escritor de 94 a?os le soprendi¨® ayer la llamada de la ministra de Cultura, ?ngeles Gonz¨¢lez-Sinde, en medio de un viaje emprendido junto a su mujer, Olga Lucas, entre Madrid y la Costa del Sol. En el sal¨®n de la casa, con magn¨ªficas vistas a la playa de la Butibamba, todav¨ªa reposaba una fiambrera con la cena.

La llamada de la ministra sorprendi¨® al escritor camino de su casa en Mijas

"Mi mujer hace satisfactoria mi 'moribundez", dice entre bromas

Lo de recibir un premio a 120 kil¨®metros por hora -conduc¨ªa un amigo- no sorprende a un escritor que en su vida ha sido de todo: aduanero adolescente, tratadista econ¨®mico, profesor de ministros de Hacienda, novelista de ¨¦xito, acad¨¦mico de la lengua y referente del 15-M. No es raro que el discurso con el que tom¨® posesi¨®n en junio de 1991 del sill¨®n F de la RAE se titulara Desde la frontera. Aquel d¨ªa se present¨® a s¨ª mismo con palabras de P¨ªo Baroja como "hombre humilde y errante". Si su car¨¢cter hace honor a lo primero, su pasado lo hace a lo segundo. Nacido en Barcelona en 1917, Sampedro pas¨® sus primeros 13 a?os en T¨¢nger en los tiempos en los que la ciudad internacional era un crisol de lenguas y religiones. "Un mundo que deber¨ªa ser la tierra entera", suele decir el escritor.

Ayer, pese a la improvisaci¨®n del momento y las seis horas de viaje, Sampedro y Lucas recibieron a los periodistas con los brazos abiertos. "Est¨¢n todos en su casa", dec¨ªa el galardonado con aire de sinceridad. Tras someterse entre bromas al "fusilamiento" de los reporteros gr¨¢ficos, Sampedro afirm¨® que ha recibido el galard¨®n con una mezcla de "estupor, asombro, emoci¨®n y gratitud". "Hay mucha gente que me lee y me tiene cari?o y que s¨¦ que se va a alegrar". A rengl¨®n seguido a?adi¨®: "Nunca trabaj¨¦ para premios, sino para expresarme".

Durante la posguerra, m¨¢s ancha y larga que la propia guerra, el joven Sampedro estudi¨® Econom¨ªa hasta convertirse en Catedr¨¢tico de Estructura Econ¨®mica. Si en el ef¨ªmero y progresista Centro de Estudios e Investigaciones Soci¨®logicas tuvo como compa?eros a Jos¨¦ Luis Aranguren, Jos¨¦ Antonio Maravall y Jos¨¦ Vidal-Beneyto, en la Complutense tendr¨ªa como alumnos a ministros de la futura democracia como Carlos Solchaga, Miguel Boyer, Pedro Solbes o Elena Salgado.

?l mismo fue asesor en el ministerio de Comercio al tiempo que, para ganarse un sobresueldo, escrib¨ªa con pseud¨®nimo obras de teatro para espect¨¢culos de revista. En 1949, a?os antes de instalarse como profesor invitado en el Reino Unido, acudi¨® a un encuentro de expertos en Suecia. De aquella experiencia surgi¨® Congreso en Estocolmo, la tercera novela que escrib¨ªa pero la primera que publicaba. Ahora se r¨ªe cuando recuerda la gran pega que le puso un lector sueco por carta: en la novela sale una muchacha virgen a los 18 a?os: "Algo patol¨®gico".

M¨¢s interesado por el lado social que financiero de la Econom¨ªa y autor de ensayos especializados como Realidad econ¨®mica y an¨¢lisis estructural, Conciencia del subdesarrollo o Inflaci¨®n: una versi¨®n completa, Jos¨¦ Luis Sampedro public¨® en 1985 la novela que lo lanz¨® a la fama en el mundo de la literatura: La sonrisa etrusca. Cinco a?os despu¨¦s, con La vieja sirena, su nombre se escuchaba ya m¨¢s asociado a las letras que a los n¨²meros. Senador por designaci¨®n real en 1977, solo la crisis provocada por la avaricia de los especuladores ha devuelto al profesor Sampedro a la arena pol¨ªtica hasta convertirse en un referente moral para los indignados del 15-M. Desde ayer comparte con Rafael S¨¢nchez Ferlosio, Rosa Chacel, Gabriel Celaya, Miguel Delibes o Ana Mar¨ªa Matute el palmar¨¦s de un galard¨®n dotado con 40.000 euros.

Sampedro consideraba ayer que el premio "se inserta en una vida cuyo objeto ha sido el aprendizaje" de su "propia vida". "Como un ¨¢rbol que se desarrolla a partir de una semilla". Sentado en una butaca, a pocos metros de su "despacho" -una modesta mesa de tablero en escuadra- afirma: "Tenemos no solo el derecho a la vida, sino el deber de vivir esa vida, yo he tratado de averiguar qui¨¦n era yo y hacerlo totalmente". Sampedro, en su jovial lucidez, es consciente de que a sus a?os afronta la recta final: "Encaro la muerte con toda la serenidad. Mi mujer hace que mi moribundez sea muy satisfactoria", brome¨® el autor de La sonrisa etrusca.

Con el paso de los a?os, la sala de estar ha perdido su car¨¢cter impersonal de residencia de paso y se ha ido poblando con recuerdos de Sampedro y Olga Lucas, a la que el escritor no deja de prodigar gestos de cari?o. "Yo sin ti no soy yo. Sin esta mujer yo ya me habr¨ªa muerto hace a?os. Y eso no es literatura. Sin lo que hace por m¨ª, y no solo en lo material, yo ya habr¨ªa fallecido. Mi vida no ser¨ªa la felicidad que es si no fuera por ella, y eso es puro testimonio notarial".

En la estanter¨ªa del recibidor hay una foto de Sampedro con la camiseta del No a la Guerra. Respecto al recorrido del movimiento de los indignados, del que ha sido una de las caras visibles, afirm¨®: "Estamos en un momento de cambio social profundo, que llegar¨¢ quieran o no quieran". A fe que Lucas, que se ha pasado la tarde colgada del tel¨¦fono atendiendo a amigos y a medios de comunicaci¨®n, le cuida bien. "Te ha llamado Goizueta [su m¨¦dico de cabecera]", le recuerda, para que no haga excesos atendiendo a todo el que le requiere.